Cuando un equipo muy superior a su adversario, y que encima se adelanta en el minuto dos de partido, termina perdiendo, es que se han hecho muchas cosas mal. Eso es exactamente lo que le ocurrió ayer a un Real Murcia que se dejó su seriedad habitual en la capital del Segura para desperdiciar otra ocasión de oro de haber vuelto con algo positivo de la visita al campo del modesto Somozas, conjunto que debuta este curso en la Segunda B. Si el gol de Javi Flores hacía presagiar un nuevo éxito de los pupilos de José Manuel Aira fuera de casa, la realidad es que un penalti infantil cometido por David Prieto y un fallo garrafal del portero Iván Crespo para atajar un libre directo sin mucho peligro fueron claves para condenar a los granas a una derrota que nadie esperaba. El empate ante el Compostela y la derrota en Somozas antes de la visita del líder Oviedo el próximo sábado a Nueva Condomina no son buenos precedentes para encarar uno de los choques más importantes del curso.

Si Javi Flores desperdició lo que no está escrito hace una semana ante el Compostela, el cordobés decidió ayer redimirse clavando la primera que tuvo, a los dos minutos, y que parecía aclarar de manera evidente el camino para un triunfo que nunca llegaría. Parecía una acción simple en la que un defensa del Somozas iba a despejar, pero el zaguero se resbaló y Flores solo tuvo que andarse listo para rebañar el balón y después, eso sí, cruzar el balón de manera perfecta para anotar el primero de los suyos y el cuarto del andaluz en su cuenta particular.

El tanto fue un jarro de agua fría para un Somozas que no esperaba ni en el peor de sus sueños que los granas se iban a adelantar tan pronto. De hecho, los gallegos tenían tan claras las ideas que no alteraron su plan inicial y siguieron esperando que el Murcia fuera quien llevara la iniciativa, algo que le vino bien a los granas. Mientras que los pupilos de Aira tenían el balón, los locales apenas eran capaces de generar peligro. De hecho, en los primeros cuarenta y cinco minutos, Iván Crespo solo tuvo que intervenir una vez con ciertas urgencias para despejar un lanzamiento peligroso de Antón en el minuto veintidós.

Lo que sí hizo mal el Murcia fue dejarse llevar un poco, ya que declinó la vía de serenar el partido y optó por los balones largos que tan poco le gustan a los aficionados. La mayoría de acciones divididas las ganaban los murcianos, pero desde el primer hasta el último jugador sabían que jugar con una ventaja tan corta no deja de ser una temeridad. Por eso en los últimos compases del primer acto se estiró el Murcia sin complejos y primero Jairo y después Arturo estuvieron muy cerca de finiquitar el asunto. El tinerfeño estrelló el balón en la parte superior del larguero local (32´), mientras que el abaranero también puso a prueba los reflejos del cancerbero del Somozas (44´). Las sensaciones del Murcia eran mejores que otras semanas, pero el marcador seguía siendo excesivamente corto.

El que sí pensó en revolucionar el partido en la reanudación fue Míchel Alonso, el técnico del Somozas, quien realizó dos cambios para la segunda mitad con la única idea de cambiar el panorama para su equipo. Después de un compás de diez minutos en el que los gallegos daban la sensación de ir maniatando poco a poco a los murcianos, fue José Manuel Aira, el preparador grana, quien decidió retirar del campo a Arturo para dar entrada a otro canterano, Javi Saura. La idea de Aira estaba clara, controlar el balón para minimizar riesgos en un momento del partido en el que los locales comenzaron a creer cada vez más en sus posibilidades.

Lo que nadie esperaba es que en una acción que parecía controlada, David Prieto se pasó de revoluciones para cometer un penalti inocente que el colegiado decretó de manera inminente. Edy lo transformó como un verdadero especialista, imposible para Crespo, y ya de nada le valía a los granas el tempranero tanto de Javi Flores. La única solución era darle al partido un giro de ciento ochenta grados, teniendo en cuenta que Carlos Álvarez desapareció del mapa y no actuó como el referente arriba por el que se le fichó en el mercado de invierno.

El punto para el Somozas no era bueno, era buenísimo, pero no tanto para un Murcia que no podía permitirle el lujo de fallar durante dos jornadas consecutivas. Y si un punto era malo, pero era lo que faltaba por llegar. Si en el primero se pagó cara la ingenuidad de Prieto a la hora de cometer un penalti muy evitable, luego apareció su compañero Iván Crespo para, bajo palos, cometer un fallo de envergadura que sí terminó costándole la derrota a un Murcia que no supo negociar la ventaja de comenzar ganando a los dos minutos. Heber lanzó una falta directa demasiado escorada, que se dirigía al centro de la meta defendida por Crespo, pero el santanderino dio un peligroso paso hacia la derecha, más propio de alguien inexperto, que puso cara de póker en toda la expedición murcianista.

Si con siete puntos de ventaja sobre el Real Murcia, el Oviedo parece ya que tiene el liderato casi en propiedad para la fase de ascenso, la derrota de ayer de los granas permite a los ovetenses aumentar su distancia a diez puntos sobre los de la capital del Segura si los asturianos son capaces de superar al Langreo esta tarde en el Carlos Tartiere, algo que parece bastante probable. A pesar de que tanto el entrenador grana como todos los jugadores han manifestado que no les obsesiona la distancia con el Oviedo, la realidad es que si el líder del grupo primero de Segunda B gana esta tarde, será casi imposible para los murcianos pelear por la primera plaza, a pesar de que el Oviedo visita el próximo sábado la Nueva Condomina en uno de los partidos más esperados de toda la temporada. Sería una ocasión de lujo para recortarle tres puntos al líder, pero la dinámica en la que llegan los murcianos tras el empate en casa ante el Compostela y la derrota en Somozas no es precisamente el mejor. También hay que tener en cuenta que habrá cierto aroma de revancha con los asturianos, ya que el 4-1 que encajó el Murcia en el encuentro de la primera vuelta también debe ser un aliciente para unos jugadores, los granas, que llevan un par de semanas en las que no han sido capaces de cumplir sobre el campo las instrucciones que les ha dado su técnico a lo largo de la semana.