El FC Cartagena se llevó ayer del Cartagonova los tres puntos gracias a la insistencia de un equipo tremendamente peligroso arriba pero demasiado inestable abajo. Los tantos de Quique Rivero -sin duda el mejor en la tarde de ayer- y Menudo suponen un salto en la clasificación. Ahora el bloque dirigido por Víctor Fernández es decimocuarto, aunque el descenso se encuentra a dos puntos solamente.

Es incomprensible que con la cantidad de ocasiones de las que dispuso, sobre todo en la primera parte, hubiera que esperar hasta el minuto 88, con el segundo gol de la tarde, para respirar tranquilo, porque el choque pudo estar resuelto mucho antes. La portería parece hacerse muy pequeña cuando los atacantes cartageneros se disponen a encararla. Crean mucho y claro, pero luego no culminan cuando deben, lo que supone tener que hacer más y más para poder materializar alguna. Montero, Menudo, Rivero, Cristo o Sergio García gozaron de varias muy claras y todas se fueron al limbo. Rivero, que anotó el primero, mandó el balón dos veces al poste, mientras que Menudo abusó de sus filigranas cuando lo que tenía que haber hecho es ser más práctico.

El equipo padece el mal de la portería. A veces parece que los jugadores no saben donde se encuentra. La falta de olfato de gol es alarmante, porque no se pueden generar tantas y tantas ocasiones y no ser capaces de meter ninguna de ellas en la primera parte.

Casi desde el primer minuto los albinegros gozaron de una tras otra para adelantarse en el marcador. Todas acabaron mal y no porque el meta Seral se convirtiera con sus paradas en protagonista. Es que estos atacantes del FC Cartagena andan algo tibios cuando hay que ver portería. Ni Montero, Menudo, Juanlu o Cristo están entonados y ayer dieron una clase magistral de cómo hay que llegar con absoluta facilidad a la meta rival y ser incapaces de meter una, por muy fácil que se ponga a tiro la ocasión.

Lo del primer tiempo fue de traca. Tanto peligro llevaban arriba como nerviosismo demostraban atrás. Y eso que el Jumilla no se prodigaba demasiado de medio campo hacia arriba, pero es que cuando lo hacía los cartageneristas sufrían demasiado.

Cristo, para empezar, tuvo dos claras en los minutos 1 y 3, pero se entretuvo demasiado a la hora de disparar y acabaron quitándole el balón en último instante.

Rivero se convirtió en el gran cerebro que todos reclaman para este equipo. Su visión del juego es la de un centrocampista de clase y en la primera parte demostró que si mantiene la concentración es capaz de dotar de mucha fluidez el ataque.

La primera que dio fue en el minuto seis, con un pase a Candelas que la puso a Montero en la cabeza. El delantero, completamente solo, mandó el esférico fuera. Una oportunidad tan clara como la protagonizó Menudo en el minuto 16. El pequeño centrocampista recogía un balón en medio campo y se iba solo, derecho a la portería de Seral. Como antes Cristo, se puso a remolonear con el balón cuando tenía a Montero a su lado para empujarlo al fondo de la red. El sevillano se llevó los silbidos de la afición, que no entendía cómo dejaba pasar una oportunidad tan clara.

La banda derecha del Jumilla, defendida por Manzanera y Fenoll era un auténtico coladero y Candelas hizo de las suyas cada vez que pudo. En el 25 el peligro llegaba otra vez por ahí. Menudo dio un pase atrás a Rivero y éste mandó el balón al palo.

Las posibilidades de anotar no acabaron aquí. Candelas volvió a galopar hacia el ataque pero su pase atrás, con la defensa vencida ya, no lo recogía nadie. Montero, al borde del descanso, envió un testarazo cruzado y fuera.

Más no se podía ver. Eso sí, el punto de mira de los cartageneristas anda demasiado desviado. Y si no se marca cuando se puede, se pasa mal cuando no.

En el segundo tiempo el conjunto entrenado por Víctor Fernández lo intentó casi desde el comienzo. Primero fue Menudo con un disparo que mandaba a la línea de fondo Seral y luego Cristo, quien completamente solo envió fuera.

La fórmula seguía siendo la misma, aunque las fuerzas de uno y otro equipo iban limitándose minuto a minuto. Pasado el primer cuarto de hora llegó el tanto de Quique Rivero. Envió al fondo de las mallas un pase de Cristo en el segundo palo.

El nerviosismo se apoderó entonces de los cartageneristas, que vieron cómo el Jumilla daba un paso adelante y ellos no sabían contrarrestarlo.

Se oyó entonces inquietud entre el público, ya que consideraban que era un error retrasar las líneas y además ante un rival menor, que hasta ese instante había hecho muy poco para merecer el empate.

Sin embargo Julien mandó a la cruceta en el minuto 67; Etamané se sacó un derechazo que repelía de forma espectacular Limones en el 73 y en el 78 hasta tres jugadores del Jumilla pudieron rematar a gol un balón en el área pequeña del FC Cartagena.

Víctor decidió mover ficha. Dio entrada a Sergio García por Cristo y a Palau por Hens para ganar más músculo en medio campo.

La presión del equipo visitante se la sacudió el FC Cartagena con el segundo gol, obra de Menudo, aunque los méritos hay que dárselos, en parte, a Sergio Jiménez. El canterano recuperó el balón tras lucharlo con el bravo Etamané y galopó hasta el borde del área. Allí esperaba su pase Menudo, quien de disparo raso y cruzado hacía el segundo.

Los últimos minutos sobraron para todos, menos para los aficionados que podían ver aliviados una victoria que había costado demasiado, a pesar del vendaval ofensivo de los cartageneristas.