Al grito de ´Campeones, Campeones´ llegaron subidos en un autobús los jugadores del Club Baloncesto Murcia hasta La Redonda, la mítica plaza de las celebraciones deportivas en la capital del Segura. Allí les esperaban centenares de seguidores que quisieron vitorear a unos jugadores exhaustos, que se han ganado unas merecidas vacaciones.

«No, no, no. Este ascenso ha sido más complicado que el que logré el año pasado con el CAI Zaragoza», decía Pedro Rivero, el héroe del encuentro de ayer, el base segoviano que ha guiado con batuta magistral a una plantilla «maravillosa», según palabras del presidente, Luis Carabante, quien entre lágrimas admitía que el baloncesto le ha enganchado, que el ascenso va a servir para «consolidar nuestro proyecto». «He vivido uno de los días más felices de mi vida», añadía el hermano del propietario, José Ramón, quien a su lado le daba las gracias «a mi hermano por todo lo que ha hecho, porque ha sido trabajo suyo. Hemos vivido una noche inolvidable», expresaba el empresario malagueño afincado en Murcia.

«Ni el mejor guionista escribe un final como el que hemos vivido», señalaba un Luis Guil casi sin voz, quien agradecía a su plantilla «el carácter que ha tenido durante toda la temporada. En todo momento he confiado en lograr el ascenso. Son muy buenos», expresaba emocionado, a la vez que agradecía a sus jugadores la entrega «en los momentos más difíciles de la temporada».

Mientras que Pedro Robles alzaba la Copa de campeones, Pedro Alberto Cruz, el consejero de Cultura y Turismo, se congratulaba de «haber vivido el partido en el fondo con los de la Zona Pimentonera. Allí he podido gritar todo lo que he querido y ha sido maravilloso porque he podido vivir el ascenso como un aficionados más», decía.

Mientras que Carlos Grávalos, el delegado, colocaba en el tablero, ya sin redes, de nuevo la pegatina ACB que se cayó el año pasado, la afición celebraba por todo lo alto un ascenso emocionante, marcado por la épica de un 15 de abril inolvidable.