Guillermo Martínez Abarca, el presidente del Murcia desde que en enero accediera al cargo tras el inesperado fallecimiento de Jesús Samper, tenía en su mente un ascenso a Segunda y protagonizar una transición tranquila, pero el decepcionante final de Liga y las pocas probabilidades de que aparezca un inversor que tome las riendas del club son motivos de peso como para ir asumiendo que el abogado murciano y su equipo de trabajo van a jugar este curso a la ruleta rusa y van a tratar de montar un equipo que regrese a Segunda División, para lo que hace falta una solvencia económica de manera continuada que ahora mismo no tiene la entidad desde la desaparición del anterior máximo accionista.

Por eso, después de haber generado un aluvión de críticas importantes tras apostar por firmar la paz con la Liga retirando las demandas con las que se pretendía compensar la injusticia que terminó con el equipo en Segunda B , y después de cometer el grave error de despedir a José Manuel Aira como entrenador cuando faltaba una jornada para la fase de ascenso con un resultado que se veía venir, el nuevo consejo de administración se ha encomendado al madrileño Guillermo Fernández Romo como tabla de salvación para la parcela deportiva como nuevo secretario técnico, después de que las decisiones en este capítulo tomadas por la mayoría de miembros del consejo hayan dejado en evidencia a más de uno y se haya optado por contratar a un especialista.

En cualquier caso, Abarca y su equipo no tienen que equivocarse en todo, ya que tras delegar la parcela deportiva a falta de nombrar el nuevo entrenador, pueden centrarse al cien por cien en esa campaña de abonos que anuncian con «tarifa plana» y con la que muchos miembros del consejo pretenden demostrar que la política de precios de Samper era la culpable de la poca asistencia de público a Nueva Condomina. Ahora es el momento de que los nuevos responsables demuestren si efectivamente el anterior consejo estaba equivocado, o si directamente no son los más indicados para tomar las decisiones más relevantes de una entidad con tanta trascendencia, pero en una situación delicada.

Con la secretaría técnica se vivió una intensa negociación en Nueva Condomina por un tema también concreto, porque había candidatos bien posicionados además de Fernández Romo. Si la mayoría de miembros del consejo han hablado siempre de «murcianizar»un equipo de trabajo en el que tanto se han criticado las interferencias que llegaban desde el despacho de Samper, la primera cara nueva a la que se abraza el consejo que dirige Guillermo Martínez Abarca es un madrileño, una persona con experiencia y que llega con muy buenos informes, pero que también deja en entredicho a una comisión deportiva que tenía opciones mucho más cercanas, algo que no debería influir en la decisión de este cargo, pero que a Samper se le criticaba constantemente cada vez que recurría a un profesional que no fuera de la Región.

Ahora, con la llegada de Fernández Romo, la elección del entrenador ha descuadrado algunos esquemas que más o menos se habían establecido para los que ya habían comenzado a posicionar a sus ´amigos´ dependiendo del bando, porque el nuevo responsable del despacho que ocuparon primero Sergio Fernández, un curso, y luego Chuti Molina, tres campañas, también tiene una lista de preferencias para el banquillo y su decisión va a ser muy respetada por unos responsables granas que han demostrado que para tomar decisiones deportivas importantes anteponen el corazón caliente a la cabeza fría, después haber desperdiciado a las primeras de cambio un play off de ascenso al que los pesos pesados del vestuario llegaron ´muertos´ tras la destitución de José Manuel Aira.

Hubo una frase de Abarca en la presentación de Fernández Romo que fue tan sorprendente como inesperada: «Aquí antes tenía que pasar un mes para que se empezaran a ver cosas del equipo y nosotros estamos presentando a un secretario técnico después de terminar nuestra participación en el play off». De la misma manera que en la emotiva despedida de Aira, el entrenador leonés habló de «mi presidente» para referirse al desaparecido Jesús Samper en un tirón de orejas al presidente que lo había cesado, Abarca sigue disparando dardos hacia una gestión y un apellido que ya forma parte del pasado en la historia del Murcia. Y es que Abarca se pone a la defensiva cuando tiene que explicar los motivos por los que, a pesar de manifestar públicamente que se marcharía al terminar el curso, sigue en el cargo.

Nadie esperaba el tropezón final que obliga al Real Murcia a repetir escenario en Segunda B, y una situación que convierte en casi imposible la llegada de alguien que ponga el dinero necesario como para tomar las riendas del club parecen ser los motivos por los que los labios de Martínez Abarca dijeron eso de «nadie entendería que yo me marche ahora mismo del Murcia». Pero si él y su equipo ponen en marcha la campaña de abonos, si asumen la responsabilidad de la confección de la plantilla como se está haciendo tras el fichaje de un secretario técnico y si no aparece nadie que compre el club, la responsabilidad de lo que ocurra en 2017 será, para bien o para mal, de Abarca y los suyos al cien por cien.