¿Recuerda cómo fueron sus inicios?

Sí, porque el profesor que a mí me inició en un colegio que se llamaba Nuestra Señora de Atocha, que estaba en mi barrio y que después se hundió, Don Mariano Pina, que me he enterado que falleció hace poco, me sacó prácticamente de la oreja para que fuera a jugar. Como era muy alto, me fichó el San Buenaventura, el Capuchinos, que fue cuando empecé a entrenar más en serio y allí hice mi primer año juvenil.

Y de Capuchinos al Real Madrid.

Sí, el Madrid tenía sección de voleibol y era la época en la que estaban Camacho y Chendo en el equipo de fútbol. De hecho, la habitación que dejó Camacho cuando pasó al primer equipo fue la que me dieron a mí. Fue salir un murciano y entrar otro.

¿Por qué decidió irse del Madrid?

Al tercer año de estar en el Madrid recibí una oferta de Mallorca. El voleibol no era profesional entonces y la licencia que tenías con un club se podía anular con un cambio de residencia. Aquello no sentó bien en el Real Madrid y tuvimos un rifirrafe que me costó una sanción de dos o tres partidos, pero la normativa lo permitía.

¿Y sigue siendo del Real Madrid?

Sí, de hecho la ciudad de Madrid es mi segunda casa porque cada vez que vuelvo es como si no me hubiese ido porque tengo muy buenos amigos. Tengo un grato recuerdo de aquello y aprendí muchísimo

Usted revolucionó el voleibol con aquel saque espectacular. ¿Cómo lo inventó?

Ese saque tiene una historia. Jugando la Universiada de Rumanía, en Bucarest, nos dieron libre un día y me escapé a ver un partido entre China y Corea. Entonces, un jugador chino, que por eso lo bautizamos como saque chino, en un momento del partido hizo un solo saque que me dejó impresionado porque no sabía bien lo que había visto. No lo volvió a repetir, por lo que no puede fijarme bien en la técnica. Pero después del partido llegué a la residencia y se lo conté a los compañeros, que no me creyeron e incluso se rieron de mí. En el siguiente entrenamiento me puse a practicarlo pese al cachondeo de todos y puse tanto empeño que me salió una vez. Todos se quedaron mirando diciendo esto que es, pero al final se hizo famoso. No lo inventé yo, fue un chino, pero en Europa sí que fui el primero que lo hizo.

¿Le costó dejar el deporte y adaptarse a la vida laboral en su momento?

No, para nada. En mi caso no me costó porque soy licenciado en Educación Física y mientras jugaba me preocupé por estudiar. Cuando estuve en Mallorca también hice Turismo. Y cuando llegué a Las Palmas coincidió que abrieron la facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y lo hice. Mi vida siempre ha estado relacionada con el deporte, porque no lo he dejado, lo que ha cambiado es de ser jugador a entrenador y de técnico a directivo, y en el caso actual, ambas cosas.

Ha sido 350 veces internacional. ¿No echa en falta algún reconocimiento de su tierra?

Yo tuve un reconocimiento del que aún guardo la estatuilla en casa de la Unión de Periodistas Deportivos en marzo de 1984. Y luego, tanto en el Ayuntamiento como la Comunidad Autónoma, nos dieron un reconocimiento después de los Juegos Olímpicos de Barcelona.

¿Alardea en Las Palmas de ser murciano o allí ya le consideran un canario más?

Siempre, no he dejado de ser murciano aunque lleve mucho tiempo fuera y para mí es un orgullo. Siempre me ha quedado la espinita de volver a Murcia, y creo que me va a quedar, pero es algo que no he descartado nunca, volver a casa. Parece que con la edad me tira más y lo echo más de menos, pero el problema es que uno no se puede liar la manta a la cabeza y salir corriendo, pero si es algo que me ronda mucho la cabeza.

¿Alguna vez le propusieron algo desde Murcia cuando era jugador?

Tuve una posibilidad de volver en una especie oposición que hizo hace mucho tiempo en Ayuntamiento en Deportes. Mandé mi currículum y a raíz de eso me dieron un reconocimiento en 1984, pero del trabajo no se supo nada, ni tan siquiera hubo prueba. Como en Murcia, desafortunadamente, nunca ha habido equipos masculinos, me quedé con las ganas de volver.

Lo que debió ser un milagro es que usted saliera jugador de voleibol en Murcia en los años 70.

Si no es porque el Real Madrid se fija en mí, no hubiese conseguido nada. En aquella época era impensable, aunque ahora lo vemos fácil porque hay mucha más información y está todo más cerca con el transporte. Fíjate que antes ir a Madrid era una odisea. Recuerdo que cuando me fui con 17 años cogí un tren que se llamaba el rápido y que tardaba doce horas Murcia-Madrid. No sé quién lo bautizó con ese nombre.

Pero su familia es muy reconocida en el mundo del deporte.

Yo hice deporte por el profesor que teníamos, pero en nuestra familia no practicábamos nada, no se vivía. Hay hermanos que han ido detrás mía, incluso Jesús también ha sido olímpico, pero yo fui el primero y quizás le abrí el camino a los demás.