La actriz Ana Torrent (Madrid, 1966) se sube esta noche a las tablas del Romea en el estreno en Murcia de Todas las noches de un día, de Alberto Conejero, que coprotagoniza junto a Carmelo Gómez bajo la dirección de Luis Luque. Este poema escénico «de raíces y alas», en palabras de su autor, invita a los espectadores a embarcarse en un viaje teatral de «alta densidad poética» que gravita sobre los recuerdos, la fragilidad y la capacidad de amar. Para Torrent, que debutó en la interpretación a los siete años en El espíritu de la colmena (1973), de Víctor Erice, se trata de «una historia difícil, pero muy poética, en la hay que dejarse llevar por las sensaciones, la respiración y las miradas».

¿Qué fue lo que más le atrajo del personaje de Silvia en Todas las noches de un día ?

Me atrajo, en primer lugar, la historia de Todas las noches de un día, pero , luego, el personaje de Silvia me gustó por la fuerza que tiene y porque se enfrenta a cualquier cosa por seguir luchando y por resistir ante las adversidades. Silvia es una mujer con un pasado con mucho dolor, con una herida muy profunda, y sin embargo, intenta con todas sus fuerzas salir adelante. Ella es fuerte pero, al mismo tiempo, tiene mucha fragilidad interior y tiene problemas para amar, pero ella lo intenta siempre.

Luque y Conejero destacaron que tanto Gómez como usted hicieron particularmente suyos los personajes. ¿Cuánto ha puesto de usted en esa reinvención de Silvia?

Siempre se pone algo, aunque dentro de unas líneas, claro. Los personajes se construyen en el proceso, porque una cosa es el personaje en el papel y otra es cómo cobra vida en los ensayos bajo la visión del director. Además, en este caso, nosotros hemos tenido la suerte de tener a mano durante los ensayos al autor y poder contrastar con él. La cuestión depende mucho de lo que quiera contar el director y, en ese sentido, Luis ha potenciado algunos aspectos de mí como actriz, porque ha jugado mucho con improvisaciones para ir creando situaciones y estados de relaciones entre los personajes, porque Todas las noches de un día es una obra en la que son ellos dos, Silvia y Samuel, aislados del mundo en un invernadero todo el día. Entonces, Luis ha ido creando de nuevo a los personajes a partir de nosotros en un juego donde unas veces movemos nosotros y, otras veces, él.

Dice que se trata de una historia para «dejarse llevar por los sentidos», ¿cuál es la complejidad de dar vida un texto poético en escena?

Sí, como dije, para mí es una historia difícil de hacer y de interpretar, porque es una obra muy poética, fuerte y profunda, que trata sobre dos personas con un pasado en sus vidas y un pasado entre ellos. Por tanto, sí, es una obra para dejarse llevar por los sentidos.

¿Hoy es difícil encontrar papeles femeninos potentes y, a la vez, complejos, como Silvia, en el cine o en el teatro?

En general, es difícil encontrar personajes tan potentes, fascinantes y con tanto que contar como Silvia a partir de una edad, tanto en teatro como en cine. En Todas las noches de un día, ellos no querían contar una historia sencilla de una chica cualquiera, sino que querían a una mujer de una edad, atractiva, ante un hombre que se vuelve loco por ella. ¿Por qué esta cosa de que las mujeres, a partir de una edad, desaparecen del mapa? Pues es muy triste. El personaje de Silvia es una mujer poderosa, fuerte, y el personaje de Samuel cae rendido a sus pies, porque es atractiva. Y es una historia muy real.

Tal vez no sólo faltan personajes femeninos fuertes sino también reales, con claroscuros, lejos de tantos arquetipos repetidos.

