«Con Eddy siempre surge un conflicto cada verano, esa es la realidad, mientras que el caso de Casto es diferente, porque está haciendo todo lo posible por salir bien y que el Murcia obtenga algún beneficio a cambio de su marcha». De esta manera se expresó Víctor Alonso, el gerente de la entidad, poniendo las cartas sobre la mesa y a cada uno en su sitio, cuando fue preguntado por la salida de los dos últimos jugadores que, previsiblemente, cerrarán la desbandada grana después de conocerse que el equipo terminará jugando finalmente en Segunda B.

Con Eddy, el gerente tiene toda la razón del mundo, pero fue el verano pasado cuando, las prisas de Julio Velázquez y del Chuti Molina por renovar el contrato del polémico mediocentro, obligaron al club a mejorarle las condiciones, lo que unido a su buena temporada, ha sido más que suficiente para que su cabeza se haya llenado de pájaros. Si encima está detrás de la operación, a la caza y captura, el Granada de Quique Pina, que nadie se extrañe de que Eddy termine agradeciendo la confianza que el Murcia depositó en él cuando era un juvenil, llevando al club a los tribunales al tratarse de otro de los delicados que no quieren mancharse más de la cuenta en Segunda B. Su contrato es largo y sea Quique Pina o el presidente del Bayern Múnich, quien quiera llevarse a Eddy tendrá que rascarse el bolsillo.

El club ha informado al jugador de que debería estar entrenando desde el lunes, pero ayer tampoco se presentó a entrenar. El de Roquetas de Mar tiene intención de acudir hoy a Cobatillas, aunque su representante ya se encargó ayer de avisar en los medios de que a su cliente tendrá que verlo un médico del club, porque es posible que no esté en condiciones mentales de poder trabajar con el grupo. Los consejos que recibe Eddy no van a ayudarle en su carrera. Eso es seguro.