Si tuviésemos que seleccionar un color para pintar el juego del Real Murcia en el partido de ayer en Nueva Condomina, la elección no sería otra que el rojo, el mismo de la camiseta que cada dos semanas utilizan los murcianistas en Nueva Condomina. ¿Por qué el rojo?, se preguntarán. Simplemente porque ante el Racing de Ferrol, pese a seguir sufriendo demasiado y a tener que esperar a una acción estrafalaria que acabó con gol de José Luis Acciari, el oxígeno volvió a circular a gran velocidad por cada rincón del esquema diseñado por José Manuel Aira.

Frente al equipo gallego, el mismo al que se venció a domicilio en aquel primer partido en Segunda B en el que el técnico no tenía ni jugadores, la anemia que venía afectando a los murcianistas en las últimas semanas desapareció durante muchos minutos. El enfermo tenía mejor cara, su color era diferente, y los glóbulos rojos, tan importantes para el organismo, volvían a sus niveles habituales, niveles que en los primeros meses de la temporada habían dado esperanza a una afición que cada vez cree en menos cosas.

Se vio una primera parte interesante. Aira movió las piezas y el equipo lo agradeció. Con Javi Flores en la media punta el área rival estuvo más cerca que de costumbre, ya no había miles de kilómetros entre el centro del campo y la delantera, mientras que Jairo, que en unas ocasiones aparecía por la derecha y otras por la izquierda, puso esa chispa que tanto se echa en falta por Nueva Condomina. No es algo de esta temporada, sino que el déficit se viene arrastrando desde mucho tiempo atrás.

Una combinación entre ambos futbolistas (minuto 10) provocó esa sensación que tan bien conocen los abuelos, que no pueden evitar la caída de baba cada vez que sus nietos les hacen una monería. Flores iniciaba la jugada sin miedo, como esos futbolistas que solo se sienten seguros con el balón en los pies, para antes de pisar el área ceder a Jairo. El tinerfeño no miró al frente ni chutó, prefirió inventar, y se sacó un taconazo para devolver al cordobés y dejarle en una situación inmejorable para hacer gol. El cuadro ya estaba pintado, muchos se flotaban los ojos como si de una lámpara se tratase, pero el genio no apareció, fue Mackay el que evitó que Nueva Condomina vibrase con uno de los mejores goles desde que se inaugurase el estadio.

Las sensaciones fueron contradictorias. El Murcia cambiaba de cara, los granas volvía a ofrecer detalles para la esperanza, pero los fallos delante de la portería obligan a sufrir en exceso, y eso genera dudas y nervios. Adrián Cruz, en el primer acercamiento de los gallegos, intentó agravar ese mal presagio, pero Iván Crespo, que repetía titularidad, sacaba el disparo con apuros. Todos, especialmente los once de Aira, sabían que lo mejor era no fiarse de un Racing que fue mejorando con el paso de los minutos y con lo corto del marcador.

Por eso, el Murcia siguió gustándose. Jairo disfrutaba del verde, se sentía cómodo y no paraba, e incluso Albiol, ayer de lateral, se permitió recorrer la banda en más de una ocasión. Una de ellas (17´) intentó sorprender al portero con un balón que se fue envenenando hasta acabar en córner.

Para comprobar lo que al Real Murcia le cuesta anotar un gol y conseguir el triunfo solo hay que ver el tanto anotado por José Luis Acciari.

Difícil no, prácticamente imposible.

Todo comenzaba en un saque de esquina. Albiol lo ponía al segundo palo, Acciari remataba mientras era derribado, pero un jugador visitante despejaba en la línea de gol. Ni el balón sabía dónde estaba hasta que en apenas unos segundos Javi Flores lo controló, se escoró hasta la línea de fondo y centró, encontrando en la trayectoria la cabeza de un Acciari que seguía en el suelo reclamando un posible penalti. De la queja pasó a la alegría, aunque a día de hoy es casi seguro que el argentino sigue preguntándose cómo fue capaz de batir a Mackay.

No dio un paso atrás el Real Murcia como en otras ocasiones. Siguió controlando el partido y mostrándose muy seguro atrás, donde Prieto y Jaume se han convertido en piezas básicas para Aira. También Pumar, aunque el lateral no marca tantas diferencias y en ocasiones, como ayer en la segunda parte cuando el partido se fue igualando y el Ferrol buscó más el empate, parece que solo supo patear el balón, permitiendo la presión del rival.

El Murcia no supo llevar al marcador su superioridad sobre el campo, y con el 1-0 se llegó al descanso. Aunque antes de que el colegiado señalase el camino de vestuarios, Dani Rodríguez estuvo a punto de enmudecer a la grada. Pilló descolocados a los granas y con apenas dos zancadas se marchó por velocidad de Acciari y Prieto, pero Iván Crespo evitó males mayores. Unos minutos antes Pablo Rey, tras pase de Maceira, estrellaba el balón en la red de la meta defendida por el santanderino.

El juego del Murcia se emborronó en la segunda parte, como esas veces que empiezas a escribir en un folio en blanco, con unas líneas perfectas y rectas, pero conforme vas rellenando el papel los renglones se van torciendo. A ello también contribuyó el paso adelante dado por el Racing de Ferrol, sabedor de que el marcador era corto y tenía al alcance de su mano sacar algo positivo de Nueva Condomina. La entrada al terreno de juego de Vela en el minuto 56 también ayudó a los visitantes, que en ese instante ganaron poder por la banda derecha.

No le había dado tiempo a calentarse cuando ya había enseñado la matrícula a Pumar. Iván Crespo taponaba la llegada del extremo coruñés. Posteriormente, un remate de cabeza de Joselu se marchó fuera (63´).

Para quitarse la presión, el Murcia volvió a mirar arriba. Un centro chut de Jairo acababa sin peligro, mientras que Rubén Sánchez, quien ayer recuperaba la titularidad (no aparecía en el once desde el 2 de noviembre), ponía un balón que Javi Flores enviaba pegado al palo. También se marchó fuera una combinación entre Gerard Oliva y el albaceteño.

El no ser capaz de sacar rentabilidad al trabajo hacía sufrir al Real Murcia, que en los últimos minutos se echó demasiado atrás. No perdió la cara al partido, pero permitió que el Racing de Ferrol llegase con vidas hasta el final. Especialmente por la incapacidad de futbolistas como Acciari, José Martínez y Pumar de poner el balón sobre el tapete y dar tranquilidad al juego. Sus despejes para evitar cualquier error permitían a los visitantes iniciar una y otra vez la jugada. Estas decisiones contrastaban con las que tomaban Javi Saura, un soplo de aire fresco en los veinte minutos que estuvo sobre el terreno de juego, y Armando, que se sintió más libre y más ambicioso cuando el canterano entró para sustituir a Jairo.

Las dos mejores ocasiones del Ferrol llegaron en los minutos 78 y 86. La primera de ellas la protagonizó Vela. Si anteriormente mostraba la matrícula a Pumar, en esta ocasión le dejó desnudo. Hasta Aira tuvo que pedir más concentración al lateral. El extremo visitante se metió hasta la cocina y sirvió un balón envuelto en papel de regalo a Dani Rodríguez, quien no agradeció el detalle, disparando alto. Más cerca del gol estuvo Pablo Rey, que estrelló un lanzamiento de falta en el larguero.

Javi Saura tiraba del Murcia para salir de la cueva. Dormía el balón, obligaba a sus compañeros a tocar y tocar e incluso dio un pase a Oliva que éste no supo concretar. El canterano fue otra nota esperanzadora más de un partido en el que los glóbulos rojos volvieron a trabajar al nivel esperado.