¿Cómo llegó a verse en una silla de ruedas?

En 1999, cuando tenía 17 años, a pesar de que mis padres me decían que no me subiese en moto, sufrí un accidente en la carretera de Portmán. Me di un golpe en la espalda que me provocó un traumatismo en la médula espinal, y por ello tengo una lesión medular que me impide caminar desde entonces.

¿Y cuándo comenzó a jugar al baloncesto?

En el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, cuando ya conseguí sentarme en la silla, bajaba a ver lo que había en la sección de deportes. Uno de los días vi llegar sillas distintas, con las ruedas más abiertas, y empezaron a jugar al baloncesto y José Miguel López, que es el responsable de deportes, me animó a que probara. Me senté en la silla de juego un día y desde entonces no me he bajado.

¿Hacía deporte antes del accidente?

Jugué al baloncesto en categorías escolares, pero también hice voleibol y fútbol sala. Además, era la típica chica del colegio a la que llamaban todos los profesores cuando faltaba alguien, ya fuera para hacer atletismo como para cualquier otra cosa.

¿Le costó mucho asumir que ya no iba a poder caminar en su vida?

Me pilló muy joven, con solo 17 años, justo cuando empezaba a salir y a tener otra vida diferente. Sinceramente lo he llevado muy bien. Es cierto que me ponía triste cuando veía a alguien correr y lo que más envidia me daba era ver a la gente bailar. Pero enseguida encontré otras cosas que sí que podía hacer y que me hacían sentirme igual de válida. Nunca me he sentido discapacitada ni nada de eso por ir en silla de ruedas, al revés, siempre me he sentido muy capacitada.

¿Y qué tal le ha ido en el baloncesto?

Como soy tan competitiva, siempre he estado jugando con chicos, ya que nuestra liga es mixta. Gracias al baloncesto he estado en toda España e incluso he disputado la liga australiana, donde me divertí mucho y me llamó mucho la atención ir por la carretera y ver canguros en lugar de vacas. En España siempre he estado en los mejores equipos, ganando títulos en muchas ocasiones.

¿Dónde ha jugado?

En primer lugar estuve en Cádiz y después pasé al ONCE Andalucía de Sevilla, que entonces era el mejor equipo de España. Me pasé cuatro años sin perder ni un solo partido de liga porque después, cuando me vine al Polaris en Murcia, también nos tiramos una temporada entera sin conocer la derrota.

¿En qué destaca, en el tiro, visión de juego...?

En la defensa, sí, soy buena defensora aunque esté mal que lo diga yo. Los equipos me han ido llamando por eso, por ser trabajadora y muy competitiva.

Ahora se ha afincado otra vez en la Región, donde no hay equipos. ¿Cómo se las apaña?

Este año he decidido cambiar un poco de vida y ahora estoy intentando crear un equipo en Murcia. Lo he dejado todo para volver a casa y mientras tanto estoy jugando en el Elche, que está en una categoría más baja, pero donde tenemos retos diferentes.

¿Cómo lleva eso de jugar con chicos?

Bastante bien. Soy super mandona y siempre estoy dando órdenes. Algunos chicos deben pensar qué hace una chica tan pequeña como yo diciéndoles lo que tienen que hacer en la pista.

¿En qué proyectos está inmersa?

Estoy aterrizando de nuevo aquí y he creado una asociación deportiva para gente con discapacidad. Estoy arrancando y buscando patrocinadores para montar una escuela de baloncesto, como hice cuando jugaba en Valladolid. También doy charlas por los colegios de prevención de accidentes y estoy estudiando. En la Región de Murcia se mueve muy poco el deporte para discapacitados, solo un poco de tenis, vela y poco más. A nivel de equipos, nada de nada, pero estoy en conversaciones con empresas muy fuertes para hacer algo importante.

¿Le costó mucho llegar a la selección española?

Llegar a la selección es muy fácil porque no hay suficientes jugadoras. La primera vez que me llamaron había veinte licencias en España, por lo que a poco que me moviese bien, entraba en la selección. Y como siempre le he dado bien a la silla y soy buena defensora, entré rápidamente en el equipo nacional.

Lo que sí me ha costado es ser una pieza importante de la selección.

Una lástima lo del último Campeonato de Europa, donde se quedaron fuera de las Paralimpiadas.

Sí porque en el equipo nacional somos como una familia. Nos llevamos una pequeña decepción porque no logramos clasificarnos. Además, mi sueño siempre ha sido jugar unas Paralimpiadas, por eso, si todo transcurre bien, lo volveré a intentar en Tokyo 2020 para retirarme así. Tengo que ir a unas olimpiadas y me da igual como sea, aunque preferiría ir como jugadora.

¿También se ve como entrenadora?

Sí, de hecho ya he sido seleccionadora de Castilla y León sub-18 durante dos años y segunda entrenadora de la selección española sub-22. Ya voy teniendo experiencia y es algo que me gusta.

¿Siente que se pierde muchas cosas por ir en silla de ruedas?

No porque he desarrollado otras cosas a las que antes no daba valor. Es evidente que me pierdo muchas cosas, sobre todo por temas de accesibilidad, pero no te pierdes nada de vivir y aprendes a valorar otro tipo de cosas que antes pasabas por alto y que son las que te hacen feliz ahora. No me da pena estar en silla de ruedas, soy feliz.

Pero yo veo muchos obstáculos para las personas que van en silla de ruedas en España.

En los últimos diez años se ha avanzado una barbaridad, pero aún nos falta, sobre todo en mentalidad de la gente. Lo que más me enfada es que me miren con lástima o sentimiento por ir en silla de ruedas.

Vamos, el típico ‘pobrecica’.

Sí, sí, el pobrecica. Es verdad que me sirve para muchas cosas, porque con el ‘pobrecica’ me cuelo por todos lados, pero no me gusta que sientan lástima por mí. Yo lo hago todo igual que tú y la única diferencia es que mi forma de moverme es distinta.