Fue por allá por los años 80 cuando los protagonistas de nuestra historia comenzaron a jugar al golf. Entonces solo existía un campo en toda la región de Murcia y los que disfrutaban eso de darle a una pelotita con un palo, tenían que emigrar a Alicante si querían cambiar de aires. Por no existir, no existía ni la Federación, aunque su actual presidente, José Jover estaba ya haciendo sus pinitos sin saber lo que el futuro le depararía. Siempre me ha gustado mirar al pasado y con la edad estoy cogiéndole más gustito a esa costumbre de recordar, es la vida que pasa, y esa curiosidad me ha llevado a infiltrarme en la historia de uno de esos pioneros del golf que han abierto el camino a los que ahora lo practicamos.

José Moreno, abogado experimentado que aun ejerce a sus 83 años, se lamenta de no poder ir a jugar al golf cada dos o tres días como hacía hasta hace apenas unas semanas, ya que el supraespinoso lo tiene resentido. No se plantea dejar de jugar por el amor que tiene a este deporte, ya que son 32 años saliendo al campo, y es que en el golf la longevidad no es un hándicap. Empezó con 51 años tirando bolas en La Manga Club, donde solo estaban los campos Norte y Sur. Acababa de sufrir un infarto y alentado por un amigo, consultó con su médico, quien le pareció una buenísima idea siempre que no se fatigara: «Entonces los murcianos iban a jugar a Villamartín o a La Manga Club, y estábamos federados al principio por la Federación Española y después por la de Valencia, hasta que arrancó la Federación de Murcia», recuerda Moreno «Nos juntábamos con un grupo de cartageneros que serían con los años los fundadores del Club Carthago y negociábamos un precio con el campo, así teníamos asegurado jugar como abonados unas cuantas veces, y cuando se agotaba el crédito, se reponía y comenzábamos de nuevo».

A estas partidas se apuntaban sus esposas, que no todas jugaban, pero la comida y sobremesa entre amigos después del golf era tan divertida que incluso algún amigo no aficionado los acompañaba durante la mañana recogiendo bolas, ayudándoles con los palos o con el almuerzo, como si de un caddy experimentado se tratara.

Fue entonces cuando se construyó Altorreal. «Por aquel entonces yo no conducía y dependía para desplazarme de Joaquín Gil 'El Pollo', que fue mi amigo y compañero de faenas desde el principio. Este comenzó a jugar en Altorreal por la cercanía y tuve que seguirlo. Tengo la acción número 69 de este club. Posteriormente construyeron el resto de los campos y no tuve más remedio que sacarme el carné a mis 56 años. Nunca antes había visto la necesidad de conducir hasta que me aficioné a este deporte y en verano todos los años seguíamos negociando con La Manga Club», recuerda.

El golf ha cambiado mucho en estos 32 años en Murcia, más lugares donde jugar, muchas ofertas, unas escuelas estupendas con gente de todas las edades tomando clase, la mentalidad respecto al nivel económico de los jugadores ha cambiado aunque hacen falta más campos municipales y concienciarnos de que la inversión en golf, lejos de lo que piensan, algunos es muy beneficiosa. «Yo tengo amigos que en sus inicios compraron juegos de palos de segunda mano que aún hoy los siguen utilizando. Mi primer juego de palos de los cuatro que he tenido me costó 35.000 pesetas, 3 maderas y los hierros del 4 al putt. Esto es como todo, si el vecino tiene un coche nuevo, tú quieres otro mejor, aunque no puedas pagarlo, pero las personas sensatas pueden jugar al golf perfectamente con una mínima inversión. Quizá es más problemático el tiempo que hay que invertir en este deporte, puesto que no todo el mundo puede disponer de cuatro o cinco horas seguidas para hacer lo que le gusta», comentaba.

Entre las muchas anécdotas que recuerda cuenta con gran cariño cuando vio a Severiano Ballesteros hacer un Eagle en el Hoyo 18 del campo Sur de La Manga Club, o cuando presenció como un joven Olázabal, muy indignado por un mal golpe en un par tres, casi daña la mano de su caddy al meter enérgicamente el palo en la bolsa .Cuenta que coincidió con el jugador centenario al que le dedicaron una placa en La Manga Club, que aún existe, por hacer un hoyo en uno, y que ganó el campeonato de la inauguración de Las Ramblas y la copa que le dieron era del Atlético de Aviación del año 29, comprada en un anticuario de Madrid, o el campeonato en el que gracias a los 42 puntos que hizo, bajó a 17 de hándicap y que según él, «le hizo la puñeta». Pepe, como le llaman sus amigos, seguirá madrugando y abrigándose para salir al campo con sus yernos, porque sabe que el golf no tiene edad ni arrugas y entre golpe y golpe, recuerda a sus compañeros y amigos y suelta alguna carcajada al rememorar aquellos maravillosos años.