­La fama le llegó casi sin quererlo. Y no sólo por ser hijo de un mito del Real Murcia. Pero a Daniel Aquino Pintos ya lo conocía media España a los 17 años, cuando se proclamó subcampeón del mundo con la selección sub 17 en Corea del Sur. Perdió la final ante Nigeria, en penaltis, pero aquel equipo contaba con jugadores de la talla de Fran Mérida, David de Gea y Bojan Krkic, precisamente el compañero de ataque de Aquino.

Cinco años han pasado desde entonces. Un mundo futbolístico. Tanto que a Aquino le dio tiempo a debutar con el Murcia, ascender a Primera, jugar en la elite, descender a Segunda y Segunda B y verse obligado a salir de casa para buscarse la vida fuera de aquí. Eso fue el año pasado y eligió como destino Valladolid, donde ha vivido una temporada difícil pero que él prefiere definir como «de aprendizaje».

Sólo pudo disfrutar de 16 minutos en todo el curso y fueron precisamente en Nueva Condomina. «Es verdad que este año he jugado muy poco y eso fastidia a cualquiera. Pero no quiero verlo como un año malo, sino como uno más dentro de mi aprendizaje. Prefiero quedarme con lo positivo», reconoce sincero a este diario.

Y es que no todo fue de color negro para Dani Aquino en su estancia en Pucela. Se marcha «con otro ascenso», del que se considera igual de partícipe que cualquier otro futbolista. «Si algo tuvo bueno este año es que Djukic, el entrenador, nos hizo sentir a todos partícipes de ese éxito. Y creo que ha sido una de las claves, porque nos obligaba a estar enchufadísimos todo los días para que los titulares no se durmieran».

Aunque tuvo ofertas en invierno para firmar por otros equipos, Aquino prefirió seguir en Valladolid. «Creo que fue lo mejor porque seguí aprendiendo. Y también porque consideraba que podía jugar. Manucho se fue a la Copa África, Alberto Bueno estaba lesionado, pero lo cierto es que Javi Guerra ha mantenido un nivel muy bueno durante todo el año».

Y eso que, allá por el mes de agosto, todo era idílico para Aquino. Fue máximo goleador durante la pretemporada y todo hacía indicar que sería un futbolista importante en el esquema de Djukic. «Pero el míster decidió apostar por otros desde el principio y le salió bien. Ahí están los números, sólo perdimos seis partidos. Y, ya se sabe, cuando las cosas van bien en esto del fútbol, mejor no tocarlas», añade.

De Valladolid también se lleva su crecimiento como persona y la estancia con su hermano pequeño. «Era la primera vez que los dos salíamos de casa y hemos establecido un vínculo mayor». Un hermano, Matías, que demostrado su talento con los juveniles del Valladolid. «Cada vez es mejor jugador. Yo trato de ayudarle en todo lo que puedo. Estoy seguro de que pronto llegará al fútbol profesional y ojalá pueda enfrentarme a él o, por qué no, jugar en el mismo equipo».

Ahora, Aquino pasa las vacaciones con su familia en la Región, «sin desconectar plenamente del fútbol» porque le gusta estar «al tanto de todo». Después de desvincularse del Real Valladolid, ha quedado libre y está a la espera de recibir ofertas que le permitan seguir su carrera, en España o en el extranjero. Pese al complicado año en Valladolid, su ilusión sigue intacta. «Claro, ¡cómo no voy a tener ilusión si sólo tengo 22 años! Todavía me queda mucho fútbol por delante». Toda una declaración de intenciones para un chico que triunfó con 17 años, pero que sueña con volver a brillar con más fuerza que nunca.