No hace mucho recordábamos la figura de Bear Grylls para asemejarla al FC Cartagena, ya que desde su fundación en 1995 el club ha hecho tal ejercicio de supervivencia capaz de mantener el equilibrio ante los encontronazos con sus dirigentes y de levantarse una y otra vez de tardes aciagas como las de Córdoba y Vecindario. Ahora, después de una época celestial en Segunda División, la entidad atraviesa un momento de regresión incluso peor al de 2003, cuando la necesidad obligó a impulsar la plataforma 'Salvemos al Cartago'.

De la temporada 1998/99 data la primera piedra en el camino, en aquel famoso 'cordobazo' que a día de hoy aún habita en las gradas. Dicen que desde entonces muchos cartageneros no han vuelto a entrar al Cartagonova, y que la desgracia, 16 años después, perdura en el recinto de Benipila. Allí estaba Manolo Palomeque, actual entrenador del equipo y en aquel tiempo ayudante de Aranguren. «Estaba todo a favor y con un empate se conseguía ascender. Fue un palo muy gordo para todos, lo teníamos al alcance de la mano».

«Yo no catalogo el día del Córdoba como desgracia, sino como desilusión. Aquella situación es parecida a la actual, aunque con ciertos matices: todos estamos tristes porque después de la alegría por salvarnos, después de tener el respaldo de un proyecto, viene de nuevo la desilusión con esto [luchar por el club o dejarlo morir y empezar desde cero]», señala el algareño, quien desea que «Cartagena tenga un equipo de fútbol, y si es el de siempre, mejor».

Forjado a base golpes y acostumbrado a vivir en el alambre, el Cartagena sobrevivió al más difícil todavía con Luis Oliver en el palco. Como impulsó este año Pencho Angosto con la plataforma 'Salvemos al Cartagena', en 2003 fue Juan Antonio Aznar quien lideró la recogida de firmas para echar a Oliver y evitar la desaparición del equipo, tal vez no falto de agua como los Limones, Chus Hevia y compañía, pero sí en condiciones muy precarias. Cambia el envoltorio pero no el contenido. Al igual que Popi y Palomeque, Miguel Rivera finalmente respiraba aliviado en una cómoda undécima posición.

Durante la estancia del técnico malagueño, además, se construyó la primera plataforma de aficionados, 'Salvemos al Cartago', con el fin de «echar a Oliver» y evitar la desaparición del Cartagena. El modus operandi, según explica el cabeza de la iniciativa, Juan Antonio Aznar, consistía «en recoger firmas por la calle e implicar más a los políticos para que la Federación Murciana de Fútbol tomara constancia de la situación del club. La de este año, en cambio, ha tenido más alcance con las redes sociales».

Asimismo, Juan Antonio es uno de los muchos cartageneros que se opone a la liquidación del club. «Me parece lamentable porque siempre estamos a tiempo de empezar de cero. Entiendo la desilusión, pero la afición albinegra tiende al lamento, al pesimismo y a arrojar la toalla enseguida».

Fiel a su estilo, el Cartagena es de esos equipos que tropieza una y otra vez con la misma piedra, en este caso con el fatalismo y la crueldad en los momentos determinantes: la derrota escuece más de lo normal y la victoria es agónica y reconfortante. De este modo se ha repetido el 'cordobazo' en dos ocasiones, contra el Vecindario y La Roda, ambas alrededor de una atmósfera idónea y propia no de Segunda B y sí de Primera.

Del conjunto canario bien se acuerda Fran de Paula, que entonces trabajaba en La Manga. «Los jugadores se concentraron allí, y mi decepción fue mayor ese día que en Córdoba porque tenía relación con ellos. Pensábamos que estaba hecho con el 2-2 de la ida, pero históricamente se nos atragantan los partidos en casa. Siempre que lo tenemos a huevo se escapa».

Sea Paco Belmonte, Pedro Cordero o cualquier otra persona, el actual director general y de Pinatar Arena y expresidente cree que el club estará con la incertidumbre de entrar o no en liquidación «hasta final de junio». Con la mano en el corazón el cartagenero desea que todo vuelva a la normalidad. «Pensándolo con la cabeza es más difícil porque si aún no hay novedades es porque no es tan fácil de solucionar. Al final lo importante es que nada ni nadie esté por encima del club y los aficionados».

«Cuando parecía que se me había acabado la carrera pasé dos años inolvidables en Cartagena», recuerda Víctor Fernández, una de las piedras angulares del conjunto albinegro en Segunda. «Tanto yo como mi familia estuvimos muy a gusto en la ciudad», añade el exfutbolista, quien coincidió con Paco Belmonte en el Leganés. «Lo ideal sería evitar la desaparición del club. Belmonte es un hombre de fútbol y lo que haga en Cartagena va a ser bueno».

En 20 años de vida hubo decepciones, tropiezos y situaciones límites, pero pese a todo en el FC Cartagena prevalece la fortaleza, la masa social, el escudo y las rayas blancas y negras. Como Bear Grylls, decíamos, el Cartagena ha probado todos los tipos de sinsabores, acariciado la élite con la punta de los dedos y, sobre todo, resistido a las diversas circunstancias que se le han presentado.