­El año en el FC Cartagena está dando para un serial de novelas cortas. Una de ellas se podría titular fácilmente Despedidas anticipadas. Como en La Colmena, de Camilo José Cela, contaría con unas características muy claras: protagonistas múltiples, historias cruzadas y un contexto crudo, amargo. El argumento sería bien simple: jugadores, dirigentes o empleados abandonan el club por diferentes motivaciones aunque todos bajo un mismo telón de fondo, la situación caótica que vive la entidad desde comienzos de la temporada.

Desde que arrancó el curso no han sido ni uno ni dos ni tres las personas que han decidido ´abandonar el barco´ antes de tiempo. Los motivos, para unos y otros, son bien distintos, pero el poso que han dejado estas salidas es la de un club a la deriva que, desde hace unos meses, ha sido incapaz de recuperar el timón especialmente en la parcela administrativa.

Los primeros en verse obligados a hacer las maletas antes de tiempo fueron los tres uruguayos que llegaron en pretemporada con el objetivo de quedarse como futbolistas del equipo en condición de sub-23. Pero desde un principio no fue posible por cuestiones burocráticas. Aun así, Yonatthan Rak, Roberto Hernández y Martín Boselli siguieron entrenando con la primera plantilla durante un tiempo, mientras los dirigentes de la institución intentaban arreglar el problema que surgió con sus permisos de residencia y los contratos de trabajo en España. No fue posible y las promesas charrúas, que llegaron al Cartagena por el contrato de colaboración firmado entre Sporto Gol Man 2020 y la empresa de representación Sofinvest, regresaron a su país sin vestir la camiseta albinegra.

Los meses fueron pasando en el Cartagena y varios jugadores importantes del primer equipo, cansados de promesas incumplidas y de acumular retrasos en los impagos, empezaron a amenazar con su salida. Y algunos no tardaron en rescindir su contrato aprovechando la coyuntura que ofrecía el mercado de invierno. Nacho Neira, Pablo Pallarés y Antonio Abenza dijeron adiós por la puerta de atrás. Los dos primeros adujeron motivos económicos y aceptaron las ofertas de equipos de Segunda B que tenían encima de la mesa. Desde el Cartagena ni se molestaron en retenerlos porque las dos bajas significaban un ahorro económico considerable.

Abenza, por su parte, decidió ´saltar del tren en marcha´ molesto por las declaraciones del entrenador Manolo Palomeque, que le culpó directamente de la derrota en Melilla por cometer «un penalti infantil». Esa fue la gota que colmó el vaso aunque, en realidad, pesó más el hecho de acumular varios meses sin cobrar y la situación insostenible que comenzaba a vivir el plantel, al igual que sucedió con Neira y Pallarés.

Esas fueron las salidas que más daño hicieron porque dejaron muy mermada a la plantilla en cuanto al número de efectivos. Pero la marcha más sonada fue la de Florentino Manzano. El fundador del actual Cartagena se despidió del club el 30 de enero con «una decisión irrevocable» al comprobar que la afición albinegra estaba en contra de su presencia dentro del club. A pesar de que desde el principio de la temporada, tanto el presidente ejecutivo, Javier Marco, como el máximo accionista, Javier Martínez, negaban la colaboración de Manzano con ellos, poco después se confirmó lo que era un secreto de voces: el cartagenero fue el encargado de configurar la plantilla y de asesorar a los directivos en materia deportiva. Un adiós que sirvió para enterrar un grave problema pero que volvía a dejar en entredicho la gestión de Sporto Gol Man.

Lo peor de todo para el club es que la plantilla amenazó hace dos semanas con que varios jugadores también se verían obligados a dejar la entidad si los directivos no pagaban algunas de las tres nóminas que tienen pendientes. Hay futbolistas, especialmente los más jóvenes, a los que el dinero no les llega ni siquiera pagar su alquiler -según denunciaron-, por lo que algunos podrían decir adiós en las próximas semanas.

El último en dar la espantada ha sido el ´Bomba´ Cáceres. El uruguayo llegó al Cartagena de la mano del mánager general, Julio César Ribas, como segundo entrenador y el pasado miércoles decidió poner punto final a su estancia en el Cartagena. ¿El motivo? Bien simple. Una vez más, la situación de impagos -tres meses acumulan ya técnicos y jugadores- que le han obligado a volver a Uruguay ante la imposibilidad de seguir en la ciudad portuaria.

Precisamente uno que se encuentra en la actualidad en paradero desconocido aunque de momento se entiende que sigue en el club es Ribas.

El jefe de la parcela técnica lleva semanas sin aparecer por el estadio y por los entrenamientos aunque, fuentes dentro de la entidad, especifican que se encuentra buscando fuentes de financiación. Un epílogo perfecto para una historia a la que aún le quedan dos meses por escribir y que, de momento, está lejos de alcanzar un final feliz.