El artista ha inaugurado dos exposiciones individuales de distinta temática con apenas dos meses de diferencia entre ellas -Pasiones, que se exhibe en el Museo Regional de Arte Moderno de Cartagena, y PasionesConstelaciones. Nikes y diosas

''¿Por qué este título?'', dice José Antonio Torregrosa García -Torregar-, artista contemporáneo, que reflexiona sobre la existencia del ser humano, la memoria, la conservación, la identidad y el paso del tiempo, al hablarnos de su última exposición.

Constelaciones. Nikes y diosas hace referencia a la ''escultura clásica, griega y romana. El título es un homenaje a la Historia del Arte y al mundo femenino: quería poner en valor la fascinación que sentimos hacia lo clásico y su intemporalidad; sinónimo de admiración, motivo de réplica, de revisión. El tema de las constelaciones enlaza con el pensamiento del filósofo Walter Benjamin, para quien las estrellas son independientes y los fenómenos del mundo son completos en sí mismos''. Al mismo tiempo, ''se juega un poco a despistar al espectador, porque no se representa Nike alguna''.

El comisario de la muestra es Juan García Sandoval, director de contenidos del Museo Regional de Arte Moderno de Cartagena, content curator o responsable, además, del proyecto Pasiones, donde Torregar representa el paso del tiempo, el origen de la vida, el renacimiento y la transformación mediante elementos como el fuego y el mar; ''símbolos de energía, de fortaleza, de regeneración'', pero también de ''emociones, de sueños, ideas y fantasías'' -explica García Sandoval-, donde, una vez más, vuelve a experimentar con la materia para comprobar cómo se transforma en el cuadro.

En la nueva serie, dedicada a la escultura clásica, vemos una ''síntesis o selección de obras que forma parte de un conjunto mucho mayor denominado 'Ágora'; más de dos años de trabajo cuyo resultado es una producción aproximada de 200 piezas''. Encontramos en esta colección alusiones a ''filósofos, dioses mitológicos o emperadores''. Sin embargo, en Constelaciones. Nikes y diosas la única protagonista es la feminidad: ''quería circunscribirme a un ámbito concreto, a lo femenino''. Una recreación pictórica de figuras helenísticas formada por imágenes inspiradas en Venus -''Venus de la Manzana, de Milo, de la Concha o de Arlés''-.

El artista se muestra tranquilo -es sorprendente para ser alguien que, además, ha participado en tres exposiciones colectivas en las últimas semanas, una actividad que combina con su labor como profesor asociado en el Área de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Murcia-. Expresivo en sus gestos, comunica con sus manos y con una voz clara y contundente, amplificada debido a la arquitectura de las salas de Casas Consistoriales.

Observamos una cuidada técnica en la valoración del claroscuro, una combinación de luces y sombras que van generando el volumen y esa especie de desconchados que proporcionan ambigüedad a la imagen. Los elementos y las figuras se funden con el fondo debido a un proceso de acumulación de varias capas. Es una práctica continua de construir y deconstruir, de dar forma y quitarla a través de barridos o arrastrados, porque su objetivo no es recrear fielmente una imagen, sino adentrarse en las posibilidades de la materia. Así es su pintura, intensa y desafiante, inquietante y bella.

En sus obras, trata de trascender el soporte bidimensional, porque ''la intención es aunar esa visión del mundo clásico y traerla a lo contemporáneo: lo entiendo como un diálogo y, al mismo tiempo -aclara-, como intento fallido de captar la tercera dimensión en un soporte bidimensional como puede ser un papel, pero es cierto que este soporte me da mucho juego''.

¿Qué tipo de papel utiliza?, le pregunto. ''Es la misma superficie elegida para todas las obras: un papel de grabado. Hay muchos tipos -continúa-, para óleo, técnicas mixtas, acuarelas; me gusta experimentar, elegir uno que se ha diseñado para una determinada técnica y averiguar qué ocurre si lo utilizo de otra manera''. Pero, ¿qué pretende conseguir? ''Aunar dos técnicas que, aparentemente, nos parecen inconexas, como la pintura y la escultura'', añade. ¿Supone esto un salto sustancial en su trayectoria? ''En los últimos años se repite un leitmotiv de forma muy clara que tiene que ver con la identidad, con el retrato, y trato de plantear esta idea desde varios puntos de vista'', explica.

El tiempo es esa constante que enlaza su reciente producción con trabajos anteriores. ''Se hace evidente -arquea las cejas- cuando tratas de recuperar un tema que tiene milenios para traerlo a lo contemporáneo; a nivel procedimental y pictórico también se puede hablar de tiempo'', indica.

Me cuenta que ''en el estudio pueden ocurrir muchas cosas: soy muy metódico porque investigo. Pruebo mucho. A veces pasan cosas que no te esperas y dices 'qué bonito'; pero si no sé por qué ha ocurrido no voy a poder repetir tal acción nunca más. Entonces -se pregunta-, '¿es el azar el que ha pintado por ti o eres el responsable de ese logro?'. Si no soy capaz de repetirlo, se acabó''.

¿Y qué hay de los tiempos de secado? ''Son muy importantes -responde-. Trato de resolver el cuadro en una sola sesión, no porque haya que pintarlo rápido, sino porque la pintura tiene que estar fresca para conseguir esos arrastrados. Realizo decapados que se pueden asociar no solo con el paso del tiempo sino con otras texturas, como edificios antiguos o puertas pintadas en reiteradas ocasiones. Te das cuenta que es una información de diferentes épocas''.

El cuadro parece cambiante, afirmo. ''Sí, permuta y nosotros lo percibimos así seguramente en función de nuestros propios sentimientos y estado de ánimo -se acerca a una obra y la señala-. Me gusta esta idea de construir y deconstruir, de la secuencia estratigráfica, del paso del tiempo y cómo se va acumulando ese significado en las diferentes capas''.

Es como si las figuras aportaran información desde cualquier punto de la sala, le digo. ''Trato de transmitir un significado porque si no eres capaz de hacerlo es un fracaso. Pero hay tantos cuadros como espectadores -comenta-. Tengo que asumir que cuando estoy dispuesto a firmar una obra, esta adquiera el sentido buscado. Pero el espectador tiene el derecho a interpretarla como considere oportuno''.

Me habla sobre los fondos en diferentes tonos: ''algunos tiran a tonos rojos, otros a azules. No sé qué irá en cada uno de ellos. Pienso en una imagen y decido donde funcionaría mejor''.

¿Qué otros proyectos le ocupan? Me mira sonriente. ''En junio voy a Italia y después del verano se inaugura la intervención artística en la capilla del Rectorado de la Universidad de Murcia''. Su energía no ha variado a lo largo de la entrevista. Tiene que comenzar una visita guiada. En un rápido vistazo a la sala da por concluida, amablemente, nuestra conversación.