El sueño que unos enamorados del baloncesto tuvieron hace treinta años, cuando pusieron en marcha un proyecto llamado Júver Basket, se ha hecho realidad. El UCAM Murcia volvió a escribir lejos de casa una página de oro, la más reluciente en la Liga ACB, como hizo en Valladolid en 1994, en Zaragoza en 2009 o en Madrid en 2012. Ayer, en Fuenlabrada, firmó la mejor clasificación de su historia al concluir en la séptima plaza, clasificándose por primera vez para las eliminatorias por el título, en las que se enfrentará al Real Madrid, y se ganó el derecho a jugar la próxima temporada competición europea. Pero además logró la racha más brillante en la categoría, al obtener su quinta victoria consecutiva. Día de récords en el pabellón Fernando Martín.

La solidez que mostró el equipo en la pista el Estudiantes hace quince días se repitió. El UCAM mandó en prácticamente todo el partido gracias a la imaginación de Facundo Campazzo y la templanza de Carlos Cabezas. El campeón del mundo volvió a ser protagonista, como siete días atrás cuando ante el Joventut metió esa canasta que dejó el play off en bandeja. Los murcianistas, en primer lugar, calmaron la ansiedad, después metieron el acelerador y finalmente asestaron la estocada justa y directa en el momento más importante, cuando el Fuenlabrada daba los últimos coletazos viendo que se le escapaba, después de una temporada brillante, la clasificación para las series por el título, aunque los locales finalmente sonrieron gracias a un triple desde su pista de Joan Sastre que le dio la victoria al CAI Zaragoza en la pista del Dominio Bilbao.

El UCAM no miró en ningún momento lo que pasaba en el resto de las canchas: «Dije a todos que los mataba si comentaban algo», decía tras el encuentro Fotis Katsikaris, el técnico que llegó el pasado verano con el reto de hacer historia y que ha cumplido. El griego, con un importante prestigio en el baloncesto internacional, se la jugó al venir a Murcia, un club que solo el pasado curso coqueteó con la gloria. Y la apuesta le ha salido perfecta, tanto a la entidad, que asumió el riesgo que suponía que se incorporara tarde por estar en el Eurobasket con su selección, como al preparador.

En un encuentro duro, marcado por la tensión, sin apenas brillantez, el UCAM supo bajar al barro cuando lo necesitó para convertir el pabellón Fernando Martín una pista perfecta para poner la guinda al pastel cocinado esta temporada. Todos, como ha ocurrido en el último mes, después de los fracasos ante el ICL Manresa y el Obradoiro, que supusieron un punto de inflexión, aportaron cuando salieron a la pista. Sadiel Rojas fue determinante en defensa, como José Ángel Antelo, que acabó con un Oliver Stevic que causó estragos dentro de la zona. En ataque, los chispazos de Benite y Wood demostraron que este equipo ha interiorizado la idea de Katsikaris.

Pero si hubo un jugador clave, ese fue Facundo Campazzo. Cuando el argentino saca su vena de líder, el tiempo se para a su alrededor. El jugador cedido por el Real Madrid se volvió a vestir de Superman en el segundo cuarto, como hizo en la pista del Estudiantes. Dejó en la habitación del hotel la ansiedad que le atenazó en el triunfo frente al Joventut para ser ese director que toda buena orquesta necesita. Él fue el artífice del despegue en el marcador que llegó en el segundo cuarto, después de un primero donde las defensas superaron a los ataques, quizás más por los nervios que por la efectividad de las mismas. Pero después de los primeros diez minutos, que estuvieron marcados por la igualadad (15-16), el UCAM volvió a ofrecer su mejor versión. A seis minutos para el descanso, Katsikaris optó por poner en pista a dos bases. Campazzo regresó por Wood y comenzó el recital. Dos triples del argentino y cuatro asistencias impulsaron a un conjunto murciano que se sintió cómodo en la pista, corriendo y parando el juego cuando hacía falta. Rojas, más guerrero que nunca, anotó un triple y a continuación capturó un rebote ofensivo que acabó con canasta y un tiro libre adicional. La garra el dominicano contagió a todo el UCAM, que logró un parcial de 0-14 abrumador que dejó la renta al descanso en 16 puntos (30-46).

Tras el paso por vestuarios, Kelati sacó el manual de buen veterano para incrementar las distancias. La tercera falta de Campazzo hizo saltar las alarmas, pero el equipo de Murcia alcanzó una renta de 17 puntos (36-53) tras una canasta de Moreira. A los locales no les quedaba más remedio que lanzarse a la desesperada. Stevic se puso la capa de héroe para tratar de evitar la debacle (42-53). Pero Campazzo regresó, volvió a lanzar uno de sus aguijonazos (42-56) y Cabezas le siguió (47-58) antes de cerrar el tercer cuarto con 49-58.

Quedaba lo más difícil, porque estaba claro que el Fuenlabrada, a la desesperada, iba a lanzar todas sus naves al ataque. Ricardo Úriz dio el primer aviso (52-58, min. 32), pero Campazzo y Cabezas no estaban dispuestos a quedarse sin la oportunidad de hacer historia. Entre tanto, el Tenerife caía en Barcelona, con lo que el UCAM estaba ya dentro del play off. Pero nadie estaba dispuesto a quedarse con el premio menor. Los visitantes mantuvieron la distancia, aunque Álex Urtasun (61-67, min. 39) intentaba todo lo contrario. Y entonces apareció Scott Wood, quien anotó desde el lateral un triple (61-70) que selló el éxito, aunque Antelo tamibén se quiso sumar a la fiesta con otro lanzamiento de tres (61-73) que cerró un partido que será siempre recordado, como aquellos jugados en Valladolid, Zaragoza y Madrid que sirvieron para sellar permanencias heróicas. Ahora el UCAM ha entrado en otra dimensión, una nueva era de la que ya no quiere salir.