Hoy, 3 de noviembre de 2015, se cumplen 75 años de la primera victoria del Real Murcia en Primera División. No solo destacó el triunfo sino cómo se consiguió frente a los Stukas, nombre con el que se conocía a los delanteros del Sevilla CF por su tremenda voracidad ante la puerta rival. Estamos en 1940 y los Stukas eran los cazabombarderos nazis, avión sin rival para el bombardeo rasante sobre objetivos terrestres. De su contundencia se habla durante los primeros meses de guerra (1940) en las batallas sobre Polonia o Francia y de ahí, que en Sevilla, apodaran con ese nombre a los que serían después delanteros de leyenda.

Hacía un mes que la competición se había iniciado con el vapuleo que sufrió en Bardín -el feudo del Hércules-, según recordamos en este diario hace un mes, y desde entonces el Murcia no había ganado ningún partido. Se empató a uno en el debut primerdivisionario en La Condomina frente al Atlético de Aviación -actual Atlético de Madrid-, con el primer gol del Murcia en Primera marcado por Rancel, pero en donde el cronista, citado por Antonio Aullón, se lo da al alimón al grana y al medio izquierdo atlético Escudero. La alineación del primer rival que pisó el césped condominero en aquella campaña estaba formada por Tabales; Mesa, Aparicio; Urquidi, Colom, Escudero; Enrique, Arencibia, Pruden (autor del gol colchonero), Campos y Vázquez. Un equipo que sería campeón de Liga, y en donde el medio centro Colom sería posteriormente el entrenador del Murcia en la campaña 54-55, en uno de los cursos más exitosos de los granas y en que se recordará por ser el del inicio del ala infernal con el que se denominaría posteriormente en el Atlético: la de Peiró y Collar.

Con este solitario punto, el Real Murcia estuvo tres jornadas más sin olearla. La derrota 2-1 en Sarriá, con el primer gol del Murcia fuera de casa (obra de Huguet), estrenó como otros eventos granas. La primera derrota en casa, 1-2 frente al Oviedo; y la segunda goleada fuera, 5-1 en Coya contra el Celta. Era la sexta jornada. Faltaban cinco partidos más para terminar la primera vuelta y las aguas bajaban revueltas.

A lo que se añadía que venía el Sevilla con un equipo fenomenal formado por sevillanos en su mayoría, pero reforzado en zonas fundamentales, como la del delantero centro (el avilesino Campanal), el medio centro (Félix, un murciano de San Javier) o el lateral Ricardo (Oviedo). Y con la ya mencionada delantera Stuka -López, Torrontegui, Campanal, Raimundo y Berrocal-, que hasta su venida a la capital del Segura había marcado la friolera de 31 goles en los cinco encuentros anteriores. 11-1 al Barcelona en la primera jornada, 0-4 en Buenavista (feudo del Oviedo), 10-3 al Valencia en Nervión; frenado en parte en Balaidos ante el Celta, en donde hubo empate a dos, y nueva victoria, esta vez más 'normal', al Zaragoza (4-1). Con Campanal autor de diez goles.

En el banquillo Kinké (Juan Armet de Castellvi) en el local y Pepe Brand en los blancos. Ambos formaron durante muchos años el ala izquierda del ataque sevillano y por tanto conocedor perfecto el catalán, Kinké, de las características del Sevilla. Si de entrenador se permitía aconsejar a técnicos como el inglés O'Hagan o de dirigir al del Valencia (que fue el equipo donde se retiró), al checo Antón Fivher, nos podemos imaginar que le diría a su entrañable ex compañero.

El Murcia presentó en su once a Suárez, Tamayo, Urbano, Castro, Solé, Huete, Huguet, Quetglas, Uría, Rancel y Tito I. Por su parte, el Sevilla alineó a Guillamón, Joaquín, Ricardo, Alcazar, Félix, Fede, Salustiano, Pepillo, Torrontegui, Raimundo y Berrocal. Lesiones importantes en el Sevilla, como la del medio Alconero y, sobre todo, la de Campanal, pero que permitió jugar a Pepillo, un futbolista que muchos exégetas del sevillismo consideran como el sexto Stuka, ya que el sevillano jugó incluso mucho más que Torrontegui como interior derecho, pero el melillense -pese a su apellido- fue el verdadero comodín y jugó como en Murcia, de ariete, de medio e incluso defensa.

El primer tiempo terminó con 0-1, gol marcado por Berrocal en una contra, porque el Murcia dominó el partido, con reiteradas ocasiones sin encontrar puerta. En el segundo tiempo se mantuvo el mismo guión y se consiguieron dos goles. El del empate, de penalti, anotado por Sole; y ya cerca del final, Tito I lograría el segundo tanto. Una gran victoria que hacía pensar que el Murcia comenzaba a tomarle el pulso a la categoría. Y el domingo, venía el Real Madrid. Pero eso es otra batalla.