Camino de convertirse en una figura habitual en estas pasarelas como había prometido, Josep Font será el próximo viernes el primero de los tres hispanos en recibir a su público en los salones del hotel Westin, junto a los jardines de las Tullerías y el Museo del Louvre.

Muy cerca de allí, en el Carrousel del Louvre, José Castro, rodado en Dolce & Gabbana, Alexander McQueen y Givenchy, hará el sábado su prometedor debut parisiense, y el domingo Sybilla retornará a esta capital de la moda tras más de una década de ausencia.

España estará igualmente representada en lo creativo con la segunda edición del "Showroom" de la moda catalana, proyecto de internacionalización que la Generalitat estrenó el pasado octubre.

Sin contar, por supuesto, con el arte del gibraltareño John Galliano, de origen español pero formación absolutamente británica, que este año celebra sus diez primeros años de éxitos al frente de la dirección artística de Christian Dior.

Su desfile, uno de los más esperados, tendrá lugar el martes y abrirá el apogeo de las colecciones, que entre otros momentos culminantes ofrecerá el viernes la infalible elegancia de Karl Lagerfeld para Chanel.

En esta primera jornada de las ocho que hasta el 4 de marzo reunirán a un centenar de artistas de todas las magnitudes, las firmas programadas fueron ante todo de reconocido renombre en círculos restringidos o en sus respectivos países de origen.

Este es el caso de las chinas Jefen, por segunda vez en París con su estilo tónico y actual, o la compleja y poética visión de Wu Yong, que esta tarde hará su primera aparición en la agenda de la Federación Francesa de la Costura.

Más conocida del público parisiense, la portuguesa Fatima Lopes pasó su visión de la feminidad por el filtro de la naturaleza, de su inquebrantable belleza, pero también de sus más ásperas dificultades.

Fenómenos naturales, ciclones, tempestades y tormentas produjeron aquí amplios volúmenes, violentos drapeados y fruncizos, en grises, negros, violetas y otros colores de cielo atormentado, en rojos de fuego, ocres y tierras.

La unión de sedas, puntillas y cachemira con texturas más rígidas como ´tweed´ y terciopelo quisieron reflejar esa misma dualidad.

Otros nombres del día en la agenda oficial son los de John Ribbe, Sakina M´Sa, Robert Normand, Mina Perhonen, Balmain, Es, Lie Sang Bong, Rick Owens, Bruno Pieters y Cosmic Wonder Light Source.

Con ellos, decenas de maniquíes, cientos de periodistas especializados y profesionales del sector, se prometen recorrer París de un extremo a otro desde las nueve y media de la mañana a las diez y media de la noche, sin contar cócteles, fiestas, cenas, inauguraciones y otros eventos adyacentes.

Telón de fondo de este imposible vaivén y de las infinitas y tentadoras propuestas que se avecinan, avanza también en París la reflexión de fondo lanzada en 2006 desde Madrid sobre los desastrosos efectos que la belleza ´ideal´ de las pasarelas puede provocar en la salud del ciudadano medio.

Francia espera para finales de marzo el resultado de un primer informe, encargado por el ministro de Sanidad, Xavier Bertrand, con el objetivo, entre otros, de intentar "evitar que la moda o la publicidad no transporten promesas abusivas que puedan conllevar finalmente a efectos nocivos para la salud individual y las conductas alimenticias".

Las primeras propuestas de medidas "concretas y operativas" no se esperan para antes de que acabe el año.

En cualquier caso, más que normativa, la tendencia en París, como en Londres, promete destinarse al compromiso voluntario, la sensibilización y la acción.

A la espera de que se consiga poner de moda una nueva imagen de mujer, la excesiva delgadez no será de momento obstáculo para desfilar en París, a diferencia de Milán o Madrid, cuya Pasarela Cibeles fue la primera en apoyarse en el índice de masa corporal (ICM) para propagar una imagen de mujer saludable, que además de vestirse sabe disfrutar de la vida y alimentarse correctamente.