Dicen que el fútbol no tiene memoria, pero en el caso del UCAM Murcia los sonidos de viento y los pitos que acontecieron tras el partido ante el San Roque de Lepe parecen estar justificados. La marcha del equipo es incuestionable, las faltas de actitud y entrega vistas ayer en La Condomina, no.

El UCAM mostró una cara poco habitual, aunque muy vistosa y agradable, en el inicio del partido. El equipo universitario se supo adaptar a la gran presión planteada por el San Roque de Lepe, que mantenía una línea de cuatro jugadores arriba asfixiando las típicas y cómodas salidas de balón del UCAM.

Los murcianos se adaptaron a ello y jugaron mucho y bastante bien durante la primera media hora del partido: balones largos a la espalda de la zaga del San Roque, la velocidad de Nono en contragolpes y en jugadas de tiralíneas, acometidas de Góngora y Tekio desde los laterales, un Pallarés participativo...

El culmen llegaba en el minuto 36. Un centro de Nono era desviado con el brazo por el lateral Oliveira, negado y sustituido en el día de ayer, y Góngora, como es habitual, no perdonaba desde los once metros. La cita con el gol del lateral malagueño comienza a ser habitual, y un tanto dependiente, para el UCAM Murcia.

Se alcanzaba el ecuador del partido con comodidad para los universitarios, pero la segunda mitad fue, por calificarlo de alguna manera, un verdadero despropósito para el conjunto entrenado por el almeriense José María Salmerón.

Tras el hemisferio, una doble ocasión para el UCAM invitaba a presagiar muchos más goles para los locales. Pallarés cabeceaba un gran centro de Tekio en el punto de penalti, hacía intervenir a Bocanegra, guardameta del San Roque, y el rechace de este testarazo caía en los pies de un Jesús Rubio que cada día está más irregular. El mediapunta del UCAM volvía a estrellar el balón en Bocanegra, que salvaba a su equipo cuando peor lo estaba pasando.

Dos oportunidades más llegaban para los murcianos, la primera de ellas una vaselina desde el vértice izquierdo de Iván Aguilar que se marchaba por encima del travesaño, y un mano a mano para Pallarés, que envió fuera estando solo ante Bocanegra.

Y en mitad de este oasis, el San Roque despertó del letargo del descanso. Una jornada aislada provocaba que Chaco firmase el empate en el minuto 53, pero su igualada, un bálsamo para el San Roque, enfureció al UCAM durante unos breves instantes. Esto provocó que Góngora, como no, firmase su doblete con un golpe franco desde 25 metros, muy potente, que desconcertó por completo a Bocanegra, y volviera de esta manera a adelantar a los universitarios a falta de algo menos de media hora para la conclusión.

Pero el gol se convirtió en un arma de doble filo. Tras el éxtasis, llegó el hormigueo y la relajación. El UCAM se replegó para esperar las acometidas del San Roque y, de esa manera, certificar la victoria al contragolpe. Planteamiento erróneo comandado por Salmerón, que retiraba a su estilete Pallarés para dar entrada al centrocampista Fall. Buscó contención y posesión, y el UCAM, nervioso, se las comió por todas partes.

Los culpables, el extremo Luis Lara, pletórico tanto por banda como por dentro del campo, comandando a sus compañeros y ofreciendo balones peligrosos para los puntas. Provocó una posible mano dentro del área del UCAM, pero el colegiado no señaló nada. Colgaba centros, hacía trabajar mucho a la zaga universitaria y traía los nervios a las gradas de La Condomina.

Entre tanto esfuerzo, el central del UCAM Fran Pérez sufría un esguince de rodilla que le apartaba de disputar los minutos finales. Sustituido por un Dani Pérez frío y sin ritmo, el San Roque aprovechaba todas estas desavenencias para llevar peligro. Y los malos augurios se cumplieron en el descuento. En el minuto 92, un pase en profundidad por la derecha de Lolo lo controlaba el matador Chaco en el vértice izquierdo del área para cargar el fusil y reventar el esférico hacia el palo corto de la portería de Escalona. Golazo y empate justo y meritorio para un San Roque que firma su undécimo empate en 16 jornadas y que para nada se arrugó ante el UCAM.

Los universitarios mostraron la peor de sus caras en este presente curso, ya que el problema no es empatar ante un duro rival, sino mostrar poca actitud y menos aptitudes. De ahí los pitos para un equipo que puede dar mucho más de sí mismo.