«Nuestro eterno capitán lo ha dado todo por el escudo. Gritemos su nombre por última vez». Con el brazalete de capitán y la ovación más atronadora, Mariano Sánchez saltó al césped de Cartagonova vestido de corto, en un acto de presentación de la nueva plantilla del Cartagena. La tarde estaba reservada para el capitán, que fue ayer homenajeado en el trofeo Carabela de Plata, gesto muy emotivo por parte del club, de quien recibió una insignia para el recuerdo.

Como estaba estipulado, Mariano fue de la partido en el once inicial contra los qataríes del Al-Rayyan, en la XLV edición del tradicional trofeo veraniego. En esos cinco minutos de juego, el pinatarense, arquitecto y dueño del complejo deportivo de Pinatar Arena, se colocó en su posición ideal: el centro del campo, junto al joven Pablo Ortiz.

Mucho antes de que el balón empezara a rodar, el videomarcador del Cartagonova proyectaba varios de los momentos más destacados de la historia del club, como el gol de la salvación de hace dos años en Las Palmas o el del ascenso a Segunda, el de Carlos Carmona en El Collao. «Mirando el pasado para mejorar el futuro», mostraba el mensaje, presagio del buen camino que le espera al Cartagena de continuar ligado a la gestión de sus directivos, Paco Belmonte y Manuel Sánchez Breis.

Viene siendo habitual que la Carabela de Plata deje imágenes para el recuerdo de los aficionados albinegros:: en ediciones anteriores, como la de 2015, el veterano Txiqui, por entonces a prueba en el conjunto albinegro, se vistió por última vez de héroe al transformar el penalti ganador contra el Albacete. Hace dos años, la visita del Mallorca dejó la imagen del uruguayo Julio Ribas en la grada, inicio de unos problemas de documentación que le impidieron sentarse en el banquillo hasta su destitución, ya en navidades.

Ayer era el turno de Mariano Sánchez y Sergio Jiménez, maestro y aprendiz, veteranía y aspirante al legado del pinatarense. De todos es sabido el cariño que le tiene Mariano al de Los Belones, pero ayer, en el último adiós, todo quedó consumado en la sustitución más esperada de todas, el cambio generacional representado en el abrazo y el beso en la mejilla de Mariano a Sergio Jiménez. El primero le entregó al segundo el brazalete, un trozo de cuero que lleva consigo los más de 300 partidos del eterno capitán con la albinegra.