­El Real Murcia se despertaba ayer con una triste noticia. A primera hora de la mañana la página web del club grana anunciaba la muerte de Jesús Samper, presidente y máximo accionista de la entidad. El madrileño, que llevaba dos semanas ingresado por un problema de salud, murió de forma inesperada y repentina en un hospital de Madrid, dejando un gran dolor entre todos aquellos que le valoraban como persona, especialmente la gente que llevaba varios años colaborando con él primero en La Condomina y después en Nueva Condomina. El cartel de ´cerrado por defunción´ aparecía en un estadio en silencio por la marcha de la persona que lo ideó.

El abogado y empresario muere a los 65 años (28 de septiembre de 1959) y en el día de hoy sus restos mortales, según informaban desde la centenaria entidad, serán incinerados en el crematorio de La Almudena. «Por expreso deseo de la familia, el velatorio y duelo se producirá en la más estricta intimidad», añadía la nota, en la que también se trasladaba que la familia transmitía «su más sincero agradecimiento por las numerosas condolencias y muestras de afecto recibidas durante toda la jornada».

El adiós de Jesús Samper deja huérfano a un Real Murcia que había tenido al madrileño como máximo responsable, ya fuese desde la presidencia o como vicepresidente, durante 17 años. Los dos ascensos a Primera División y la construcción de Nueva Condomina siempre llevarán su nombre, aunque su muerte amplía las incógnitas sobre el futuro de una entidad que tiene graves problemas económicos y que desde hace algunas temporadas quitaron muchas horas de sueño al madrileño, especialmente cuando vivió el duro trago del descenso administrativo de 2014.

Pero el empresario, pese a las críticas y a las llamadas para que se marchara, siempre mantuvo firme su responsabilidad, y es que, a diferencia de lo que suele ocurrir en el mundo del deporte, nunca olvidó cómo llegó a Murcia y a lo que se comprometió tras firmar el convenio urbanístico que favoreció la construcción de Nueva Condomina. Esa apuesta en 1998 quiso mantenerla hasta el final, justo hasta su muerte, porque ni en el hospital dejó el máximo accionista de preocuparse del día a día de lo que ocurría en el club. De hecho, el pasado martes por la noche daba el visto bueno a la idea propuesta por Víctor Alonso, gerente de la entidad, de reabrir la campaña de abonados para la segunda vuelta.

Donde no iba a estar Jesús Samper era en la junta de accionistas que iba a tener lugar ayer en Nueva Condomina y que se suspendió nada más conocerse el fallecimiento del madrileño. Esa junta se celebrará en una fecha todavía por determinar, y para ella el presidente del club grana ya ha puesto su granito de arena: una ampliación de capital que será aprobada por su consejo de administración y que abrirá la puerta a un nuevo propietario, porque, tal y como publicaba ayer este diario, el madrileño ya había informado de que no adquiriría ninguno de los títulos a la venta.

Y es que el abogado, sabedor de que a su puerta no había llamado ningún comprador con la solvencia necesaria para quedarse con sus acciones -en septiembre hablaba de «cuentos callejeros» en una de esas frases que siempre dejaba para el recuerdo-, diseñaba una nueva estrategia con el objetivo de ver si realmente existen esas personas de las que se hablan en muchos sectores y que tendrían el crédito suficiente para asumir el control del Real Murcia.

Ahora, mientras que se desvela qué ocurrirá con el Real Murcia después de la muerte de su gran impulsor desde la conversión en Sociedad Anónima, la persona que pese a los consejos nunca ofreció ni una sombra de duda en su continuidad para intentar dar la vuelta a la situación, serán los integrantes del consejo de administración los encargados de decidir qué hacer, aunque con toda seguridad y para mantener la palabra de Jesús Samper defenderán hasta el fin la continuidad de la entidad.

Martínez Abarca, como vicepresidente, y, especialmente, Juan Antonio Samper y Romeo Cotorruelo, estrechos colaboradores del empresario en todas las aventuras que inició, serán los que continúen el legado dejado por el madrileño. En ese consejo también estarán Gonzalo Samper y Juan Antonio Samper de Miguel, hijo y sobrino del presidente fallecido.