Esta vez fue al UCAM al que le tocó la cruz de la moneda. Si la pasada semana le servían tres disparos a puerta y un único gol para conseguir una victoria de prestigio en su duelo frente al Real Murcia en Nueva Condomina, ayer, en su compromiso frente al Melilla en su estadio, una docena de acercamientos fueron insuficientes para tumbar la muralla rival.

Las caras de jugadores, afición y entrenador fueron de circunstancia tras el pitido final, y es que el UCAM, que había sufrido a horrores para generar ocasiones de gol en sus últimos compromisos, vio como se marchaban al limbo sus opciones de colocarse líder provisional y ejercer presión sobre la cabeza de la tabla, en propiedad del Murcia.

Más allá de la sensación de impotencia, falta de fortuna, o escasez de puntería, el equipo universitario realizó uno de sus mejores ejercicios de la temporada en lo que se refiere a la práctica del fútbol, y de forma casi constante durante los noventa minutos: veloz circulación de balón, toma de decisiones excelsa, buenos balones en profundidad al espacio libre, movilidad de los hombres más adelantados... los pupilos de Salmerón ofrecieron infinitas soluciones aprovechando la amplitud del terreno de juego, pero faltó la salsa a este gran guiso: marcar goles.

El UCAM actuó con solvencia y con esa mentada constancia ante un Melilla que no desmereció el encuentro durante los 90 minutos, intentando plantar cara a los universitarios especialmente en la primera mitad. El encuentro arrancó con dominio local, con un Josan sublime tanto en las bandas como por el medio que hizo bien todo lo que intentó. Nono II y César Remón compartieron doble pivote en detrimento de Checa, y se les vio realmente cómodos actuando en la elaboración y marcando el tempo del partido.

Sin embargo, el planteamiento del entrenador visitante, José Carlos Granero, fue el que fue. Acumuló una línea defensiva de cuatro jugadores, pero con centrocampistas de corte defensivo como Diakité y Nando instalados prácticamente entre los dos centrales, sobre todo el citado Nando. No obstante, el Melilla pudo sacudirse el dominio del UCAM a los veinte minutos e igualar las fuerzas gracias, en gran medida, a la calidad y el desborde del extremo Chupe.

Los melillenses vieron en Chupe una vía de escape tanto en transiciones rápidas como en los contragolpes. El extremo, que además ayudó a contener las subidas por el costado del lateral Góngora, realizó tres o cuatro jugadas por la derecha de mucha calidad -realizó un ‘caño’ al propio Góngora de otra categoría-, preparando centros peligrosos que pusieron a prueba la fiabilidad defensiva de un UCAM, que una vez más, fue magnífica.

Con el paso de los minutos, el UCAM recuperó sensaciones y dio muestras de su estatus en la clasificación. Nono I, Iván Aguilar, Josan, Pallarés... todos intervenían para posibilitar jugadas que concluían en el área del Melilla. Iván Aguilar dispuso de dos buenas ocasiones entrando al área por la zona izquierda, pero sus disparos eran atrapados con mucha seguridad por Dani Barrio, guardameta melillense. El propio Aguilar remató posteriormente con la puntera de la bota en el punto de penalti un buen centro de Góngora, pero Dani Barrio volvería a actuar. De nuevo por la banda zurda, Aguilar la puso de cara para Josan, que fintó y se la puso con su pierna buena para sacarse un disparo con mucha rosca y malas intenciones que Richi despejaría en última instancia.

El UCAM acariciaba el gol, y además, el Melilla veía como Chupe, su mejor jugador en tareas ofensivas, sufría molestias musculares y era sustituido al descanso.

Misma tónica en la segunda mitad

El equipo católico arrancó la segunda mitad algo más pausado, pero con el paso de los minutos, vio como la ansiedad por marcar y no fallar de nuevo en casa se apoderaba en sus mentes.

El buen movimiento de balón universitario de derecha a izquierda y viceversa seguía sucediéndose con un Melilla totalmente centrado en defender, pero que seguía vivo en el partido. Josan y Góngora se adentraban bien por el costado zurdo de nuevo, pero sus muchos centros resultaron poco efectivos en su totalidad.

Salmerón, técnico del UCAM, dio entrada a Isi Ros y Titi, quienes con su velocidad y frescura trajeron más problemas al sistema defensivo del Melilla. Isi Ros, con su descaro y atrevimiento, reactivó la ofensiva universitaria rompiendo desde la derecha hacia el centro. No obstante, la muralla seguía siendo infranqueable, ya que tanto Richi, Mahanan y Nando no ofrecían concesiones en el área. Para más inri, el guardameta Dani Barrio no ofrecía fallo alguno, tanto por bajo como por alto.

En ese constante asedio, el Melilla pudo dar un buen susto al UCAM. Un fallo en las inmediaciones del área universitaria en el minuto 70 en la entrega tras saque de puerta de Biel Ribas posibilitó una rápida recuperación de David Álvarez. El mediapunta se escoró hacia la izquierda y se sacó un disparo potente bien repelido por Biel Ribas, que actuó como se esperaba de él en el único acercamiento claro de los norteafricanos.

Y en los últimos diez minutos, el UCAM marró tres ocasiones más para romper la igualada. La primera de ellas, de Isi Ros. Recogió en la frontal del área un despeje de la zaga melillense. Se colocó el balón para disparar con la zurda, buscó la base del palo pero careció de potencia posibilitando la parada de Dani Barrio. Poco después Pallarés remataría fuera tras un buen testarazo en el área pequeña. Y por último, la ocasión más espectacular del encuentro. Góngora, en un golpe franco desde unos 27 metros, golpeó violentamente con su zurda buscando la escuadra del palo que defendía Dani Barrio en esa falta. El guardameta voló para, a mano cambiada, despejar el esférico sobre la bocina y con el tiempo cumplido. Góngora no podría creer la ocasión que acababa de sacarle Dani Barrio, pero el UCAM, en líneas generales, no podía creer que ninguna de las ocasiones de las que dispuso acabase en gol.