El día que miles de cartageneros y murcianos tienen marcado en rojo en su calendario por fin ha llegado. El domingo es el gran derbi: El Murcia y el Cartagena se enfrentan en segunda división. Todo un acontecimiento ante el que no puedo evitar tener un poquito el corazón partío. Me explico, y que nadie se ponga nervioso, que estas cosas de la rivalidad hay quien se las toma muy en serio.

Yo nunca he seguido el fútbol regional. Soy del Madrid y de la Selección y poco más, pero si tengo que elegir ser de uno de los dos equipos soy, claramente y sin dudas, del Cartagena. Es mi ciudad y estoy disfrutando este año viendo cómo todo el mundo está como loco. Los días de partido las calles se quedan casi desiertas y creo que por primera vez en mi vida veo a Cartagena comprometida por una causa sin fisuras. Y eso me encanta.

Pero claro, los que me seguís ya sabéis que soy una cartagenera bastante murciana y un poco de ninguna parte. Resumiendo, que nunca he tenido el gen cartagenero muy desarrollado cuando se trata de criticar a Murcia y esas cosas. Mis padres son murcianos y casi toda mi familia también. Pasé tooodos los fines de semana desde los seis a los trece años en Murcia en casa de mis abuelos, me visto de huertana desde que tengo catorce años y algunos de mis mejores amigos son del otro lado del Puerto de la Cadena y ahora vivo y estoy empadronada aquí. La conclusión es que cuando el Murcia tiene éxitos deportivos me alegro.

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