El meta Robert Enke, que se quitó la vida al arrojarse anoche a un tren, sufría depresiones clínicas y había estado por primera vez en tratamiento en 2003, después de su paso por el Barcelona y el Fenerbahce Estambul que había generado en él un miedo patológico al fracaso.

Así lo reveló hoy en una conferencia de prensa el médico que lo trató, Valentin Makser, que indicó que después de ese primer tratamiento había habido una recuperación, apoyada en parte por el éxito que tenía en el Hannover 96.

"Luego, hace seis meses, Robert volvió a mi consultorio. Estaba sufriendo otra vez fases depresivas que incluso llegaron a apartarlo de algunos entrenamientos", dijo el médico.

Sin embargo, en las últimas semanas parecía haber habido un proceso de recuperación, Enke había vuelto a entrenarse y a jugar y había estado otra vez en la portería del Hannover 96 en las últimas dos jornadas de la Bundesliga.

El portero rechazó la posibilidad de internarse para someterse a un tratamiento más intenso y siempre se preocupó de que su caso no se conociese públicamente por miedo a perjudicar su futuro deportivo y también por temor a que la Oficina de Familia le quitara la custodia de su hija adoptiva Leila, de ocho meses de edad.