El 30 de mayo de 2015 el Real Murcia caía en su primer duelo para el ascenso a Segunda B. Dirigía el envite José Manuel Aira, que a final del mismo, se despidió de la afición, considerando que su papel había terminado. Jesús Samper decidió reiterar su confianza en el leonés, con la mismas cuestiones y similares condiciones: ascenso cuasiobligado a Segunda , plantilla buena, bonita y, sobre todo, barata, nula posibilidad de reforzar en enero. 364 días después el Real Murcia, repite el cuadro: con casi igual entrenador, igual puntuación -segundo lugar-, igual caída: en la primera eliminatoria y, por lo tanto, con el mismo desenlace. Un drama en cuatro actos.

Una plantilla corta y mermada de inicio: se le supone carta blanca a Aira. Y se le supone que jugó con las cartas marcadas. La economía de guerra que el Murcia tiene que aplicar desde el descenso administrativo, obliga que nunca se pagará ningún traspaso, que los futbolistas vengan bien con la carta de libertad o cedidos. En este sentido llegaron Sergio García (en el convenio con cesión de Eddy al Eibar), Rafa de Vicente (Málaga CF) y Sergi Hostench (Ilicitano). Con la carta de libertad el resto: Germán (Las Palmas Atlético), José Ruiz y Ruso (Huracán) Javi López (Guadalajara) y Chavero (UCAM), todos procedentes de sus clubes eliminados en play off de ascenso: Sergio Guilló (Elche Ilicitano, descendido ese año), Fran Moreno (CD Leganés), único procedente de Segunda A, y Azkorra (Nástic), único futbolista que ascendió ese año. Una plantilla mezcla de juventud y veteranía, en donde solo con 20 jugadores, no se supo o no pudo completar los 22 disponibles, a la espera no sabemos si fichar alguna pieza inesperada o cubrir con futbolistas del filial cuando haga falta. Una plantilla, en donde la limitación de jugadores mayores de mas de 23 años no se cumplió a rajatabla, lo que supuso, que no aterrizó ningún refuerzo y donde la media de edad del equipo fue de los más bajos (25,6) muy inferior a los del UCAM (27) o al Cádiz ( 28,7), que tenía veteranos por cada línea, cualidad posiblemente que notó mucho el Murcia.

Jugadores fijos y variables: el técnico del Murcia empleó 21 futbolistas para los 41 partidos que disputó entre liga, Copa y promoción de ascenso. En la tabla adjunta están los futbolistas utilizados con partidos jugados, los completos (jugando 90 minutos), los minutos disputados, goles y tarjetas, no incluyendo el partido de Copa y sí (entre paréntesis) los disputados en la promoción de ascenso.

Aira, con 111 partidos en Segunda B (36 en el Racing y 75 en el Real Murcia), ha garantizado siempre la consecución de jugar el play off de ascenso y asimismo ha terminado siempre segundo. Y en todos siempre se ha apoyado en una base sólida de jugadores fijos -los titulares sin discusión- y en una variante de jugadores para cubrir lesiones, cansancio o similares. En el sistema que ha utilizado más frecuentemente ha sido el 4-4-2 y apenas o de forma inhabitual, el 4-3-3 y nunca el 5-3-2, esquema que le gustaba tanto a Julio Velázquez.

Ojeando los números se detecta fácilmente que Fernando, Chavero, José Ruiz y Ruso pueden etiquetarse de jugadores fijos, con prácticamente coincidencia de partidos completos con minutos disputados. El murciano, salvo el partido que se perdió por expulsión, es el que más se acercó a cumplir la totalidad de partidos. Circunstancia que se repite en Chavero, el máximo goleador del equipo (11) con seis desde el punto fatídico del penalti y donde precisamente en Copa, expulsado, algunos al inicio de la temporada y el último frente al Toledo, nunca dejó de jugar. Lesiones o expulsiones fueron las causas obligatorias para que José Ruiz y Ruso dejaran de jugar. Otros, que perdieron el puesto por lesión, explican la no aparición de jugadores fijos, como son los casos de Jaume Sobregrau o Pumar que, sobre todo, en el caso del catalán, explican la disminución de los mismos. El ojo de Aira explica que atacantes como Germán o Carlos Álvarez fueran siempre a jugadores a cambiar. Solo 10 partidos completos en el canario y algo más, 27, en el asturiano razona que pese a la escasa notoriedad, sobre todo en el guaje, de goles fueran tan cambiados. Difícil defendible, que a menos se salgan en los entrenamientos la insistencia de Aira en alinear de inicio a Javi López (solo 6 partidos completos) y algo menos en Sergio García ( dos partidos completos).- Peores castigos sufrieron los centrocampistas Rafa de Vicente y Sergio Guilló, que entre lesiones y no alineaciones desconcertantes siempre, fueron colaboradores de Armando, uno de los titulares fijos, utilizado tanto para un roto como para un descocido. Aunque para segundo plato, los dos canteranos: Isi y Arturo, cuyos números desnudan a su entrenador. 29 partidos para ambos, con solo un partido completo el de Abarán y tres para el de Cieza. Ambos,con más goles que, por ejemplo, los laterales o centrales. Los mas veteranos, Satrústegui, Fran Moreno y Azkorra, nunca estuvieron al cien por cien y sus actuaciones fueron igual de voluntariosa como escasamente necesarias cuando se les exigió. La cantera pura, Álvaro Marin y Simón, fueron testimoniales. Hostensch, un cedido con muy buenas maneras, se lesionó en el momento justo, lo que indica su infortunio.

Ahorcarse en casa: mientras el equipo se mantuvo físicamente el papel fue sorprendente En sus primeras tres jornadas, en donde incluso fue colista, el Murcia comenzó a mejorar, en puntos, en lugares y en maneras. Pierde solo, en toda la primera parte, en Sevilla, da la talla en sus enfrentamientos al Cádiz y UCAM, y liga 16 partidos invictos -desde la 11ª jornada a la 26ª- igualando una marca que duraba casi 40 años. A raíz de la derrota primera en casa, frente al Cádiz, el Murcia se cambió, como las serpientes, de piel. Desde esta lúgubre fecha, 28 de febrero, el Murcia solo cobra un punto (1-1) frente al Mérida y pierde todos los restantes: Cádiz, Sevilla Atlético, UCAM, Recreativo, Granada B y Toledo. En la recta final, el Murcia no supo controlar el miedo a perder, a verse envuelto en el lío, el peso de la responsabilidad en suma. Ningún veterano supo dar el primer peso y tampoco supo manejar los controles el que dirigía que tampoco supo convivir con la presión.

Nunca se debió cesar al entrenador: el último acto del drama fue despedir al de Ponferrada. La historia grana está llena de destituciones tardías con desastres monumentales. Cuando el Titánic se encalló, nadie pensó en destituir al capitán Edward John Smith. Es más, se ahogó con el naufragio. Como hubiera tenido que apechugar Aira, con los marineros culpables si siguiera en el puente de mando. Darle el mando a Acciari y sin que Aira hubiera escudriñado lo mas mínimo a su Imperial, era mandar un corderito a los leones. A las horas en que fue descabezado, fue hacerle un soberano favor.