Fue muy bonito mientras duró, pero la rebelión del UCAM Murcia acabó de forma contundente (93-72) en un partido en el que al menos se notó que el Real Madrid se tomó muy en serio, en todos sus estamentos, la amenaza murciana.

Tanto que no dio ninguna opción a los de Fotis Katsikaris, quienes además de con la calidad superior de la plantilla de Pablo Laso, tuvieron que lidiar con la presión del público y los árbitros, activados ambos en la previa dado el gran escaparate que había abierto el triunfo murcianista en el segundo partido.

El equipo en general y Sadiel Rojas en particular estuvieron en el punto de mira, y unos y otros tuvieron cuidado de no permitir más desaires. Porque se puede ganar a un grande de muchas maneras, pero al parecer la murciana acabó siendo a ojos del circo madridista, la de los villanos y a eso había que ponerle fin pitando a Rojas y poniendo a los árbitros en alerta ante el pretendido juego duro del UCAM.

Gustavo Ayón (33 de valoración) fue el coloso que no pudo ser en el segundo partido por su merecida expulsión (justificada de manera totalmente artificial por una pretendida acción anterior de Rojas que no existió) y Campazzo (22 puntos y 7 asistencias) se reivindicó una vez más ante el equipo que le tiene cedido en Murcia. Pero poco más: el Real Madrid no dejó nada al azar y arrolló en todos los aspectos del juego al UCAM Murcia. Punto.

Ya el inicio del partido comenzó con un Real Madrid enchufado y muy concentrado en defensa, forzando pérdidas de balón, y aprovechando en ataque los bloqueos para jugar interior con Thompkins y Macioulis, que siempre se quedaban con uno más pequeño. El 14-0 de salida dejaba a las claras que el Real Madrid no estaba dispuesto a hacer ninguna concesión, mientras que al UCAM Murcia parecía poderle la presión.

Una diferencia abismal respecto al primer partido de la serie, ya que el UCAM no encontraba soluciones en defensa ni ataque (la primera canasta murciana llegó a los 6 minutos con un dos más uno de Benite), y el equipo de Laso, liderado por un Ayón extramotivado, no quería dejar pasar la afrenta y se aplicó para intentar una victoria sin paliativos, lo que dejó un primer cuarto de extrema desigualdad tras el que el encuentro parecía sentenciado (28-10).

El segundo cuarto mantuvo un tono más igualado, con intercambio de canastas, aunque la losa que arrastraba el equipo murciano era ya grande y la diferencia se mantenía en torno a la veintena de puntos. El ataque murciano empezaba a carburar, como atestiguaban los triples de Campazzo y Benite, por lo que el UCAM Murcia se dispuso a amenazar la supremacía blanca (39-25) compitiendo en este parcial. Sin embargo, quedaba lejos cualquier aspiración de dar la vuelta al marcador dada la confianza que proporcionaba el colchón que administraba con facilidad el cuadro local (45-26).

Hacia el descanso, acciones de mérito de un Campazzo que se perfilaba como máximo anotador del partido pretendían dar lugar a la esperanza de remontada, pero el argentino estaba muy solo, mientras que en el Real Madrid todos se aplicaban en una defensa agresiva y un ataque coral que esta vez el conjunto de Katsikaris no era capaz de frenar de ninguna manera. Al descanso la diferencia había aumentado, en consonancia con la disminución de las esperanzas de milagro de los murcianos (54-33).

Tras el descanso, Benite tomó la alternativa en ataque del equipo, pero el encuentro seguía plano, en una tónica muy cómoda para el Madrid, que aprovechaba con facilidad las carencias en defensa del conjunto murciano, controlaba el rebote propio, y a la vez veía cómo el trío arbitral pitaba con asiduidad todos los intentos visitantes por subir la dureza del partido.

No era de extrañar que la evolución del marcador no cambiara respecto a la primera parte, con el equipo murciano lejos de encontrar soluciones (68-45) al hundimiento del primer cuarto, confirmando poco a poco la sensación de que el partido había quedado visto para sentencia en esa horrible salida a pista de los hombres de Katsikaris.

Poco quedaba por decidir en los diez minutos definitivos. El UCAM Murcia se fue poco a poco dando cuenta de que sus opciones eran mínimas y siguió en pista tirando de orgullo para no dar lugar a un marcador demasiado sonrojante. El Real Madrid, que tiraba ya de hombres como Doncic o Hernangómez para darles minutos y confianza de cara a los choques por venir, no soltó el pie del acelerador, y con varios contraataques culminados por Willy y Carroll, incrementaba el castigo (72-45), dejando el resto del encuentro para los minutos de la basura y todo en su sitio en semifinales de la Liga Endesa a pesar de la bonita rebelión de un humilde como el UCAM, que ha firmado la mejor temporada de su historia con un séptimo puesto y el derecho a jugar el próximo curso en Europa, aunque ahora será el club el que deberá dar un paso al frente y decidir si acepta la invitación a la Eurocup.