«Mamá, quiero hacer una carrera contigo». Así empezó a fraguarse la idea de un matrimonio de Lorca, compuesto por María Dolores Chumillas, conocida popularmente como Chumy de treinta y nueve años, y su marido, Francisco Pernía, de treinta y ocho. La madre, deportista nata, lleva muchos años haciendo deporte de aventura de forma altruista, maratones, pruebas populares,carreras por la montaña como la 101 kilómetros de Ronda, la vuelta a Andorra o la subida al Aneto. El padre, más sedentario, pero nunca ha rehusado acompañar a su mujer cuando esta se lo ha requerido, como cuando ambos hicieron el Camino de Santiago.

Hace siete años tuvieron al mayor de los dos niños del matrimonio, Andrés, que nació con dos piernas que no están a la altura de sus sueños. El menor tiene siete meses. El primero nació con una malformación denominada tetraparesia espástica distónica. Es una enfermedad diagnosticada tras numerosas pruebas realizadas en multitud de centros hospitalarios y por diversos médicos de España, la cual le impide una normal movilidad, sobre todo en el tren inferior. Andrés no puede andar por sí mismo y se ayuda con andaderas. Sabe lo que es una lucha en cada paso que da.

Chumy es una especie de madre coraje, capaz de hacer cualquier cosa por conseguir la integración de los niños con alguna minusvalía. Desde que su hijo le pidió compartir con ella una prueba deportiva, ha estado buscando alguna por todo el país, hasta que encontró la Transgrancanaria, que se disputa este sábado. Es una carrera de alta montaña con distintas distancias (24, 42, 96 y 112 kilómetros). Chumy, Andrés y Paco van a participar en la de 24. Disponen de diez horas para cubrirla y la salida será a las once de la mañana.

La Transgrancanaria es una prueba veterana, pero tiene como novedad que este año, los organizadores han decidido abrirla a personas con discapacidad. Los organizadores se están esforzando al máximo para que toda la infraestructura esté preparada para ello. «Esa es la nuestra, Andrés. Nos vamos a Canarias», es lo que dijo la madre al hijo cuando la descubrió por Internet, buscando alguna prueba que colmara sus aspiraciones. El matrimonio y su hijo parten hoy hasta Gran Canaria. Tienen previsto regresar el martes de la próxima semana. «Cuando los organizadores se enteraron que éramos de Lorca, decidieron ayudarnos y nos pagan el alojamiento, algo que le agradecemos mucho. Todo lo demás lo pagamos nosotros y lo hacemos con mucho gusto, ya que lo que queremos es que nuestro hijo vea cumplido uno de sus sueños. No buscamos ni marcas ni posiciones, solo poder terminar», dice Chumy. Cerca de 2.000 participantes, de los que 70 son discapacitados, estarán en la Transgrancanaria de este sábado.

La organización pone a disposición de los lorquinos una silla especial –Joellete–, que pesa 8 kilos, así como voluntarios para cada participante con discapacidad. Andrés irá sentado y sus padres llevarán la silla con las manos y brazos, uno delante y otro detrás. Son sillas pensadas para que los minusválidos puedan hacer deporte en contacto con la naturaleza.

Es la primera vez que alguien de la Región participa en esta prueba, que es un reto deportivo, personal, de superación y, por supuesto, reivindicativo para que las personas con problemas de movilidad puedan estar integradas en la sociedad de una manera natural, sin barreras.