El estómago de la afición del Real Murcia andaba algo fastidiado en busca de un protector que redujera el ardor de los últimos resultados. Una buena comida para comenzar la Liga superando al Mérida llegó acompañada más tarde por dos postres de esos que le dejan a uno mal cuerpo, ya que la eliminación en Copa y la derrota en el campo del Villanovense lograron tambalear la confianza de los seguidores más pesimistas.

Y al final, con todo el respeto para los entrenamientos y el trabajo que realizan durante la semana los pupilos de Paco García y el propio cuerpo técnico, lo que mejor le ha venido al estómago de esta plantilla ha sido un poco de comida china, un rollito de primavera por aquí, un poco de pan de gamba por allá, una ración generosa de pollo agridulce de segundo y una pizca de pato al limón para firmar la segunda victoria de la temporada, con la importancia de cortar una racha negativa que no agradaba a nadie.

Y si los malos presagios se hicieron más fuertes con las derrotas en el campo del Villanovense y del Sanluqueño, el Murcia aprovechó ayer una cita más difícil que las anteriores para aumentar un poco más su caché dentro del Grupo IV. El Lorca FC que preside el empresario chino Xu Gembao aterrizaba en la Nueva Condomina con un proyecto confeccionado a base de talonario y con dos millones de euros para una plantilla en la que Iñaki Alonso tiene mucho trabajo por delante.

Es decir, un rival que con los números en la mano sí tenía más opciones que otros de haberle provocado más de un retortijón de tripas a los granas, acabó por convertirse en una gran pastilla de omeprazol que arrancó de cuajo el ardor que algunos aficionados ya sentían recorrer su cuerpo de arriba a abajo.

Para que usted se haga una idea, casi cualquier jugador del Lorca que ayer visitó la Nueva Condomina gana el doble que el ochenta por ciento de la plantilla que ha confeccionado este curso para el Real Murcia Paco García, desde el banquillo, y Guillermo Fernández Romo desde la secretaría técnica. Los tres puntos fueron lo más importante, pero hay veces en el fútbol que, dependiendo a quién le ganes, la victoria puede traducirse en algo más que tres puntos. El Murcia, fiel a una filosofía de toque y posesión que no encandila a todo el mundo, despachó ayer con inteligencia a un «plantillón», como lo definió Paco García, con jugadores que en líneas generales tienen más experiencia y caché que la mayoría de soldados que tiene este curso el Murcia entre sus filas.

Si en el último partido del Lorca, Xu Gembao se marchó antes del final al no gustarle lo que veía, ayer el empresario chino y exseleccionador del combinado nacional de su país aguantó el chaparrón con una interminable mirada al infinito, solo disimulada por sus inseparables gafas de sol.

Cuando el presidente del Real Murcia, Guillermo Martínez Abarca, llegó al palco antes del pitido inicial, el abogado murciano tiró de educación y hospitalidad para saludar a un Xu Gembao que recibía el saludo casi como si estuviera atendiendo a un fan. En ese momento, el traductor que acompaña a Gembao le indicó que se trataba del presidente grana y el nuevo mecenas del fútbol lorquino volvió a bajar un escalón para saludar a Abarca de manera un poco más informal y cariñosa.

De Lorca, la atracción era su propietario claro está, pero muchos se percataron también de que un partido de este tipo, un duelo regional con dos aspirantes al ascenso, no reunió en el palco de autoridades a todos los que se esperaban. Mientras que Juan Francisco Martínez, el edil de Deportes de la Ciudad del Sol, tuvo la delicadeza de representar también a las instituciones en la zona noble, no ocurrió lo mismo con el concejal del mismo asunto en la capital, un Felipe Coello que prefiere más el Palacio de los Deportes que la Nueva Condomina.

En esta ocasión, de la misma manera que cuando Iñaki Alonso regresó a Nueva Condomina dirigiendo al Compostela llegó a llevarse algún tímido cántico de apoyo desde la grada, lo de ayer fue bien distinto. El técnico de Durango llegó a reconocer en rueda de prensa que «hoy me han dado caña», refiriéndose a dos aficionados concretos a los que el Murcia debería asignarles un sueldo, debido a que volvieron literalmente loco al ingeniero de Durango cada vez que salía del banquillo y dejaba ver su más que reconocible silueta.

El mismo Paco García, el entrenador del Murcia, no tenía que pasar ni por la sala de prensa para que todos supieran que su felicidad era máxima, porque la afición lo comprobó desde su butaca. Desde el primer gol, el técnico hizo de auténtico jefe y comenzó a levantar los brazos para animar a una grada que, a veces, tiende a relajarse en los momentos claves. Ayer no fue el caso. Con el Lorca quitándose un poco el susto del primer tanto, los chavales de Alonso se encontraron a bote pronto con un segundo gol que confirmaba el primer varapalo de, muy probablemente, la plantilla más cara de todo el Grupo IV de la Segunda División B.

Con defensas de relumbrón, el Lorca de Iñaki lleva encajados seis goles en tres partidos, cifras muy lejanas de las que necesita un verdadero candidato a dar el salto de categoría.