La pintura de Antonio Tapia (Murcia, 1965) ha ido evolucionando de manera natural, como su vida y su pensamiento. La entiende como un camino, consecuencia de las experiencias, porque lo interesante es «contar lo que uno lleva dentro». Un discurso narrativo que utiliza la metáfora visual como recurso para hablar de esperanzas e ilusiones, de sus miedos y hasta de aspectos que, en su opinión, son motivo de reflexión en nuestra sociedad. Una temática representada en Guardianes de sueños, que siguió con Intrusos y que amplía ahora con la muestra Pasajes con personajes, que se exhibe actualmente en la Galería Cobalto de Nueva Condomina.

P ¿Cómo definiría su pintura?

R Es un realismo mágico, porque con imágenes reales estoy contando una historia que difiere de la realidad que vemos. Intento engañar a tu subconsciente para crear una ilusión con piezas totalmente reales que, colocadas junto a otras o en contextos diferentes al que deberían estar, te choquen y te hagan imaginar. Así intento poner en movimiento tu cerebro para que cree su propia historia. Hay una implicación del espectador, que termina el significado.

P ¿Qué representan sus obras?

R El infarto me marcó y me di cuenta de que a este mundo se viene a contar algo. Ya nunca tu vida va volver a ser igual después de un accidente cardiaco. Tu forma de emocionarte cambia, y cuando te asomas al balcón del otro lado y ves la oscuridad, ese momento de vértigo en el que dices «me muero», solo te queda reaccionar. Vi que tenía que relatar lo que sentía a través de la pintura. Al final lo que pinto es mi vida.

P ¿Qué ocurrió después?

R Mi pintura fue oscureciéndose; todo lo que antes era color comenzó a teñirse de gris. Después vino la serie de incomunicación, grietas y paredes viejas donde los teléfonos sin línea conducen a la fractura que siento con mi entorno y empiezo a reflexionar sobre la memoria y la vida, pasajera y fugaz. Es cuando aparecen las Heridas del tiempo [título de otra colección], donde intento reflejar el recuerdo de la memoria.

P Y continúan las grietas.

R Exacto. Cada pintor intenta crear su propia psicología, a veces de forma consciente y otras no. En mi caso, me di cuenta de que a través de ese elemento intentaba hablar de la memoria. Las grietas me producían esa sensación de desgarro, de fractura, de fragilidad. Son miedos interiores. También lo asocio a las brumas que no dejan ver el contenido de algo, que se anteponen generando esa sensación de volatilidad; un movimiento de desaparición.

P Es un recurso gráfico que utiliza en Guardianes de sueños.

R Los fondos agrietados hablan de lo que no me gusta, de lo que no quiero. La memoria es tan frágil, tan mentirosa, que todos basamos nuestra vida en ella, creemos que nos da solidez, pero no es verdad. La pared agrietada es mi propia insistencia por romper ese muro que me aparta de la sociedad; son mis golpes para salir al otro lado de donde estoy.

P ¿Cómo surge esta exposición?

R Guardianes de sueños es una reflexión continuada de Heridas del tiempo; por eso hay grietas en las primeras fases de la serie. En ella me planteo cómo aprendemos a relacionarnos con la sociedad a través del juego y creamos el arquetipo ´persona´, definido por Jung como la imagen que creamos de nosotros mismos para socializarnos. A partir de ahí, todas mis exposiciones hablan de esos arquetipos que forman al ser humano, para entender cómo estamos hechos y por qué actuamos de una manera u otra.

P Pero, ¿cómo materializa esas reflexiones?

R Un cuadro me hizo vibrar con cierta ansiedad; con algo que no sabía qué era. A raíz de esa primera vibración dije: «Esto tiene interés», e hice un segundo cuadro. Tienes una vibración dentro, que no sabes lo que es y te va motivando e intentas buscar el sentido. Es como un acorde. Lo que comienza de forma casual toma forma y se convierte en una melodía que llena esos espacios que, aparentemente, estaban vacíos.

