­En enero se abre todos los años la ventana para que los clubes de fútbol puedan fortalecerse y remendar los errores cometidos en verano, con la llegada de otros futbolistas que sirvan, bien para parchear, fortalecer, ampliar o actuar como revulsivo en sus respectivos destinos. En el FC Cartagena llegaron para esta segunda vuelta tres futbolistas: Chus Hevia, Indiano y Gladestony. A tenor de lo que se ha podido observar en lo que ha transcurrido en estos dos meses y medio, parece claro que el mercado de invierno ha dejado muy frío al FC Cartagena.

Es cierto que no hay otro interés en los clubes y sus directores deportivos, o al menos así debe ser entendido, de que con estas nuevas incorporaciones el equipo gane en profundidad de banquillo, logre tapar algunas lagunas y además se pueda desprender de aquellos que pudieron resultar una carga en la primera vuelta.

Pero, por contra, si analizamos lo que ha llegado y lo que se fue, veremos que la mejora ha sido más bien escasa, por no decir nula, de momento, cuando aún faltan nueve jornadas para la conclusión de la temporada.

Hevia logró su rescisión de contrato en el Racing de Santander para recalar en el FC Cartagena y ser uno de los jugadores más esperados, sobre todo por la buena temporada a nivel personal protagonizada el pasado año también el club albinegro. Desde el 17 de enero, fecha en la que debutó, ha jugado en ocho ocasiones como titular y tan sólo un encuentro como suplente. En este periodo ha anotado un único tanto, frente al Mérida, y además se ha cuestionado si su rendimiento es el idóneo cuando juega como delantero referente, lugar donde ha sido utilizado la mayoría de encuentros. Hevia es un jugador querido y respetado por la afición del club cartagenerista y se siente comprometido con el proyecto. Tiene aún un año más de contrato para poder readaptarse a su antiguo club, aunque de momento no está dando el rendimiento esperado.

Carlos Indiano, que llegó cuando Quique Rivero andaba lesionado, ha tenido la peor suerte de los tres que se han incorporado al equipo. El futbolista llegó procedente del Hércules, donde apenas contaba para el entrenador, y debutó con el FC Cartagena el 31 de enero ante el Sevilla Atlético -el equipo perdía por 0-2-. Jugó 63 minutos y se lesionó con una rotura fibrilar que lo ha tenido apartado seis jornadas, un mes y medio de competición oficial, lo que le ha hecho tener que empezar casi desde el principio para recuperar su forma y ganarse un puesto que en estos momentos tiene perdido.

Gladestony, un mediocentro brasileño de 22 años, ha sido el último en incorporarse. El club anunció su contratación a comienzos de febrero y este futbolista ya está un mes y medio con el equipo, periodo en el que ha jugado 20 minutos, gracias a los tres minutos de su debut ante el Mérida y a los 17 del choque de la jornada vigésimo octava ante el Real Jaén. Aunque el propio preparador ha indicado que el brasileño es un jugador que está adaptándose muy bien a lo que él quiere, no parece que vaya a tener muchas opciones de aquí a final de temporada.

De Montero a Palau

Si vemos, por contra, qué ha pasado con aquellos jugadores que se marcharon también en el mercado invernal, observamos que Álvaro Montero, que viajó hasta Almería para jugar con el filial, ha disputado ocho de los nueve encuentros como titular en el ´B´, aunque, por otro lado, no ha visto aún portería en todo este tiempo. El equipo almeriense es el farolillo rojo del grupo.

Jonxa Vidal, ahora en el Guijuelo tras su primera vuelta en el FC Cartagena, ha jugado seis encuentros -cuatro de ellos en el once inicial- y ha anotado dos goles en este tiempo. A tenor de los datos, Vidal sí que ha conseguido adaptarse a su nuevo club.

Peor suerte ha corrido Pepe Palau, ahora en el Jumilla. Aunque su rendimiento en el club cartagenerista fue superior al que han dado algunos de los refuerzos, el conjunto albinegro se desprendía de él para cederlo al Jumilla. Allí, con una situación económica y deportiva convulsa, tan sólo ha tenido la oportunidad de jugar 21 minutos, aunque parece claro que está siendo ninguneado por la directiva jumillana.

El mercado de invierno demuestra una vez más que no es ninguna tabla de salvación a la que cogerse en la mayoría de los casos y que en muy pocas excepciones los futbolistas que llegan de nuevo al equipo mejoran lo que hay.