En los más de 20 años de vida del FC Cartagena, la página escrita en la jornada del lunes ocupa un lugar importante en el aspecto económico-institucional, ya que el acuerdo con los acreedores, que ha dado por bueno el juzgado de Lo Mercantil número 1 de Murcia, supone la garantía de que el club está capacitado para asumir las deudas que le lastran su progreso y que, por tanto, el camino para seguir creciendo se le hace mucho más accesible.

Para llegar a la situación en la que ha derivado esta institución con la compra de la propiedad de Paco Belmonte, han sido muchos los intervinientes, muchos los errores, desaciertos, meteduras de pata -intencionadas o no-, malas gestiones, peores decisiones y propietarios sin idea de lo que tenían entre sus manos. Los mecanismos con los que se gestiona y controla las arcas públicas -dícese Hacienda- ya no son aquellos que hace 20 años daban permisividad absoluta a las entidades deportivas para endeudarse y que pudieran seguir compitiendo. La mano de la Agencia Tributaria se ha ido agrandando y el control ha sido más férreo, exhaustivo y sancionador, hasta el punto de que ya no se pasa ni una a todo aquel que deja de pagar al erario público. El gran debilidad que ha tenido el FC Cartagena en sus 20 años de vida ha sido dejar de pagar a Hacienda cuando así le ha parecido o venido bien.

La gestión económica en la etapa de Florentino Manzano tuvo sus sobresaltos, aunque el club nunca manejó unos presupuestos desorbitados que imposibilitaran asumir las cantidades adeudadas. No obstante sí es cierto que hubieron casos flagrantes de no estar dados de alta jugadores, que salieron por piernas cuando vieron que el club no cotizaba por ellos.

Para entender la deuda que Paco Belmonte anunció el pasado verano con la Agencia Tributaria y de la cual dijo que no eran capaces de asumir -de ahí derivó el conato de referéndum para fundar un nuevo club-, hay que remontarse a la llegada de Luis Oliver en la campaña 2002/2003, y de su grupo de empleados, para conocer cuándo la dimensión de la crisis económica del club toma mayores dimensiones. El empresario dejó un enorme agujero en las arcas de la entidad, al no pagar los salarios de sus futbolistas durante toda la temporada y, como consecuencia, además, generar una suma relevante de impagos al erario público.

Paco Gómez coge el relevo de Oliver un año más tarde, pero en sus primeros pasos obvia la deuda, que sigue generando intereses y creciendo de forma superlativa. Aunque el empresario oriolano intentó llevar siempre al día -y lo consiguió la mayor parte de su mandato-, las cuentas de la entidad, tuvo que establecer un plan de pagos trimestrales con la Agencia Tributaria para ir abonando poco a poco dichas cantidades. Pero la transformación en Sociedad Anónima Deportiva cambia la gestión en asuntos tributarios, aunque es, sobre todo, el descenso del equipo de Segunda división a Segunda B en 2012 cuando el dueño de la entidad decide dejar de pagar la deuda antes de ser SAD. Aducen fuentes próximas a la entidad albinegra que la caída de los negocios de Paco Gómez -gran parte de ellos derivados del mundo de la construcción- y la gran sensación de fracaso del presidente en un descenso que nunca creyó que se iba a producir, hacen que el mismo dueño casi se dé por vencido y baje los brazos. Decide, entonces, que no va a pagar ni un euro más de esa deuda. Cuando Paco Gómez vende el club a Sporto Gol Man en 2014, la deuda anterior a la conversión en SAD alcanzaba 1.746.753, 11 euros.

A este dinero hay que sumar 1.142.941,96 euros que se acumulan de impagos a la Agencia Tributaria, fruto en más de un 90% de los contratos millonarios con los jugadores en Segunda división que son despedidos al acabar la temporada. La situación es para Gómez insostenible y tras descender decide que quiere marcharse, aunque desde la entidad, en este caso Paco López, le pide un año para tratar de provocar el efecto rebote y subir al siguiente año. El equipo no lo consigue y Paco Gómez ya tiene la decisión tomada. No aguanta más y deja el club en manos de Fran de Paula y Cristina Bustillo para que lo gestionen ese año. Además les encarga la búsqueda de un comprador capaz de absorber las deudas.

Un concurso que Gómez no quiso

Aunque es Sporto Gol Man quien decide presentar un concurso de acreedores a finales de 2014, esta opción rondaba la cabeza de los que mandaban en el conjunto albinegro un tiempo antes. Incluso ya se había planteado en el FC Cartagena en el año 2012. Sin embargo Paco Gómez, asesorado por su abogado, no quiere arriesgar su patrimonio ajeno al FC Cartagena por salvar a la entidad, ya que hubiera puesto en riesgo otras empresas que no le generaban pérdidas en ese instante y decide descartar la posibilidad de ir a concurso de acreedores.

El propietario tenía ya pie y medio fuera del FC Cartagena y buscaba la fórmula de salir cuanto antes. Sporto Gol Man fue su tabla de salvación. Javier Martínez aceptó la propuesta, midió mal las consecuencias, y lo que es más grave, llegó a Cartagena sin dinero en el bolsillo, lo que originó una cascada de problemas económicos desde el mismo instante en que puso pie en la ciudad.

En esas primeras semanas detentando la propiedad, Martínez decía que el concurso era una posibilidad remota y que agotaban las vías de negociación con la Agencia Tributaria. Los representantes de dicho organismo querían ver no solo predisposición sino hechos. En 2013, aún con Paco Gómez como propietario, exigían el pago de 500.000 euros de la deuda y daban tres años de carencia avalando la deuda, algo que nunca se concretó. En 2014 se hizo un segundo intento, pero la Agencia Tributaria desestimó la propuesta porque se hacían supuestos inviables.

El camino ya estaba preparado para presentar el concurso de acreedores, porque con 2,8 millones de euros por pagar, más las denuncias de impago de exjugadores, clubes que actuaban como filiales, extrabajadores, empresas contratadas, etc, la única salida que les quedaba era presentar preconcurso, que derivó en lo que todos hemos conocido.

Una persona me comentaba ayer que tras el anuncio del acuerdo con los acreedores del pasado lunes, muchas fueron las personas que salieron a celebrarlo como partícipes de la negociación. Nadie perdía, todos ganaban. Ya no hay culpables, tan sólo vencedores, pero lo cierto es que una gran mayoría de los que han dirigido a la entidad, empezando por Florentino Manzano hasta Sporto Gol Man, han contribuido a socavar el valor de un club que se convertía allá por 1998 en el referente futbolístico de la ciudad y que vapulearon por dejadez, beneficio propio o incompetencia.