Después de toparse con un auténtico hueso duro de roer y salir claramente superado de La Romareda en la primera jornada de Liga, el UCAM Murcia vuelve a quedarse con cara de circunstancia, en este caso tras ver como se escapó la primera victoria del curso en el descuento. El equipo entrenado por José María Salmerón, no obsante, supo lavar su imagen, ofrecer la que verdaderamente se puede esperar de este plantel, y, de paso, rozar el triunfo con la punta de los dedos.

A punto estuvo el UCAM Murcia de darle una importante dosis de realidad al Córdoba, pero finalmente fueron los andaluces, con su vitola de club experimentado en esta categoría y con su cartel de ´candidato al ascenso´, los que dieron el verdadero aleccionamiento al club más pipiolo.

El empate final a un tanto, que puede considerarse justo tras lo acontecido en un remozado y coqueto estadio de La Condomina, supone el primer punto que se anota el UCAM en su historia dentro del fútbol profesional. ¿Sabe a poco? Sí, pero es una gran base sobre la que cimentar el bloque aguerrido que no ofreció -prácticamente- concesiones a un buen equipo como es el Córdoba.

Entrando en materia, el partido se fundamentó sobre un rigor táctico que no justificó el pago de la entrada y que rozaba lo grotesco. Se vio poco fútbol, menos combinaciones, y constantes interrupciones, ya fuera por faltas, saques de banda, o balones perdidos por la línea de fondo de cada área. Pero tras lo visto el pasado curso en Segunda B, ese método le va que ni pintado a un UCAM que se desenvuelve genial en esas vicisitudes.

Si frente al Zaragoza el técnico del UCAM, Salmerón, probaba en su once titular a atacantes habilidosos y rápidos como Nono, Iván Aguilar o Pere Milla, ayer en su estreno como local revertió la situación dotando de músculo y mucha sujeción el centro del campo con un trivote compuesto por Basha, Kitoko y César Remón. La medular, hasta que Basha consiguió entrar en juego, fue un campo de minas sobre el que nadie se atrevía a pasar.

El primer tiempo ofreció poco que llevarse a la boca. De hecho, se aclamaban las grandes intervenciones defensivas de los locales o alguna de las escasas rápidas combinaciones por banda. Prácticamente todo el juego se desenvolvió por el costado izquierdo del UCAM, diestro del Córdoba, en el que los laterales de ambos clubes, Góngora y Antoñito, intentaban dotar de profundidad el juego de sus equipos.

Guichón, que debutó con el UCAM de forma oficial, demostró que se trata de un interior de mucho trabajo, excepcional en su labor frenando laterales, pero carente de técnica y sin vocación ofensiva. Góngora colgaba centros que no llegaban a ninguna parte, y Natalio se fajaba entre las dos torres del Córdoba -Deivid y un excelso Héctor Rodas- sin producir nada.

En la primera mitad, cada conjunto dispuso de un buen acercamiento, y ambos por el costado inverso al que volcaban su juego. Por el UCAM, Tekio tocó línea de fondo tras un buen pase de Imaz al espacio, pero Natalio no pudo peinar en el primer palo; el Córdoba, tras un jugadón del talentoso Juli, vio como Rodri cruzaba en exceso su disparo dentro del área. Sin más preámbulos, los primeros 45 minutos se esfumaron entre el bochorno que reinaba en La Condomina.

El segundo tiempo mantuvo el rigor táctico y la protuberancia defensiva, pero además, los dos equipos dieron pequeños pasos hacia delante que invitaban a presagiar algo más de espectáculo. El UCAM salió enchufado, pero el primer susto lo dio el Córdoba. Juli, un interior diestro que actúa a pierna cambiada desde la izquierda, la colgó como pudo y casi sorprende a un Biel Ribas que estuvo imperial en todos los balones aéreos que le llegaron.

Poco después, un saque largo del propio Ribas se convirtió en una magnífica asistencia para Natalio. Pisó área, recortó para pegar con la zurda, y su disparo sin potencia fue directo a las manos de Kieszek, portero visitante.

Jona, delantero del UCAM, salió en la segunda mitad para aportar calidad y chispa a la ofensiva universitaria, algo que consiguió en gran medida. Intervenía en cualquier jugada de ataque, se desmarcaba desde el centro hacia las bandas y corría con ímpetu. Aunque en el 73´, el que siempre termina por aparecer no defraudó.

Estrenó titularidad y capitanía para debutar en Segunda, y no tardó en estrenar su cuenta goleadora. Góngora, lateral zurdo del UCAM, no duda nunca en lanzar a portería, ya sea con una falta lejana o, si la posición le permite, con un lanzamiento cerrado que busca la rosca desde el saque de esquina. Ya lo hizo el curso pasado frente al Betis B, y ayer volvió a repetir la proeza. Contó con la inestimable colaboración de las manos blandas de Kieszek, pero su envío con la zurda fue directo hacia la portería. El UCAM rozaba el triunfo. Salmerón apretó las líneas y añadió potencial defensivo introduciendo al central Hugo Álvarez. Los locales pasaron de un esquema 4-5-1 al 5-3-2 en un periquete, un sacrificio que bien valía el primer triunfo en LaLiga 1|2|3.

Un cruel desenlace

En los últimos instantes, el UCAM achicó balones largos y centros frontales con mucha seguridad. El Córdoba acumulaba jugadores sin claridad, y casi sin fe en el empate. El último balón desde unos 25 metros hasta la portería, ganó la espalda a la zaga universitaria. Luso, un portento aéreo, entró por el vértice izquierdo del área, remató con el frontal de la cabeza picando el cuero, y Biel Ribas, que se lanzó abajo, introdujo el balón en la portería en lugar de despejarlo.

No hubo tiempo para más. La primera victoria tendrá que esperar. Una semana más en la que tocará levantar la moral tras un varapalo distinto, pero más amargo si cabe que el de la primera jornada.