P ¿Y en su nueva serie, Pasajes con personajes?

R Hablo del héroe, ese ser de origen humilde que con tesón cambia el mundo y está condenado a morir a cambio de acabar con el mal. Hago un análisis descriptivo de los distintos tipos de héroes de mi entorno. La exposición está formada por casi una veintena de acrílicos sobre madera y lienzo, dividida en héroes reales -vitales, emocionales y profesionales-e imaginarios, que representan ese mundo lleno de oscuridad en el que nos desenvolvemos, monocromo, donde solo encontraremos el color y el conocimiento dentro de la cultura.

P ¿Qué otros elementos protagonizan sus trabajos actuales?

R Sigo una línea dedicada a la naturaleza, donde utilizo pájaros de la noche como vehículo de conocimiento. La representación de la lechuza o el mochuelo constituyen la parte del alma que es capaz de observar más allá. El pájaro hace esa función; como si se tratase de nuestra alma divagante que está observando y aprendiendo sin que nosotros seamos conscientes. Es ese conocimiento abstracto que está flotando en el aire, que viene de mil sitios y con mil formas y nos va proporcionando experiencia y formando como seres humanos.

P ¿Y los fondos oscuros?

R Hablan de la sociedad turbulenta y sucia en la que vivimos. Hay muchas luces, sí, pero ahora mismo me interesa reflejar lo que no me gusta, esa oscuridad.

P ¿Existe una narrativa común en todos sus cuadros?

R Hablan de la falta de libertad en esta sociedad en la que todo está cuadriculado y estructurado y en la que el hombre tiene que ser consciente de su libertad, ejercerla y luchar para ser libre. Sin embargo, es una cadena que viene de mí; de gritar ante la sociedad que me envolvía y contar lo que llevaba dentro de mi alma. Mi forma de pintar es muy narrativa: cuento una historia y procuro que tenga principio y final.

P ¿Cuál ha sido la evolución iconográfica de sus obras?

R El cambio viene en la concepción del espacio. Utilicé las grietas durante muchos años para mostrar lo viejo, lo encorsetado; los teléfonos rotos. Ahora hay espacio exterior y las figuras están casi flotando. Los fondos son producto de la evolución que se ha ido produciendo en mi pintura; me he esforzado por salir a un universo, a una sociedad por construir, donde todo es posible. Busco más la relación de la imagen con los símbolos. Intento que todo tenga un por qué. Indago en lo que me rodea.

P ¿Cómo es su proceso creativo?

R Es una vibración que uno tiene dentro y que está oculta. No sabes que está ahí. De pronto un día pintas algo y te toca un poco la fibra y la vibración que tienes suena. Entonces te va generando un interés por ir repitiendo esa vibración y crear una sintonía. Algo que entra en resonancia. Es muy gratificante porque se produce una pequeña euforia cuando conectas lo que estás realizando con lo que estás sintiendo.

P ¿Se refiere a la inspiración?

R La inspiración es una precognición. Es tener el conocimiento antes de la vibración -«Creo que si hago esto me va a vibrar»-. A veces, aciertas y otras no. Si a eso que sientes le agregas imágenes, lo vas materializando, se hace más sólido.

P ¿Cómo se enfrenta al cuadro?

R Tengo la necesidad personal de que los cuadros tengan contenido. Es una responsabilidad mayor sobre lo que hago. Incluso en los retratos, la persona tiene que contar, sacar su alma. Si no, no es un retrato, es otra cosa. Los cuadros tienen que tener dinamismo, algo que induzca al que mira a esperar el movimiento, a despertar la emoción en los demás.

P ¿Cree que el arte está al alcance de todos?

R Claro que sí. Lo que no está al alcance de todos es la especulación, el acceso a materiales caros o a determinados medios de difusión. Pero el arte, la creación, eso lo hacemos todos cada día, en todas las facetas de nuestra vida, porque inventamos, imaginamos y desarrollamos nuevas líneas de trabajo para todo. Cada día descubrimos formas mejores de hacer las cosas.