El UCAM Murcia dio un importante paso más hacia la permanencia. No sólo de cara a su casillero de victorias, sino principalmente en el plano anímico. Con un tercer cuarto espectacular, y comandados por James Augustine e Ime Udoka, que completaron sendos partidazos, el equipo murciano despejó las dudas sobre sus capacidades de cara a una jornada final en la que se lo puede jugar todo. Hay que esperar al resultado del partido de Estudiantes en Valladolid, pero si toca ir a Madrid a cerrar la salvación, se llevarán el grito de «sí, se puede» que dedicó la grada.

Tras un arranque arrollador, comandado por Udoka y Augustine (7-2), el partido se estabilizó cuado el Assignia Manresa entrando en el partido mientras el UCAM se diluía un tanto en su agresividad inicial. Se mantuvo por delante el conjunto de Óscar Quintana gracias a la inestimable labor de Augustine bajo tableros, especialmente a la hora de palmear los tiros de sus compañeros, más erráticos, y asegurar el rebote. Douby colaboró con su habitual descaro, pero se mostró algo errático. Por parte visitante, eran Doellman y Asselin los que acertaban desde la media distancia y mantenían a los visitantes en el partido a la conclusión del primer cuarto (20-15).

En el segundo cuarto, el nivel de intensidad se mantuvo, tanto en defensa como en ataque. Con Franch, se aceleró el juego a un ritmo que probablemente le hubiera venido bien al UCAM Murcia si no fuera por la absoluta falta de acierto y eficacia ofensiva que mostró el equipo de Quintana. La mayoría de los tiros estuvieron mal seleccionados y cuando se contaba con una posición cómoda los nervios hacían aparición y se fallaba de manera incomprensible, especialmente desde la línea de tres puntos. Pero el mayor problema era el cierre del rebote propio, con Manresa sacando petróleo de las capturas ofensivas. Con esta serie de despropósitos, el Manresa ganó el cuarto, pero no consiguió irse al descanso dominando en el marcador (36-35).

El UCAM Murcia sabía que por el camino de los dos primeros cuartos le iba a ser difícil ganar el encuentro. Metió una marcha más, y el encargado de engranarla no fue otro que Ime Udoka, que partió para él y repartió para los demás. El americano fue el motor que le faltaba al equipo, ya que el otro funcionaba a pleno rendimiento: James Augustine recuperó el rebote para Murcia y destruyó completamente a los interiores rivales. Entre los dos contagiaron a sus compañeros (incluido a un Douby que ponía la puntilla) y al público, y el UCAM Murcia arrolló por completo a un Assignia Manresa incapaz de contener la avalancha murciana. El 27-11 con el que terminó el cuarto dejó el terreno despejado para disfrutar en el acto final (63-46).

Porque el Assignia Manresa estaba destrozado, y los ánimos de la poblada y poderosa afición congregada en el Palacio de los Deportes desconcertaban a unos y daban alas a otros. Asselin, que completó un gran partido en su regreso a la que fue su cancha, era el único que se resistía a ver a su equipo totalmente superado, pero aún así los golpes que recibían los catalanes eran demasiados, con Sekulic, Franch, y Douby gustándose. Al final, en medio de la fiesta en la grada («¡Murcia es ACB!), el UCAM demostró que quiere la permanencia (78-60).