A José Manuel Aira le pasa con los grandes equipos lo que a muchos estudiantes con las matemáticas, la física o el inglés, esas asignaturas que nunca faltan en la lista de más odiadas y que para un amplio número de alumnos son más que difíciles de aprobar. Ni a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera... Esa misma sensación de impotencia que se vive cuando se da alguno de estos casos en las aulas es la que le toca experimentar al entrenador del Real Murcia cada vez que llega una cita ante rivales que no solo tienen caché sino también responsabilidades por hacer cosas importantes. Y el sábado, ante el Cádiz en el Ramón de Carranza, Aira se enfrentará de nuevo al que ya se ha convertido en su principal miedo, el de suspender una vez más ante un conjunto de calibre y que parte con el mismo objetivo que los murcianistas, el de liderar el Grupo IV de Segunda B para dar el salto al fútbol profesional.

Será la quinta vez que el leonés hace frente a este desafío, y en las cuatro anteriores, por solo hablar de las citas realmente importantes, ha fracasado. Lo hizo ante el Real Oviedo la pasada campaña, fallando tanto en el tú a tú como en la batalla clasificatoria; y se repitió en el play off contra el Hércules, ronda en la que los murcianistas no solo cayeron eliminados sino que dejaron una especie de trauma en la mente de muchos aficionados que presenciaron aquellos dos encuentros. Esto si solo nos referimos a los grandes equipos a los que tuvo que medirse el conjunto grana a lo largo del curso, porque los números incluso empeoran si se tiene en cuenta que de los siete primeros clasificados en el Grupo I, el Real Murcia solo fue capaz de ganar al Racing de Ferrol tanto en territorio gallego como en Nueva Condomina.

A todo ello hay que añadir que esta temporada, de la que se llevan disputadas siete jornadas, el Real Murcia mezcla sensaciones positivas con detalles negativos, lo que implica que el equipo grana no acabe de transmitir la confianza y tranquilidad que muchos desean para mirar al futuro con esperanza.

Aunque en muchas ocasiones tanto el entrenador como los jugadores han insistido en que todos los partidos valen tres puntos independientemente del rival que esté enfrente, cuando José Manuel Aira se siente el sábado a partir de las seis de la tarde en el banquillo del Ramón de Carranza solo pensará en superar de una vez por todas esa asignatura hueso que se le resiste para dejar de ser considerado un entrenador incapaz de salir victorioso de las grandes citas. Para regresar a casa con los tres puntos y con una maleta cargada de moral, el leonés dispone de muchos ejemplos de lo que no tiene que hacer, porque hasta el momento en su historial murcianista ha suspendido hasta en cuatro convocatorias.

La primera vez que lo hizo, y posiblemente la más significativa por todo lo que supuso, fue el 16 de noviembre de 2014 en el Carlos Tartiere. El Real Murcia llegaba a la cita ante el Oviedo como líder de la categoría y como un equipo que, pese a todos los obstáculos que le habían puesto durante el verano, había conseguido levantarse, mirar al frente y, a base de solidez y sacrificio, sumar nueve victorias en doce jornadas. Pero en cuarenta y tres minutos, el tiempo que los asturianos necesitaron para ponerse 3-0 en el marcador, todo se fue a pique. El encuentro acabaría con un 4-1 doloroso y, lo peor, con la impresión de que el primer puesto, pese a los meses que restaban por delante, sería un imposible. Algo que finalmente se acabó confirmando.

No fue un mal día lo del Carlos Tartiere, porque cuando el Oviedo llegaba en la segunda vuelta a Nueva Condomina con la oportunidad de sellar prácticamente su liderato, el Real Murcia de Aira tampoco respondió como un equipo ambicioso. En esta ocasión, el marcador final reflejó el resultado que los asturianos quisieron. Y es que, los granas fueron incapaces de mover el 0-0 inicial frente a un rival conformista y al que le valía el punto para seguir dando pasos hacia el ascenso.

Mucho se habló durante esos meses del poderío de un Oviedo que había confeccionado su plantilla con tranquilidad y a golpe de talonario. Todo lo contrario que el Murcia, que tuvo que recomponer su equipo en apenas diez días después de que se confirmase el descenso administrativo de categoría.

Pero es que no solo fue el Oviedo el que pasó por encima de los granas. En el play off, el Hércules, un conjunto que había sufrido muchísimo a lo largo de toda la campaña y que no aseguró su clasificación para la fase de ascenso hasta el último partido, también retrató a José Manuel Aira con un suspenso que todavía duele entre los aficionados granas no ya por la eliminación en sí sino por la forma en la que se produjo.

Nueva gran cita, nueva gran derrota. En el Rico Pérez, los granas, pese a no ganar, consiguieron un empate a uno que daba muchas esperanzas teniendo en cuenta que el encuentro de vuelta se jugaría en Nueva Condomina. Pero José Manuel Aira, de nuevo ante la asignatura que más odia, no se preparó bien el examen. En un planteamiento lleno de miedos, pensando en que el empate a cero era suficiente, el leonés dirigió a los suyos a la eliminación. Todo acabó en el momento en el que minuto 88 Fran González batía a Iván Crespo y llevaba a los suyos a la siguiente eliminatoria.

Desde ese día son muchos los que no perdonan a Aira, un técnico que este sábado ante el Cádiz afrontará otra convocatoria más en su empeño por aprobar una asignatura que se le está resistiendo demasiado.