Un primer partido digno de Segunda División. UCAM Murcia y Real Madrid Castilla hicieron alarde de su potencial deportivo, económico y mediático para dar inicio a una eliminatoria trepidante. El primer asalto, que se decantó para el equipo universitario, dio muestras de lo que se esperaba: trabajo físico incansable de todos los futbolistas hasta desfondarse; dureza e intensidad en cada jugada; fútbol de gustosa calidad; y como no, goles.

El UCAM Murcia salió muy bien plantado y sostenido por el trivote compuesto por Checa, Remón y Manolo, habitual en este tipo de compromisos de renombre. La jugada salió redonda al técnico universitario, José María Salmerón, que anuló la creación en el centro del campo del filial madridista durante muchos minutos. No obstante, pese a que los murcianos salieron con esa actitud intimidatoria, el Castilla, tras solo diez minutos de partido, mostraba qué clase de equipo es.

A los once minutos, y tras un par de acercamientos del UCAM por los costados, Febas -el mayor jugón de la cantera blanca- relanzó una rápida transición por el 'carril del 10'. Su apertura hacia la izquierda la recogió Mayoral para llegar casi a la línea de fondo, devolver el pase de la muerte al propio Febas, y que éste enviase desde el punto de penalti hacia el fondo de las mallas. Era el primer acercamiento del Castilla sobre el área del UCAM, y una única jugada bastó para comprobar la excelsa calidad de los atacantes merengues.

Sin embargo, todo el oro que reluce en la parcela ofensiva, va desmereciendo hacia un cobre oxidado conforme se retrocede en las líneas del esquema del conjunto dirigido por Luis Miguel Ramis.

Prueba de ello fue el gol del empate, que erigió a Iván Aguilar como el más peleón pero también como al más listo de la clase. El UCAM supo reponerse a ese mazazo inicial que supuso el tanto de Febas gracias a una gran jugada por la derecha. Tekio arremetió por el costado diestro en una de sus subidas, puso al espacio, y el propio Iván Aguilar aparecía dentro del área para ganar la posición a Reguilón -un manojo de nervios durante todo el partido- y batir por bajo a Carlos Abad. Aguilar gritó para decir: «Así es como se hace».

La inexperiencia, la juventud, el hecho de no haber disputado partidos de cierta exigencia y otras posibles variables, provocaron las imprecisiones constantes de una zaga madridista que hasta ofrecía cierta tranquilidad a la afición universitaria, e incluso, al propio equipo. La sensación sobre el césped era la de que el UCAM, manteniendo ese estilo guerrillero, de transiciones rápidas y, sobre todo, esa elevada presión sobre la salida de balón rival, podía remontar el partido.

Ramis, técnico del Castilla, desplazó a su mayor estilete, Febas, hacia el centro del campo para apoyar a Muñoz y Llorente, con tal de ganar presencia en unas labores de creación en las que Odegaard estuvo desaparecido. Más adelante, el noruego sería sustituido después de una nefasta actuación.

De tal modo, Febas se convirtió en un gustazo y en un peligro constante en la primera mitad. Descongestionó el centro del campo, aportó movilidad, y dio pases hacia la espalda de la zaga del UCAM que volvió loco a más de un jugador universitario. En esas, Mariano y Mayoral generaban peligro, pero el buen acierto de Biel Ribas y la consistencia ganada por los defensas universitarios con el paso de los minutos propiciaron que el Castilla se fuera diluyendo conforme transcurría el partido.

Escaso premio

El UCAM, justo tras la reanudación, certificó la remontada y el resultado que a la postre sería definitivo. Aguilar, en el minuto 49 y tras una gran jugada individual desde la banda derecha (todo sea dicho, ante una defensa muy 'blandita') pisó el área por el vértice diestro para, desde la frontal, sacarse un zapatazo imparable para Carlos Abad. El balón entró con fiereza por la escuadra del palo corto de la portería, e Iván Aguilar certificaba así su tercer doblete de la temporada.

Los universitarios noquearon al Castilla. Hasta el minuto 75, arreciaron con mucha casta sobre el arco de Carlos Abad, entrando con insistencia por la derecha y provocando peligro en esas mencionadas transiciones rápidas. La más clara de todas llegó en el minuto 80, justo antes del bajón físico entendible del UCAM. Un contragolpe generado entre Nono I y Pallarés concluyó con el disparo de este último. Su chut desde la frontal careció de potencia y algo de precisión, provocando la intervención abajo de Carlos Abad. Además, en el rechace de ese lanzamiento, Nono I cayó dentro del área al intentar rematar, pero el colegiado Domínguez Cervantes no señalaría ninguna infracción.

Como consecuencia, el árbitro fue perdiendo en cierta medida el control de un partido que se volvió bronco, sucediéndose de esta forma distintas interrupciones provocadas por protestas -especialmente por parte de Ramis, entrenador visiante-, alguna entrada brusca por parte de ambos bandos y varias sustituciones. Las exigencias de un partido de este calibre.

Finalmente, el UCAM tuvo que defenderse bien replegado, sin dar opciones a un Castilla que sin espacios no genera peligro, dando muestras de una elaboración tosca y de grandes imprecisiones en la faceta defensiva. El UCAM conoce la receta para culminar la machada, e Iván Aguilar fue el encargado de aseverarlo. Un gran paso hacia el mejor de los desenlaces.