San Javier se volcó ayer para recibir a su vecino Miguel Madrid López, quien el pasado 21 de mayo logró hacer cumbre en el Everest, la cima más alta del planeta. En un acto organizado por el Club Chotacabras, al que pertenece, el deportista de Pozo Aledo fue recibido en el Ayuntamiento por el alcalde, José Miguel Luengo, y la corporación municipal, así como decenas de amigos y compañeros en otras aventuras que ha realizado este empresario de la construcción muy vinculado al deporte desde temprana edad.

Miguel Madrid, quien comenzó jugando al fútbol y que también pertenece al Club Montañero de Murcia, el Club Senderismo Mar Menor y el Grupo de Coros y Danzas de San Javier, dio otro paso más cuando se involucró en las carreras populares a raíz de un grave accidente de coche que le hizo pasar por quirófano en 2005. Con la espalda rota, los médicos le dijeron que no podría volver a hacer deporte, así que dejó el fútbol y empezó a hacer senderismo y en un año ya estaba subiendo el Mont Blanc y realizando triatlones y pruebas de ultratrail, teniendo varios ironman en su historial.

A sus 45 años de edad, también ha realizado numerosas expediciones montañeras, en las que ha subido el Mont Blanc (4.800 metros), Cotopaxi (5.900 m.), Aconcagua (6.960 m.), McKinley (6.300 m.) y Kilimanjaro (5.900 m.). El último reto que afrontó con éxito fue la ascensión al Everest, donde dejó la bandera de su pueblo San Javier.

Antes de emprender el asalto al techo del mundo por la cara norte, el sanjaviereño cumplió un exhaustivo programa de aclimatación previo que inició tras su llegada a Katmandú con 20 días de trekking por la cara sur del Everest, en Nepal, y una ascensión a Island Peak (6.000 metros).

La aclimatización necesaria para una persona que como Miguel Madrid vive al nivel de mar para acostumbrarse a las bajas presiones de oxígeno que se acentúan con la altura, le llevó de vuelta a Katmandú para aprovisionar un viaje de 1.500 kilómetros en coche hasta la zona del Tibet, controlado por China, para enfrentarse, acompañado solo por un sherpa, a la cara norte del Everest, donde empleó un tiempo para ascender y descender entre los distintos campos base hasta dar por finalizada la aclimatación para el asalto final a los 8.848 metros, que realizó el pasado 21 de mayo.