El Real Murcia lo tiene todo de cara para seguir adelante en su camino hacia Segunda División. Una victoria ante su público en Nueva Condomina llevará a los granas directamente al bombo del sorteo que se celebre el próximo martes en la sede de la Federación Española en Las Rozas. Hasta el pasado mes de febrero, cuando el equipo dirigido por José Manuel Aira se mantenía invicto en su estadio, nadie habría dudado de que el escudo del club murcianista estaría en una de las bolas, pero tres meses después y tras una racha de seis partidos sin ser capaz de sumar tres puntos en el recinto murciano, la inseguridad y los miedos se han instalado tanto en el vestuario como en la grada. Y es que por esa caída los murcianistas ya han pagado un coste muy elevado. A la vez que perdían un liderato que habían cuidado durante 22 jornadas seguidas, veían como el consejo de administración destituía a José Manuel Aira y daba la batuta a José Luis Acciari.

Todo los males del Real Murcia empezaban el 28 de febrero, cuando el Cádiz remontaba en apenas unos minutos un 1-0 y se llevaba los primeros tres puntos de un estadio hasta ese momento inexpugnable. Lo que parecía una derrota lógica después de tantas semanas sin ceder ha acabado por convertirse en una pesadilla. Porque desde ese día, todos los equipos que han pisado el césped de Nueva Condomina se han ido con una sonrisa del campo murciano. El Sevilla Atlético ganaba por la mínima (0-1), el Mérida sumaba un punto que se quedó corto viendo la pésima imagen ofrecida por los de Aira (1-1), el UCAM se crecía al conquistar también el feudo grana (0-1), mientras que el Recreativo (0-1) y el Granada B (2-4) acababan por sacar los colores a un equipo que tendría que afrontar el play off desde la segunda posición.

Y será en esa fase de ascenso donde de una vez por todas habrá que despejar todos los fantasmas y así recuperar esa versión invernal que convirtió a los murcianistas en un equipo invencible, independientemente de los obstáculos que se encontraran en su camino.

Así, en los últimos tres meses de la liga regular, los jugadores han tirado por tierra el trabajo de media temporada, consiguiendo que casi se olvide que esta plantilla, además de encadenar una racha de dieciséis jornadas sin perder, estuvo trece semanas consecutivas sin ser batido en Nueva Condomina -diez victorias y tres empates-.

Ahora, llegada la fase decisiva de la temporada, donde ya no hay vuelta atrás y después de un encuentro en Toledo donde se pudo ver una de las peores versiones de los murcianistas, Acciari disfrutará el domingo de su primera cita en casa y lo hace con la obligación de mirar al 14 de febrero, día en el que el Real Murcia ganaba al San Roque en uno de los partidos más plácidos y divertidos que ha vivido la afición grana en esta campaña.

A esa versión invernal es a la que tendrán que volver las piernas y las mentes de unos futbolistas granas que deben superar el miedo escénico que no les deja en los últimos meses recuperar la confianza y regresar al buen camino. Y es que con un triunfo, da igual el número de goles, le bastará a los pupilos de José Luis Acciari para meter la directa y demostrarse a sí mismos que están capacitados para luchar por un objetivo que solo tiene una meta, el ascenso a Segunda División.