Partiendo siempre que la valoración la realizamos como final de la primera vuelta de la competición liguera, cabe señalar, por tanto, que el dicho popular ´No es oro todo lo que reluce´ se puede trasladar a este caso en concreto, la plantilla del FC Cartagena.

Y es que tan sólo basta con rememorar las palabras de los protagonistas, los que ficharon, los que valoraron a priori el equipo y los que ensalzaron la figura de todos y cada uno de los fichajes que iban llegando a un vertiginoso ritmo, para pensar que muchos de ellos no tienen idea de lo que estaban hablando. El FC Cartagena, llamado a ascender por la vía rápida –según palabras de su propio director general–, se convirtió en un grupo con quince caras nuevas, mucho trabajo por hacer y poca respuesta sobre el terreno de juego.

La salida de jugadores que marcaron su momento años antes –Toché, Víctor, Quique de Lucas, Rubén, Longás, Cygan, etc..– fue suplida por otros que no han mostrado, al menos de momento, ser capaces en algún encuentro de emular a sus predecesores.

Los grandes fiascos han sido la tónica general en esta plantilla, sobre todo cuando hablamos de jugadores de medio campo hacia arriba.

Ni Iván Bolado –un fracaso deportivo y económico– ni Cleber, Manolo Gaspar, Josemi o Chamorro –entre los nuevos– ni Maldonado, Goiria, Riau o Julien –de los que se quedaron–, han aportado demasiado a este equipo y de ahí que el FC Cartagena haya estado toda la temporada, a excepción de esta última jornada, en puestos de descenso. Ni la veteranía de unos ni la juventud de otros sirvió para mejorar a un plantel demasiado previsible, despistado, desganado y muy discutido.

Por contra, también llegaron otros que han respondido a sus expectativas, como es el caso de Abraham Paz, Antón, Collantes, Reina o Manu Torres –en este último tramo–, que unidos a los Mariano Sánchez, Txiki, Lafuente o Toni Moral han sido el bloque casi siempre presente en las alineaciones titulares de este FC Cartagena.

Curiosamente los dos capitanes, Mariano Sánchez y Txiki, son los jugadores que más minutos llevan en el equipo, probablemente los más comprometidos con el proyecto, sin menospreciar el trabajo realizado por Chus Herrero, un jugador que sin excesivos aspavientos siempre está ahí.

Goiria es un caso singular. Se quedó porque el presidente quiso y no respondió –como tampoco lo hizo el año pasado–. Ahora se marcha por la puerta de atrás, con más pena que gloria. Con esta última es con la que llega el uruguayo Raimondi, que nada más debutar hace gol y se lleva a la afición de calle. Vivir para ver.