«Carlos Álvarez es un jugador distinto a lo que tenemos». Así definía José Manuel Aira el pasado viernes al nuevo delantero del Real Murcia.

Víctor Alonso, gerente del club, comenzaba la rueda de prensa de presentación del asturiano diciendo, medio en broma medio en serio, que «estamos ante un delantero diferente, como les gusta decir a los entrenadores». Y es que no es la primera vez que el responsable del club grana se encuentra en una situación parecida. Lo mismo le ocurre a Jesús Samper, al que todos los años acuden con la misma cantinela, aunque en la última década, ni técnicos ni directores deportivos, han sido capaces de encontrar en el mercado ese delantero no ya que marque las diferencias, sino que consiga una cifra decente de tantos que le conviertan en uno de los más destacados. De hecho, en ese periodo de tiempo, solo Kike García se ha ganado una plaza en la historia del Real Murcia, pero el conquense no fue un fichaje para el primer equipo, ya que salió de la cantera.

Ahora, Carlos Álvarez, el capricho de Aira para acabar con la falta de gol de su plantilla, intentará romper la maldición del ataque murcianista y ser ese delantero diferente que todo entrenador quiere, esa piedra filosofal que es capaz de convertir el plomo en oro, en este caso los fallos en goles.

El asturiano es el decimonoveno fichaje para la delantera del Real Murcia en las últimas diez temporadas. Viendo las estadísticas de sus antecesores, no lo tendrá difícil el ovetense para convertirse en el ídolo de la afición, ya que lo único que se le pedirá son goles, algo que los responsables murcianistas no han sido capaces de conseguir ni con grandes inversiones de dinero. En la 2006-2007, temporada en la que los granas acabarían ascendiendo a Primera División, la estrella contratada para el ataque fue Antoñito, cuyo sueldo alcanzaba los 500.000 euros. Solo marcó 7 goles, y no se contó con él para la máxima categoría.

En esa plantilla entrenada por Lucas Alcaraz y en la que Jesús Samper hizo una inversión muy fuerte, también estaba Aranda, quien anotó 11 goles, pese a jugar menos minutos que el andaluz (1.980 por 1.304). Además, Iván Alonso, la gran referencia en ataque durante la 'Era Samper', se mantenía en el equipo desde la campaña 04-05. El uruguayo fue el máximo goleador con 14 tantos. Pero Lucas Alcaraz no estaba conforme, y en enero consiguió que el presidente le reforzase aún más la plantilla. Llegó Noel Williams, uno de los fichajes 'exóticos' de Paco Zaragoza. Marcó cuatro goles y tampoco contó para el curso siguiente.

Peores números se habían visto un año antes. Diego Alonso, primo de Iván y que llegaba procedente de México, aunque avalado por su 'pichichi' de Segunda con el Atlético de Madrid (22 goles en 39 partidos), solo marcó 2 goles, convirtiéndose en uno de los grandes fiascos del Murcia. Ese curso también se apostó en el mercado de invierno por Salgueiro, quien no marcó ni un gol.

Ante la falta de resultados, Samper sacó la chequera para el proyecto de Primera División, pero ni así supieron hacer los deberes los responsables técnicos del Real Murcia. Baiano, por el que se pagaron 5 millones de euros, solo aportó 5 goles, mientras que por Goitom se pagó un traspaso de tres millones de euros al Ciudad de Murcia. En todo el curso 07-08, el sueco lograba 2 goles. El tercer delantero de la plantilla sería Íñigo Vélez, quien anotó 1 gol y al final de la temporada se marcharía al Athletic, club que pagaría a los granas unos 400.000€.

La lista se ha ido alargando con el paso de las campañas. Chando fue de más a menos. Sus 14 goles el año de su llegada (09-10) no evitaron el descenso. Se quedó y fue clave en la vuelta a Segunda gracias a sus 18 tantos. Ahí se acabó la historia. Cerraría la campaña 11-12 con 2 goles, y en la siguiente se marcharía en el mercado de invierno después de no haber visto puerta.

Con Natalio (9), Despotovic (8) o Borja Bastón (4) no se tuvo paciencia, y se les despidió un año después de contratarles. A Cristian García se le dio una oportunidad, aunque no la aprovechó (15 goles en dos temporadas), y las virtudes de Malonga apenas se vieron por Nueva Condomina. Sergio León, por su parte, se marchó cansado de ser ignorado por Velázquez. De Adrián Sikora (1) o Rubén Rosquete (0), mejor no hablar.