Este fin de semana no hay Liga, así que podríamos hablar de Puyol y decir que su rostro parece una cadena montañosa que alguien hubiese dinamitado, que es como el actor Charles Bronson se describió en una ocasión a sí mismo. O podríamos decir que cuando Massimiliano Allegri declara que espera tener "más suerte" que en la temporada pasada en su enfrentamiento con el Barça en octavos de final de la Liga de Campeones, el entrenador del Milan recuerda al también actor Lee Marvin cuando aseguraba que comenzó a actuar fingiendo que no tenía miedo durante la guerra (Marvin se alistó voluntario en el cuerpo de marines y combatió en Pacífico en la II Guerra Mundial). O podríamos hacer un análisis del fútbol navideño inspirándonos en Aristófanes, que en su comedia "Las aves" se burla de los asistentes al teatro durante la representación de las tragedias porque, al no tener alas, no podían escapar y volver cuando se representara alguna comedia. Como los futboleros no tenemos alas que nos lleven a la Premier League por Navidad, tenemos que aguantar la tragedia que supone una Navidad sin Liga y tragarnos las uvas sin disfrutar antes de un divertido partido de fútbol. Pero no hablaremos del rostro dinamitado de Puyol, ni del miedo escondido de Allegri, ni de las alas que nos podrían llevar a la Premier League, sino de la estupidez.

Carlo M. Cipolla expone en su imprescindible ensayo "Allegro ma non troppo" las leyes fundamentales de la estupidez humana. Cipolla dice que, a diferencia de los gusanos o los elefantes, los seres humanos cargamos con una dosis extra de tribulaciones cotidianas provocadas por un grupo de personas que pertenecen a la propia especie humana: los estúpidos. Este grupo es mucho más poderoso que la Mafia o que el complejo militar-industrial, y forma una de las más oscuras fuerzas que impiden el crecimiento de la felicidad humana. Las cinco leyes propuestas por Cipolla son importantes, pero la que ahora nos interesa es la tercera ley: "Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio". Siento decirlo de una forma tan cruda, pero creo que Mourinho es estúpido porque se comporta de forma estúpida. El entrenador del Real Madrid, el multimillonario, coleccionista de títulos, guapo y famoso Mourinho está empeñado en cumplir la tercera ley fundamental de la estupidez en todas y cada una de sus decisiones, causando con ello un daño enorme al Madrid sin obtener un provecho para sí mismo o incluso obteniendo un perjuicio. Algunos dicen que Mourinho condena al banquillo a Casillas, mete el dedo en el ojo (esta vez de forma metafórica) de Florentino y obliga a su equipo a jugar con pelotazos a la cabeza de un Sergio Ramos reconvertido en delantero centro porque está buscando que le despidan para poder largarse al Manchester City o al Manchester United. Si fuera así, Mourinho no sería estúpido, sino malvado. Pero me parece que Mourinho sólo es un estúpido.

¿Por qué un estúpido se comporta de forma estúpida? ¿Por qué Mourinho insiste en causar daños, frustraciones y dificultades a su club, a sus jugadores y a los aficionados madridistas sin que todo eso le suponga ninguna ventaja? ¿Por qué Mourinho se pelea con todo el mundo, desprecia a los periodistas, ningunea a Messi y al Barça, se muestra arrogante en la derrota y se niega a reconocer sus errores? ¿Qué gana con todo eso? No gana nada. No gana dinero, ni prestigio, ni cariño, ni gloria. ¿Qué ha ganado Mourinho con su decisión de dejar a Casillas en el banquillo? Por supuesto, no ganó al Málaga, pero tampoco se acercó al Manchester United. Dice Cipolla que el estúpido es más peligroso que el malvado, y ahora mismo las decisiones estúpidas de Mourinho están haciendo más daño al Madrid que el que produciría Joan Gaspart si fuera nombrado asesor de relaciones públicas de Florentino. Hans Conrad Zander ha escrito un libro maravilloso en el que plantea cien preguntas a santo Tomás de Aquino, que el filósofo dominico responde con su demoledora y medieval agudeza. El libro se titula "La estupidez es pecado". Mourinho debería leerlo.