El que fuera dueño del Lorca Deportiva junto a su mujer, Jesús Moreno Manzaneque, falleció ayer lunes en un hospital de Madrid a los ochenta y cuatro años de edad. Manzaneque llegó a la ciudad en la temporada 79-80 para entrenar aquel Lorca Deportiva que acababa de ascender a Tercera División. Al año siguiente, y ante el vacío de poder que se produjo, decidió quedarse con el club. Puso de presidenta a su esposa, María Ignacia Hoppicher, y él fue el entrenador y responsable de todas las áreas hasta 1994.

Ese año se llevó a cabo la fusión entre los tres equipos que en la época en la Ciudad del Sol, el Deportiva, el Promesas y el Unión Deportiva, naciendo el Lorca Club de Fútbol. Fue entonces cuando Manzaneque se marchó a vivir a Madrid. Hace diez años falleció su esposa y hasta ayer vivía con su única hija, que nació en Lorca, María Jesús.

Hace un par de meses, el pleno del ayuntamiento de Lorca decidió dedicarle una calle, que está en los aledaños del estadio Artés Carrasco y se llamará Moreno-Hoppicher. Esa decisión seguirá adelante y será su hija la que esté en Lorca cuando se lleve a cabo el acto.

Manzaneque será incinerado en Madrid y sus restos reposarán junto a los de su esposa. Tanto el Ayuntamiento como el actual Lorca Deportiva, líder del grupo XIII de Tercera, han enviado sendas coronas de flores a su sepelio.

Jesús Moreno Manzaneque fue un personaje peculiar, capaz de lo mejor y lo peor. Lo mejor, llevar al Lorca Deportiva a Segunda División A en la temporada 84-85. Lo peor, cuando tocó fondo en la 93-94 con el descenso a Preferente y posterior desaparición por la fusión. Manzaneque forma parte muy activa de los más de cien años de historia de fútbol lorquino.