El UCAM Murcia vuelve a quedarse en la orilla en una Copa del Rey que por segundo año consecutivo deja escapar en el último suspiro. Los universitarios que soñaban con alcanzar los dieciseisavos de final para enfrentarse a un 'grande' vieron como sus esperanzas se esfumaban en la tanda de penaltis, donde el Logroñés lograba la clasificación pese a que los murcianos habían logrado igualar durante la segunda parte un 2-0 en contra.

El duelo inédito que enfrentaba anoche, en la tercera ronda de Copa del Rey, al UD Logroñés y al UCAM Murcia vaticinaba un espectáculo idóneo entre dos conjuntos punteros de la categoría en busca de una recompensa especial: desafiar a un 'grande' del fútbol español.

El UCAM de José María Salmerón compareció en Las Gaunas con diversas novedades, especialmente en su línea defensiva. En el medio, el baluarte César Remón era acompañado por un Fall que cumplió durante el choque en sus labores de contención ante el Logroñés. El senegalés se activó y trabajó intensamente para el UCAM. Pero el partido, cuando mejor lo controlaban los universitarios, enloqueció.

En el minuto 35, el colegiado se convertía en protagonista tras anular un gol por fuera de juego a Chevi y no señalar un indudable penalti de Fran Pérez sobre Muneta. Como consecuencia, únicamente expulsó al técnico local Juan Carlos Pouso por protestar su decisión.

Y tras ese descontrol arbitral, el UCAM recibía el primer jarro de agua fría. Carlos Fernández, con el olfato característico de un cazagoles, recogía en la frontal del área pequeña un desastroso despeje que no atinaron a resolver César Remón y Dani Pérez. El '9' riojano remachaba por bajo ante Escalona y dejaba noqueado, antes del hemisferio, al UCAM Murcia.

Tras el descanso, Salmerón movió el banquillo, y con qué acierto, dando entrada a Pallarés (Higinio se marchó con una torcedura en su tobillo) y Góngora, para otorgar al equipo mayor profundidad por la banda. Pero el Logroñés, contundente en defensa y veloz a la hora de la elaboración, no perdonaba. Pere Milla, en una rápida contra, colgaba desde la izquierda un gran centro hacia el segundo palo en el que apareció, totalmente solo, el extremo incombustible Titi. Un fallo en la marca le permitía empalar el esférico a bote pronto para fusilar a Escalona y colocar un 2-0 apisonador en el marcador.

Pero cuando Las Gaunas disfrutaba del resultado, el UCAM demostró por qué es el líder del Grupo IV. La conexión que no falla aparecía en el minuto 66 para recortar distancias. El centro de Góngora desde la izquierda, preciso y potente hacia el punto de penalti, lo remataba con poderío Pablo Pallarés entre dos defensores, picando el esférico y haciendo inútil la estirada de Miguel.

El Logroñés, a pesar del gol en contra, seguía gozando de acercamientos peligrosos, pero la zurda de Góngora no descansaba. Rozando el 85', cuando desaparecían las esperanzas y desde unos 27 metros, el lateral zurdo enviaba un obús directo hacia la escuadra imparable para Miguel. Asistencia y gol para el exfutbolista grana en el partido.

Los universitarios conseguían lo más difícil: forzar la prórroga. La exigencia física del encuentro trajo un tiempo extra de imprecisiones y un fútbol más de fe que de ingenio. Ambos conjuntos solventaron las aproximaciones de su rival ante el desastre físico que se avecinó. Y de esta manera, llegaba la lotería de los penaltis, en la que únicamente falló un futbolista que ya sabía lo que era marcar, desde los once metros, en Las Gaunas: Jesús Rubio. El Logroñés no dio señas de inseguridad ante un Escalona que vio como todos los lanzamientos entraban por la misma dirección, hacia su derecha. De esta forma, el UCAM rozó la gesta para quedarse a las puertas de un objetivo que, una temporada más, acarició con la punta de los dedos.