El próximo domingo es el día. A partir de las ocho y media de la mañana se celebrará la primera edición del Maratón de Murcia y, con un margen tan estrecho para ultimar la preparación ante esta histórica disciplina, no hay que descuidar a estas alturas uno de los factores que suelen resultar definitivos cuando alguien afronta este auténtico reto deportivo: el entrenamiento mental.

Esta modalidad requiere mucho esfuerzo físico, una tabla regular de entrenamientos, que semana a semana ha propuesto LA OPINIÓN, donde cada sesión por sí misma puede resultar agotadora para el deportista. De hecho, se incorporan entrenamientos largos, con una determinada cantidad de kilómetros semanales que cargan con dureza los músculos. Cabe la posibilidad de fraccionar las tandas, pero no deja de ser un reto personal poder sentirse cada vez más preparado para alcanzar nuestra meta.

Todo ese trabajo regular, donde el cuerpo adapta su aparato locomotor a la situación que va a vivir este mismo domingo, puede quedar muy en segundo plano, en cuestión de horas, si el corredor no se encuentra con el oportuno equilibrio emocional y psíquico que le libre de arrojar la toalla ante un momento de fatiga extrema o de falta de motivación por la imposibilidad de mejorar sus marcas.

Superar las más diversas etapas que se encontrará a lo largo de una distancia tan extensa será clave. Y sin un entrenamiento mental adecuado, imposible.

Quien desea terminar con solvencia una prueba atlética como la maratón debe mostrar un gran control psíquico y físico. De otra forma no va a ser capaz de «ignorar» el dolor y la fatiga cuando haya sobrepasado los primeros 30 kilómetros. Vendrá además la tremenda barrera de los 32 y las posibilidades de éxito pasarán siempre por encarar la última decena de kilómetro en las mejores condiciones.

La disciplina es fundamental. Durante las últimas 24 horas antes de la prueba, el atleta debe autoconvencerse de que ha logrado preparar con solvencia esta prueba, que su cabeza estará por encima del desgaste físico. En la mente sólo cabe la afirmación de que cualquiera de las batallas de corta duración que vendrán serán superadas.

Otro aspecto importante, la noción del tiempo. El participante en una maratón no debe olvidar la función de uno de sus mejores aliados en esta aventura. Deberá estar atento al cronómetro para que desde el primer kilómetro se tenga una visión global y detallada de los parciales. Será determinante ajustar o aflojar el paso conforme avance la prueba. Porque es fundamental correr dentro de los márgenes de tiempo esperados y por qué no, deseados. En este sentido hay que desarrollar la capacidad de mantener la concentración mental en los ritmos. Siempre debemos ser conscientes de que la competición marca una diferencia notable en este sentido.

Cuando lleguen las ocho y media de la mañana y se marque el arranque de la prueba desde el pabellón Príncipe de Asturias, en la Avenida Juan Carlos I, no habrá posibilidad de romper de forma radical lo ya planificado. Marcaremos nuestro ritmo conforme a lo entrenado, física y mentalmente. Y el resultado será siempre relativo. Puede en este día rendirse por debajo de lo esperado y, sin embargo, nuestra capacidad metal, puesta así a prueba, impedirá que nos hundamos. Y de igual forma, si nos sentimos muy superiores a nuestro ritmo, deberemos dosificar con «cabeza fría» para alcanzar el objetivo.