Para Ismael Serrano la poesía lo ha acompañado durante veinte años, en los que dejó de sentirse solo cuando empezó a componer. Su admiración por «grandes» figuras como Sabina o Serrat, entre otros, le hicieron fijarse en que había poesía hasta en las pequeñas cosas del día a día, en la rutina.

En un mundo superficial y en constante cambio, el madrileño decidió un día compartir sus vivencias y sentimientos a través de la música, y dos décadas después sigue recorriendo ese camino; un viaje que este viernes le trae a Murcia, al Auditorio Víctor Villegas, a cuyo público deleitará con un show intimista que ha titulado -en referencia a este aniversario- 20 años, hoy y siempre.

¿Qué le inspiró para querer adentrarse en el mundo de la música?

No lo sé, la verdad. Supongo que había cosas que me resultaba más fácil expresar cantando que hablando. Cuando era nada más que un adolescente, con la música encontré esa ventana a través de la que podía asomarme al mundo y mostrar mis miedos y mis preocupaciones. Fundamentalmente yo siempre he visto la música como un terapia que me permite convivir con mis miedos. Soy una persona que tiene un miedo patológico a la soledad. A través de la música uno se siente acompañado, es un espacio de encuentro. Supongo que esa fue la razón por la que me adentré en este mundo; no sé vivir solo, o al menos cuando era más joven no sabía. Con el paso del tiempo he aprendido un poco más a convivir con ello dialogando conmigo mismo y sin tratarme tan mal.

¿De cuántos años estamos hablando?

Con 16 años, cuando compuse mis primeras canciones. En ese momento todo te parece definitivo e inaplazable. Era un crío que se cuestionaba todo.

¿Por qué se identificó con este tipo de música?

Es la música con la que he crecido y supongo que el entorno con el que te crías es un factor fundamental para formarte como persona. Recuerdo que escuchaba en el tocadiscos música de cantantes como Joan Manuel Serrat o Luis Eduardo Aute, que me inspiraron y me hicieron conectar con un tipo de música que atiende a la palabra, que apuesta por darle un vuelo poético. Siempre me he sentido acompañado por ese tipo de música y encontré en lo que escuchaba las herramientas para empezar con lo que quería empezar.

Cuando empezó, ¿cuáles fueron sus referentes?

Cuando empecé lo hice creando un grupo con amigos en el barrio y empecé cantando las canciones de los músicos que nos gustaban y demás. Gente como Serrat, Sabina, Silvio y Luis Eduardo Aute eran nuestras referencias.

¿Qué encontraban en ellos para que les gustasen tanto?

Pues... No sé. Nos sentíamos como interpelados por sus canciones, ¿no? La grandeza de estos autores es que son capaces de encontrar en lo cotidiano, en la rutina, una poesía que nunca somos capaces de ver. Nos hacen sentir parte de grandes historias, nos enseñan que nuestros pequeños fracasos están cargados de ética; esto es lo que consigue Sabina, por ejemplo: una ética y una poesía que está ahí.

Igual que también lo consigue Serrat, ellos son capaces de hacernos descubrir la grandeza. Estamos, sobre todo, acostumbrados a percibir todo con rapidez y superficialidad. Todos consumimos de manera inmediata y hace que no nos demos cuenta de que las pequeñas cosas están cargadas de poesía.

Y a la hora de componer, ¿que le resulta más fácil, escribir con rabia o con alegría?

[Suspira] Pues... [Pequeña pausa], no sabría decirte. Yo creo que estar alegre te hace que vivas las cosas como una celebración, aunque a la hora de celebrar no soy mucho de coger la guitarra... Yo creo que la rabia te impulsa a denunciar, se te hace necesario coger la guitarra y lanzar el mensaje. Quizás es por eso que con la rabia se te hace más fácil coger la guitarra y escribir.

Me gustaría saber cuál es su objetivo a la hora de escribir canciones reivindicativas, sobre causas sociales.

Bueno, me emociona componer sobre mis experiencias más intimas, sentimentales, pero también me emociona lo vivido en el ámbito social, lo que veo en el periódico, la visión de que el mundo ya no es igual, en el que hay cosas que te frustran y otras que te emocionan y te llenan de esperanza. Y no hay mucha gente que escriba para compartir un sentimiento que tiene que ver con lo colectivo y lo social, con las vivencias de otras personas.

Y de todas sus canciones, ¿tiene alguna favorita?

Pues la verdad es que no, porque ya... Cada canción representa una parte esencial de mi vida, que me hace conectar con una vivencia personal. Cada canción podría decir que retrata cada parte de mi vida de la que no puedo prescindir, que me ha convertido en lo que soy. De alguna manera, son canciones y recuerdos necesarios.

Cuando sale al escenario, ¿qué siente cuando ve al público cantar sus canciones?

Bueno, pues es muy emocionante. De eso se trataba, ¿no? El objetivo de mi música era sentirme acompañado, sentirme menos solo; entonces te das cuenta de que el objetivo se cumple. Es un sentimiento en el que te sientes agradecido.

Ha prestado su voz en algunas películas, ¿cómo fue esa experiencia?

No solo presté mi voz, sino que también he escrito un guión y me he podido meter como personaje en alguna película. Me gusta mucho el cine, lo que pasa es que siempre me ha gustado meterme en berenjenales: colarme en fiestas finas donde no te han invitado, y eso siempre da mucho morbo. Siempre es divertido.