El consejo de administración del Real Murcia, presidido por Guillermo Martínez Abarca, ha protagonizado desde que asumiese el control del club en el mes de enero una historia parecida al cuento de La Lechera. Con la plantilla murcianista afianzada en el liderato del Grupo IV, los ojos de los responsables granas solo miraban en una dirección, el salto a Segunda División y todo lo bueno que traería para las maltrechas arcas de la entidad los ingresos por televisión del fútbol profesional, que, según se ha comentado en múltiples actos de los consejeros, podrían alcanzar los ocho millones de euros.

Con ese dinero en el bolsillo, el peligro de liquidación desaparecería de un plumazo, el aplazamiento con Hacienda se convertiría en un hecho y la institución centenaria podría autogestionarse por primera vez sin la necesidad de un máximo accionista que cada temporada fuese cubriendo los pagos más urgentes, como hacía Jesús Samper hasta su fallecimiento en diciembre. Además, en el caso de que el murcianismo no respondiera a la ampliación de capital, la llegada de un posible inversor sería más factible.

Pero casi cinco meses después de que el consejo de administración asumiese el cargo, el cuenco de leche se ha derramado antes de llegar al mercado y el Real Murcia, a las primeras de cambio, ha quedado eliminado del play off de ascenso, lo que le obligará una campaña más, a deambular por una categoría sin ingresos.

El domingo, después de que el Toledo sacara los colores al cuadro murcianista entrenado por José Luis Acciari, el Real Murcia y, sobre todo, su consejo de administración, se dio de bruces con la realidad. Y, lo peor, es que ni Guillermo Martínez Abarca ni su equipo habían desarrollado un plan alternativo en caso de fracaso deportivo. De hecho, tras una racha nefasta de resultados, los nervios empezaron a jugar unos minutos después de la derrota frente al Granada B en las oficinas de Nueva Condomina, donde el presidente y gran parte de sus consejeros -aunque no hubo unanimidad, como se ha querido hacer creer- decidieron destituir a José Manuel Aira y dar el control del banquillo al inexperto José Luis Acciari. Una 'solución' que nada más confirmarse fue duramente criticada por los seguidores murcianistas, que llegaron a calificarla de «precipitada» y de más propia de un grupo de forofos que de un consejo de administración.

El fracaso definitivo llegaba el domingo y ahora el consejo se ha quedado sin ascenso y sin un plan alternativo, ya no pensando en el futuro, sino para resolver el presente. Porque, tal y como afirmaba hace unos días Guillermo Martínez Abarca, el club necesita dinero para que hacer frente a las nóminas de mayo y junio si no quiere tener problemas con las denuncias ante la AFE.

En las oficinas de Nueva Condomina confiaban en que esos últimos pagos se pudiesen asumir con las taquillas de los partidos del play off, pero a las primeras de cambio, el Real Murcia ha quedado eliminado, cerrando la temporada deportiva, aunque con dos nóminas -mayo y junio- que tendrá que abonar antes del día 30 del mes que comienza mañana. Además, el club también tiene que resolver la denuncia por impagos del Betis Valladolid -se le adeuda un porcentaje por el traspaso de Escudero al Schalke- para poder inscribir jugadores en el próximo mercado de fichajes.

La ampliación de capital tampoco podrá ayudar en este momento de urgencia, porque los responsables del club no podrán hacer uso del dinero de la venta de acciones hasta que acabe todo el proceso a finales de septiembre.

Además, la tardía puesta en marcha de la ampliación y la gran cantidad de fases y de limitaciones complican la entrada inmediata de un posible inversor mayoritario. Y es que, tal y como se ha diseñado el proceso, de haber un empresario interesado en adquirir un importante paquete accionarial, éste solo podría asumir el control una vez iniciada la temporada, sin posibilidad de planificar absolutamente nada.

Porque, si todo sigue igual, será el actual consejo el que esté al frente cuando se configure la plantilla, se elija al nuevo técnico o se saque adelante la nueva campaña de abonos, entre otras decisiones... El propio Martínez Abarca, nada más conocerse la eliminación, ya hablaba del futuro para no entrar a valorar los errores del pasado, olvidando de un plumazo la que era su intención inicial allá por el mes de enero: «Mi reto es cumplir este tránsito que acabaría como máximo a final de temporada».