El Real Murcia llevaba meses a bordo de un crucero idílico. No sabía lo que eran las náuseas. El estado del mar murcianista ayudaba. Todo era calma. Los partes meteorológicos poco importaban existiendo una pista de baile de por medio. Y, en caso de ligero oleaje, alguno de los rompeolas de José Manuel Aira hacía los deberes, convirtiendo el leve traqueteo en pequeñas cosquillas. Pero ayer, los futbolistas granas se asomaron a la proa y vieron que algo cambiaba en el ambiente. Ni el viento venía a favor ni el sol se veía en el horizonte. Lo peor, el cambio de tiempo, que ya se venía avisando desde hace quince días, no pilló preparados a los murcianos, que, por mucho que corrieron, no fueron capaces de encontrar la dirección correcta de la cómoda habitación con balcón que habían ocupado hasta ese instante. Tampoco el salvavidas que les protegiese de posibles contratiempos. Y, los noventa minutos de marejadilla, no pudieron acabar peor. Segunda derrota en Nueva Condomina y otro toque de atención de un 'gallito', en este caso llamado Sevilla Atlético.

El capitán de la nave, Rafa de Vicente, no vivía su mejor día. Era incapaz de asumir el control. El oleaje que provocaba el centro del campo del Sevilla Atlético, más compacto, más metido en el partido desde el minuto 1, superaba al murcianista, que solo veía como cada segundo que pasaba más luces se encendían en el panel de mando. Los oficiales tampoco ofrecían respuestas. Chavero, que acumula demasiadas horas de guardia, no estaba todo lo despierto que se esperaba, y, a su alrededor, a Fran Moreno, que ocupó el puesto dejado por el lesionado Azkorra, la inactividad le llevó a tardar demasiado en aparecer; mientras que Javi López, quien dejaba a Germán en el banquillo, lo intentaba con José Ruiz por la derecha, aunque sin éxito. Las ocasiones de gol en el primer periodo así lo atestiguan. Solo Rafa de Vicente, después de un buen centro de Javi López que no pudo alcanzar Carlos Álvarez, lo intentaba desde fuera del área con un remate que se iba pegado al poste (6').

Sin gasolina en el motor, al Real Murcia solo le quedaba recurrir a sus remeros. Y hasta el gol, los ánimos andaron tranquilos. Sergi Guilló, Armando y Satrústegui apenas dejaban paso a Carlos, Curro y Cotán. Por su parte, Ivi y Lasso lo intentaban con más intención a derecha e izquierda, aunque sin ser capaces de acabar lo comenzado.

Todo estaba tan igualado que nadie vio cómo el agua empezó a revolverse a lo lejos. Si Satrústegui y Armando apenas fueron de tenerse en pie, a Fernando le arrastró con el flotador y todo. Cuando el sevillista Curro sintió tener los espacios suficientes para inventarse un disparo más que atrevido, una volea desde 25 metros que pocos pensaron que superaría a un meta algo descolocado y se colaría manso en la portería del fondo norte de Nueva Condomina.

Con el agua superando los tobillos de los granas, el centro del campo empezó a ayudar a reflotar el barco. Especialmente Fran Moreno y Javi López, que unas veces en acciones a balón parado, y otras con centros del malagueño por la derecha, buscaban a un Carlos Álvarez que lo apostaba todo a salir victorioso entre una defensa muy bien ajustada. Incluso Satrústegui se probaba de cabeza para que Bernardo despejase fuera.

Sin embargo, la segunda ola destacada de la tarde volvía a llegar en el mismo fondo que la que había provocado las primeras náuseas entre los murcianistas. La situación no podía ser más similar. Cotán, crecido después del bonito gol de su compañero que desnivelaba el marcador, vio a Fernando algo adelantado y lo intentó. Solo un segundo o un milímetro evitó que se agravasen los síntomas. Porque en esta ocasión, el meta murciano sacaba su brazo para mandar a córner un balón que olía a la madera del larguero.

El Murcia no estaba cómodo. El barco se movía demasiado y los vómitos cada vez estaban más cerca de la garganta. No había forma de frenar al Sevilla Atlético. Ivi fue el siguiente en traquetear la estructura murcianista. Se marchaba de dos futbolistas, pero la calidad que puso en la conducción no la pudo alargar al disparo, que se marchó manso a las manos de Fernando.

El paso por vestuarios del Real Murcia provocó el mismo efecto que un chicle de Biodramina. Los granas recuperaron el control. El vértigo parecía estar controlado. Pero entonces surgió la necesidad de recuperar el tiempo perdido, y los granas tampoco fueron capaces de ajustar sus necesidades al ritmo del partido. Fran Moreno tuvo la ocasión más clara. En el minuto 48 pudo cambiar el rumbo del encuentro. Se plantó delante de José, sin embargo su disparo se estrelló en el cuerpo del meta sevillista. La entrada de Germán también ayudaba a mejorar las sensaciones. Pero las prisas del Murcia se cruzaban con las mil trampas que el Sevilla Atlético se sacó del manual de cómo perder el tiempo sin morir en el intento. Cada caída de un jugador visitante, cada intento del portero de robar unos segundos al reloj, cada falta... solo servía para que los de Aira perdieran el control y la tranquilidad. Hasta el final, con timidez, el líder seguía buscando algo positivo. No hubo suerte. La marejadilla había dejado tocado el ambiente y un ganador claro, el Sevilla Atlético, que no solo se llevaba los tres puntos de Nueva Condomina, sino también la motivación que supone ganarle a un equipo hasta hace quince días invencible en su campo, hasta el momento en el que los 'gallitos' han asomado la cabeza en el recinto grana.