Saben el dicho ´otros vendrán que bueno me harán´. Pues eso debió de pensar el ínclito amenazado por parte de la afición. Su marcha, justificada en gran parte por el gran agujero económico que tenía la entidad bajo su mandato y a la que era incapaz de hacer frente, provocó una cascada de sucesos en los dos últimos años que han traído y llevado a la entidad albinegra a un sube y baja no apto para cardíacos. Los años 2014 y 2015 han generado tanta inestabilidad en este FC Cartagena creado hace 20 años, que hubo momentos que todo se dio por perdido.

Al FC Cartagena han acudido buitres que querían alimentarse de la carroña que iba a quedar de aquel moribundo club, mientras otros asistían impertérritos ante el escenario que se presentaba, con una entidad agonizante por momentos.

El año 2015 comenzó con el arranque de una inestabilidad que iría evolucionando y empeorando conforme pasaban los meses. La presión por la falta de dinero acabó liquidando a los dueños y la falta de un proyecto deportivo a punto estuvo también de mandar al otro barrio al club.

Algunos de los asuntos más relevantes de este año 2015 que languidece pasan por la llegada de unos, la salida de otros, el papel de unos pocos, el plante de muchos y el inicio de un nuevo proyecto que ha vuelto a ilusionar a la afición. Estos son los aspectos a considerar en un 2015 poco productivo en el aspecto deportivo y un poco más esperanzador de lo que cabía imaginar cuando comenzó.

Palomeque, una mano amiga

A la vuelta de las vacaciones de Navidad de 2015, el equipo ya tenía nuevo entrenador después del fracaso de proyecto del uruguayo Julio César Ribas, desaparecido durante cuatro meses intentando arreglar los papeles que nadie supo decirle que necesitaba. El algareño tuvo su oportunidad al aceptar un proyecto muy complejo en varios sentidos. En el aspecto económico la plantilla llevaba un lastre de varias nóminas impagadas, a las que se fueron sumando otras, y que supuso un grave deterioro en el aspecto anímico de los jugadores. Pablo Pallarés y Neira abandonaron la entidad porque no podían vivir en Cartagena sin recibir sus nóminas.

En el aspecto deportivo, con la marcha de dos efectivos y un plantel demasiado corto, Palomeque tuvo que hacer un trabajo enorme para mantener a flote la moral de los suyos. Se trajo consigo a un psicólogo que le ayudase en una ardua tarea. Si no hay ganas de jugar, el equipo se muere. Eso parecía por momentos. En el tiempo en el que permaneció al frente de la plantilla, los futbolistas pasaron por momentos de alegría, pero los malos resultados siguieron siendo la tónica general. Solo un milagro podía sostener a este equipo en la categoría y Palomeque lo consiguió no se sabe cómo, en el último momento y frente a Las Palmas Atlético en la fase por la permanencia y ante el último rival posible.

Nunca nadie podrá agradecerle al preparador el tremendo trabajo que llevó a cabo en esos cinco meses que por momentos se convertían en un infierno.

A Sporto el fútbol le suena a chino

Javier Martínez nunca midió bien lo que significa un club de fútbol. El abogado valenciano que se hizo con la propiedad del FC Cartagena de manos de Paco Gómez, las pasó canutas para sostener un proyecto de esta enjundia, con una enorme deuda heredada y un presupuesto a mantener, todo eso sin tener un aval detrás en forma de inversores. Hay que reconocerle a Martínez su intento por enderezar las cosas en todo momento, pero si no hay dinero para pagar, cualquier intento se convierte en baldío. Su aportación más notable fue idear, gestionar y conseguir llevar a la entidad al concurso de acreedores, lo que daba un hálito de esperanza a la entidad para mantener su supervivencia. Lo logró a mediados de año, lo que supuso un importante empuje en el reto de desprenderse de la entidad. Sporto Gol Man tuvo una nefasta gestión en el resto de los aspectos. Los futbolistas se sintieron ninguneados y despreciados en todo momento por unos dirigentes incapaces de dar la cara nunca. Las protestas al palco en muchas jornadas y las declaraciones de varios jugadores en contra de Martínez y del presidente, Javier Marco, fueron la espita que levantó a la afición en contra de los valencianos, incapaces de encontrar soluciones dentro ni fuera. No hubo empresarios que apoyaran su proyecto y los pocos que lograron se quedaron en el camino.

Lo mejor que les pasó a los ´javieres´ fue que el equipo consiguiera salvarse en Las Palmas y que Belmonte asumiera el reto.

La maniobra de Belmonte

Paco Belmonte y sus acompañantes llegaron antes de que finalizara la temporada y supuso un soplo de oxígeno para que los futbolistas pudieran aguantar este último tramo de montaña, demasiado escarbada al final de la campaña. Pero el empresario murciano cambió el discurso de viabilidad que había puesto sobre la mesa cuando llegó, motivado, según él, por unas deudas -Agencia Tributaria y unos 2 millones de euros- con los que no contaba. Entonces pone sobre la mesa un discurso catastrofista, dice que no es capaz de asumir una deuda de 5 millones, ni mucho menos€.., pero pone como solución crear un nuevo club. Sí, así se lo vende a la afición, en una comparecencia pública un 8 de junio, en el que dice que quiere someter a referéndum esta tesitura. Si los aficionados respaldan su nuevo proyecto comenzarían de cero en deudas, pero en Segunda B con una maniobra legal algo rocambolesca. Por el contrario, ellos abandonarían el FC Cartagena, que definitivamente se quedaría en coma y a punto de palmarla.

La respuesta de los aficionados y de las instituciones no fue la que él esperaba, por lo que al día siguiente reculó, dijo que se había explicado mal, y siguió a lo suyo. Del proyecto inviable se pasó a vamos a hacer todo lo que podamos para seguir insuflando vida a este club. Fue un error de cálculo, un tiro que a punto estuvo de saldarse con su salida por la puerta de atrás, aunque reaccionó a tiempo y finalmente asumió la responsabilidad de sacar adelante a este club.

Víctor y sus incondicionales

Con el proyecto del FC Cartagena encarrilado, Belmonte tiró de un factor determinante, el cariño que le profesa la afición albinegra a Víctor Fernández por su pasado como jugador en la época gloriosa de la entidad en Segunda B. Los seguidores abrazaron esta decisión con casi 5.500 abonados, una cifra espectacular tras un año desastroso. El dueño del club -quien nunca ha querido desvelar si hay otros empresarios involucrados en su proyecto- da con la tecla al contratarlo porque supone un giro de 180 grados en la filosofía deportiva de la temporada anterior. Con Víctor llega el optimismo, la esperanza y el olvido de malos momentos. Con el nuevo entrenador se da carpetazo a una campaña muy negra y se da paso a otra mucho más ilusionante, que además motiva también al sector empresarial para que invierta en el club.

El gobierno local respalda casi de forma incondicional a Belmonte y Deseado Flores, presidente del club, lo que facilita, en parte, su camino para que la propiedad se sienta avalada y legitimada casi al 100%.

A pesar de que el proyecto deportivo no está respondiendo a las expectativas generadas, lo cierto es que el FC Cartagena ha reconducido su camino y ahora todo hace pensar que el futuro no es una quimera y que el club ha salido del hospital y aunque sigue convaleciente, su vida no corre peligro.