Javier Martínez, propietario del FC Cartagena, no empezó a darse cuenta de las dimensiones del compromiso que había adquirido con el club albinegro hasta que el equipo no se dio el batacazo en la fase de ascenso a Segunda División el pasado mes de mayo. Hasta ese instante había apostado todo a una carta, la de jugar en una categoría superior y paliar los enormes agujeros económicos que mantenía con los ingresos que llegarían de la división de plata. Todo fue un brindis al sol, que salió rematadamente mal.

A partir de entonces la entidad marcó un rumbo que ha ido trazando a veces en el momento o corregiendo sobre la marcha, porque no es nada fácil sacar dinero de donde no lo hay. La del FC Cartagena ha sido cuestión de supervivencia y de ahí que hayan sido criticados una y otra vez por actitudes y decisiones polémicas o poco populares.

Desde el instante en el que el club tuvo que hacer frente a los finiquitos de los exjugadores del pasado año, los dirigentes emprendieron un camino que no tiene casi retorno, la búsqueda de inversores que dotaran de la mínima estabilidad económica posible a la entidad. Llegaron algunos para salvaguardar su supervivencia -caso de Sofinvest-, aunque como ha dicho en alguna ocasión Javier Marco, la búsqueda de inversores es una de las premisas básicas para que el Cartagena tenga un futuro a medio plazo.

Los propietarios han lanzado ahora sus redes para tratar de encontrar nuevas empresas que apuesten por el club cartagenerista. No es algo que se haya olvidado en ningún momento, pero tampoco es una tarea fácil la de llegar a convencer a grupos de inversión nacionales o extranjeros, en que la apuesta de la entidad albinegra es segura y puede dar sus recompensas. Lo que el FC Cartagena está dispuesto a ofrecer es una participación en la propiedad del club y réditos futuros en caso de lograr metas a medio plazo -ascenso o traspaso de jugadores-. Pero también advierten que para que eso ocurra, se debe llevar a cabo un trabajo que no llegará de un día para otro y en el que la estabilidad deportiva llega emparejada con la económica.

El futuro se juega en los despachos

La viabilidad del FC Cartagena se está jugando en los despachos en las últimas semanas, ya que Sporto Gol no puede asumir por sí sola este enorme problema que crece cada día que pasa. Pero también afecta y mucho todo aquello que ocurra en el terreno de juego. El escaparate no es igual cuando un equipo camina entre los mejores de su categoría o cuando ese mismo grupo trata de salvar el cuello, tal y como está ocurriendo en estos momentos. El equipo no está ayudando demasiado en la parte que le corresponde. El público se desanima y el potencial económico que el abonado ha venido aportando a la entidad en los últimos cinco años empieza a diluirse por la desconfianza en unos -los dirigentes- por su falta de transparencia y en otros -los jugadores- por su escaso rendimiento en el campo.

En el club siguen pensando en que una buena infraestructura se conseguirá cuando se puedan consolidar unas bases que den sus frutos. Sin embargo, ahora no hay tiempo de otra cosa que de salvar el día a día, porque no hay dinero en las arcas más que para poder pagar las nóminas de los jugadores.

Javier Martínez, Javier Marco y el propio Florentino Manzano andan ocupados ahora en encontrar el mirlo blanco que traiga cierta estabilidad. Con el concurso de acreedores presentado y en caso de que el juez lo apruebe, el FC Cartagena se ahorrará pagar una parte importante de la deuda que tiene contraída con administraciones públicas y empresas privadas. O lo que es lo mismo, los potenciales inversores ya están advertidos que la deuda real -cercana a los cuatro millones de euros- será mucho menor dentro de unos meses, al tener que aceptar los acreedores una quita y una espera en sus reclamaciones, y el dinero invertido no irá destinado únicamente a pagar deudas atrasadas, sino a trazar el futuro de la entidad.