Sayles, un habitual del festival donostiarra -ésta es la cuarta vez que compite- presentó hoy su último trabajo, donde cuenta con el protagonismo de un espléndido Danny Glober, muy alejado de sus papeles de acción de Hollywood que le hicieron popular junto a Mel Gibson, con la serie "Arma Letal".

En "Honeydripper", encarna al propietario de un tugurio a punto de irse a pique, lo que significa mucho más que quedarse sin dinero para un negro de la Alabama de aquel tiempo. Se juega su orgullo y su independencia, su reputación.

Llegó la hora del cambio para este viejo pianista y en el sueño de contratar por una noche a un joven guitarrista de éxito descansa su futuro.

Pero Sayles, el cineasta independiente por antonomasia, capaz de seguir haciendo lo que quiere, contando con las estrellas de Hollywood que le apetece y tocando los temas más espinosos, no se queda sólo en narrar el origen del rock y en hablar de la música como esa mezcla de culturas de las que todos beben y se alimentan.

Sino que, a través de fuertes pero sutiles pinceladas, deja constancia del régimen instaurado cuando, teóricamente, la esclavitud ha sido abolida, pero todavía no se han levantado los negros a luchar por sus derechos civiles.

"En esos años, en la América profunda del sur, no sólo estaba cambiando la forma de hacer música, sino también la política racial.

Había un mundo blanco y otro negro que se movían de forma paralela, hasta que se fueron cruzando de forma positiva, y eso es lo bueno también de la cultura y de la música, que se suman", cuenta el director y guionista tras la proyección.

Cuando hace tres años vino a Donostia con "Silver City", su anterior filme, no ocultó que la historia de corrupción política que centraba su película tenía una conexión directa con el Gobierno de Bush. "Era una advertencia", cuenta, pero cuando le vio de nuevo como presidente, se vino abajo.

"Entonces me contó la idea de un viejo músico que tenía que seguir adelante, y escribió un relato, 'Manteniendo el ritmo', que fue el origen de 'Honeyddrippper'. Así fue cómo el rock lo salvó", recuerda su productora, Maggie Renzi.

La segunda cinta hoy a concurso, "Shadows in the palace" supone el debut de la directora surcoreana Meejeung Kim, quien ha elaborado un retrato de estética preciosista y trama cruel sobre el pasado de su país, concretamente sobre una dinastía que se mantuvo durante quince siglos, hasta finalizar su poder en el siglo XX, y en cuyos templos entraban las muchachas en su más tierna infancia para recluirse de por vida.

Las más de 500 doncellas que tenía a su servicio la familia real se ocupaban de distintas tareas, pero todas debían seguir las rígidas normas del templo, sobre todo el de mantenerse doncellas, a no ser que fueran requeridas por el rey.

Kim utiliza este ambiente para narrar las condiciones infrahumanas en que vivían estas mujeres hasta hace muy poco en su país, y lo hace a través de una compleja trama de misterio que arranca cuando una de ellas aparece ahorcada en un supuesto suicidio bajo el que se esconde un asesinato. La doctora del templo, en contra de las órdenes de sus superioras, iniciará su propia investigación.

"Es un homenaje a esas mujeres, pues aún las pocas que fueron liberadas, tenían tan marcada a fuego la ley del templo que mantuvieron la norma de 'no hablar, no ver y no oír'. Por eso quise llevarlas a la pantalla", señaló Kim a la prensa.