Exactamente, porque, por ejemplo, este personaje es una mujer muy imprevisible, y eso me encanta de Silvia porque es una mujer que da el zarpazo en cualquier momento. Entonces, nunca se sabe, de pronto tiene momentos de más dulzura, con juego, con vacile, pero luego tiene un punto más turbio, más de armas tomar, que te lleva al límite. No es habitual ver personajes así y eso es muy fascinante en ella, porque es muy compleja, como lo son las mujeres que tienen una herida y que se arman un escudo para protegerse de alguna forma. Y eso es muy atractivo.

Después de una larga temporada lejos del cine, estrena Verónica (Paco Plaza, 2017) y El desentierro (Nacho Ruipérez, 2018). ¿El reencuentro se prolongará o apuesta por las tablas?

Yo estoy muy abierta a lo que llegue. Claro, ahora voy a estar un tiempo haciendo Todas las noches de un día, pero no me cierro a nada. Aparte de esas dos películas, también he estado recientemente con un proyecto multimedia de Matías Umpiérrez, Museo de Ficción, con Elena Anaya y Ángela Molina, muy, muy interesante, que me ha gustado muchísimo. En definitiva, voy haciendo cosas, lo que vaya saliendo, siempre que pueda y que me guste.

¿Cree que la posibilidad de acceder a ese tipo de personajes con más capas se da hoy más en cine o en teatro?

Pues yo intento buscar buenos personajes aquí y allá. Pero, bueno, no lo digo yo, sino que es sabido aquí y en cualquier país del mundo que, a partir de una edad, entre los últimos 30 y primeros 40, los papeles de mujeres empiezan a desaparecer bastante y empiezan a ser personajes con muy poca sustancia. Muchas veces son 'la madre de' y cosas pequeñas, no hay tantos personajes de mujeres potentes de 50 años que te dejen con la boca abierta. Pero ahora que lo pienso quizás haya más repertorio de personajes así en el teatro.

Usted debuta con sólo seis años en El espíritu de la colmena , de Víctor Erice, ¿cómo ha cambiado su visión del cine hasta el presente?

Pues me siento mucho más libre ahora, fíjate. Creo que el tiempo te da eso. Yo he vivido muchas etapas, porque empecé con seis años y, con esa edad, no era ni actriz. Yo me limitaba a repetir órdenes como 'ponte aquí' o 'di esto', pero no me consideraba actriz porque no consideraba que estuviese haciendo ningún personaje. Sólo empiezo a hacer interpretación de verdad a partir de los 16 o 18 años, cuando empiezo a estudiar interpretación. A partir de ahí ya encaro la profesión y el trabajo de otra forma, pero, durante un tiempo, como eres joven, también te aferras más al guión y a las reglas. Y luego ya vas asumiendo todo eso de otra forma. En mi caso, al menos, yo siento que juego mucho más ahora y que disfruto más de la profesión y de la vida ahora que hace años, porque esto es un juego, al fin y al cabo.

¿Cómo ha sobrellevado la profesión habiéndose expuesto desde tan pequeña?

Sí que he estado muy expuesta, pero también me he apartado muchas temporadas. Luego, he tenido la suerte de tener familia, amigos y pareja que me han puesto los pies en la tierra y también yo he sabido distanciarme, para bien y para mal, durante mi carrera. Y en ese sentido, no me arrepiento de nada, porque es la vida que yo he elegido y me gusta. Pero es verdad que he desaparecido a veces y, en esta profesión, parece que cuando desapareces lo haces para siempre, porque esto es una lucha constante; aunque yo he preferido hacerlo así y tener mi vida y mis cosas por otro lado.

Entonces, ¿en qué momento de su carrera se encuentra ahora Ana Torrent?

Ahora estoy en un muy buen momento, porque, sin ir más lejos, el personaje de Silvia ha sido un regalo. No me esperaba un personaje así ahora, para nada, y disfruto mucho haciéndolo. Pero mucho, mucho, mucho más de lo que imaginé, porque es un regalazo de personaje, de mujer, de fuerza, de energía, de sensualidad, de amor y de lucha.