Imaginen un teléfono móvil. Pero no un smartphone de última generación, sino uno de esos que ya cuentan con unos cuantos años. De los que la batería solo da problemas. Da igual el tiempo que lo tengan enchufado a la corriente, las rayitas verdes apenas permiten autonomía. En unos pocos segundos, sin tiempo a la reacción, todo se queda en negro: las llamadas entrantes no entran y las llamadas salientes no salen. Para sus amigos solo habrá una respuesta. 'El teléfono móvil al que llaman está apagado o fuera de cobertura'.

Pues en una situación similar se encuentra actualmente el Real Murcia de José Manuel Aira. Lo que parecía una pequeña pájara que se solucionaría reiniciando el aparato, se ha convertido en un verdadero problema. Las vidas del líder de Segunda B -llegó a tener hasta siete puntos de carga extra- desaparecen cada vez más rápidas. Y, lo peor, es que da la sensación de que ni el más poderoso de los cargadores es capaz de devolver las energías a los granas. Tanto, que ayer las lucecitas de la pantalla grana solo tardaron cinco minutos en teñirse del más negro absoluto. El mismo tiempo que el Recreativo de Huelva necesitó para cortocircuitar todo el sistema eléctrico -si es que en algún momento lo tuvo- de un Real Murcia que ni con 85 minutos por delante, ni estando en su propia casa, fue capaz de volver a tener señal.

Pese a la necesidad de recuperar la dinámica ganadora en Nueva Condomina y a las novedades en el once -Germán volvía tras descansar en Jaén y Azkorra ocupaba el sitio del 'castigado' Carlos Álvarez-, la victoria, y ya van cinco semanas, tampoco llegó a un estadio que hasta hace un mes era inexpugnable. Pero, a diferencia de lo que ocurrió frente al Cádiz o contra el UCAM, en esta ocasión, el Real Murcia no dio señales de vida, se sintió superado por las circunstancias desde el minuto uno. Mejor, desde el minuto cinco, cuando el Recreativo se encontró con todas las facilidades del mundo para tejer una jugada que acabó con el gol de Manolo Molina. Y, en contra de lo que el líder tiene acostumbrada a su afición, en esta ocasión ya no hubo vuelta atrás. Lo que quedó demostrado cuando, unos segundos después de que el 0-1 apareciese en el marcador, Gorka Azkorra enviaba al palo un cabezazo que podría haber cambiado y mucho el devenir del encuentro.

Sin embargo lo que podría haberse convertido en un intento de reacción, no fue tal. Sin ideas, nervioso atrás, carente de dominio en el centro del campo y basando todas sus opciones en los balones centrados por Germán, desde la derecha, y por Sergio García, desde la izquierda, la batería del Real Murcia no dio síntomas de querer despertar.

De hecho, fue el Recreativo de Huelva el que, aprovechando el tembleque de un rival desquiciado y que tenía a su brújula en la grada -Rafa de Vicente no entró ni en la convocatoria-, disfrutó de las mejores ocasiones para sentenciar por la vía rápida un encuentro que Alejandro Ceballos, técnico de los onubenses, ganó de principio a fin.

Con un dibujo claro tanto en su cabeza como en el terreno de juego, y tirando, por un lado de la superioridad en el centro del campo de los Molina -Manu y Dani-, y por otro, de la velocidad de Núñez, Jesús Vázquez y Ernesto, los visitantes no solo maniataron al Real Murcia, no permitiéndole apenas concesiones, sino que además les destrozaban cada vez que salían a la contra. En una de esas acciones -minuto 17-, a Fernando le tocó salvar un uno contra uno con Mesa.

Del Real Murcia poco o nada se sabía. Chavero anda lejos de su mejor momento de forma, y Pumar y José Ruiz apenas ayudaron en ataque a Germán y Sergio García. Los centros al área del tinerfeño, que en algunos momentos intentó romper a golpe de velocidad, y del cántabro no encontraban ni a Azkorra ni a Fran Moreno, éste último más desconectado de lo habitual. Era tal la insistencia de los murcianistas en repetir la misma jugada, que poco a poco el Recre se limitó a hacerse fuerte dentro del área, sacando todos los balones aéreos que buscaban al '9' murcianista. Y lo hicieron incluso con métodos poco legales, porque hasta en tres ocasiones, los granas pidieron penalti por mano dentro del área.

El paso por vestuarios solo sirvió para empeorar las cosas. La falta de ideas incluso llegaba al banquillo, donde Aira parece haber perdido el timón de un barco a la deriva. Jesús Vázquez, Dani Molina, que se encontró con el palo, y Mesa, que no supo aprovechar un error en la salida del balón de Fernando, impedían que alguien en la grada creyese en la remontada y que el runrún que se había instalado en el primer tiempo desapareciese. Los cambios tampoco dieron sensación de alivio. Sobre todo porque José Manuel Aira seguía sin darse cuenta que el gran problema del Real Murcia no estaba en ataque, tampoco en defensa, que todo era cuestión de reforzar el centro del campo. Pero como ya ha demostrado muchas veces el técnico murcianista, ese puesto le interesa más bien poco.

'¿Dónde está el líder?', se preguntaban en la grada, incrédulos tras ver cómo su equipo se arrastraba por el campo, aliviados al saber que el empate del UCAM permitía mantener el liderato. Pero, la única respuesta que encontraron fue la del monótono mensaje que nos indica que 'este teléfono está apagado o fuera de cobertura'.