Como el empate del domingo ante el Melilla sirvió al menos para borrar la mala imagen que dejó el equipo grana la semana anterior en la derrota ante el Jumilla, el Real Murcia tiene ahora mismo el trabajo a medio hacer, en el sentido de que los pupilos de Paco García son el tercer equipo del Grupo IV que menos goles ha marcado con cuatro, solo superado por un Sanluqueño y un Mérida que ocupan en estos momentos puestos de descenso. En contra, el candado sí está funcionando mejor que la artillería, ya que con tres goles en contra en el torneo liguero, solo el Melilla y el Jumilla han encajado menos tantos que los granas. Por lo tanto, los deberes del Murcia de esta temporada para el siguiente tramo de competición están cada días más claros, en el sentido de que solo aumentando la cifra de goles a favor podrá terminarse un proyecto que en muchos sentidos ya va dejando ver su forma, pero que necesita de más puntos para conseguir la regularidad que, por ahora, le falta.

El máximo responsable del banquillo grana, Paco García, ha sabido aprovechar la base de la defensa de los dos últimos cursos para que la zaga grana se pueda calificar como sólida en estos momentos. La plantilla cuenta con dos delanteros que, teniendo en cuenta que el Murcia juega en Segunda B, pueden ser muy útiles por sus características, como son los casos de Borjas Martín y Wilson Cuero. Pero el problema aparece cuando entra en escena un centro del campo en el que el equipo de Paco García apuesta por quedarse con el control de la pelota y que está teniendo problemas evidentes para que sus efectivos se conviertan en una especie de eslabón que permita que el ataque murcianista sea capaz de funcionar con mucha más precisión y eficacia que la exhibida hasta la quinta jornada liguera.

Hay datos muy significativos que corroboran la teoría de que en el Murcia todo el mundo está a la espera de que Paco García mueva la pieza necesaria para que la maquinaria comience a funcionar como consiguió el curso pasado dirigiendo a La Hoya Lorca. Por ejemplo, que el Murcia no fuera capaz de disparar en Jumilla ni una vez entre los tres palos se convirtió en un aspecto muy criticado que había que cambiar de manera urgente contra el Melilla.

Con cinco jornadas disputadas, los entrenadores rivales no se esconden para reconocer que saben perfectamente qué estilo tiene este Murcia y el principal problema es que hay rivales que encuentran la comodidad justo al contrario que los granas, es decir, renunciando al centro del campo y al control de la pelota para confiarlo todo a los contragolpes rápidos.

Con la baja de Adrián Cruz por su expulsión ante el Jumilla y las últimas actuaciones de Javi Saura tampoco ayudaron a que el domingo, salvo veinte minutos de la segunda mitad, se pudiera ver a un Murcia que estuviera sometiendo a su rival a un acoso y derribo constante, generando al menos un par de ocasiones que pudieron darle la victoria a los murcianistas.

Con siete puntos y en octava posición, empatado con otros seis equipos del Grupo IV, el Murcia está en esa fase inicial en la que, por pura estadística, alguno de los equipos de la parte alta reducirá sus prestaciones cuando las fuerzas comiencen a decaer y será el momento de ver a los aspirantes reales. El equipo tiene el domingo en Los Barrios, a las 18.00 horas contra el Linense, la oportunidad de ganar su primer partido fuera de casa, otra de las claves para que este Murcia no tenga que afrontar los partidos de Nueva Condomina con más presión de la que ya tiene el equipo de por sí.